_
_
_
_
_

Los islamistas tunecinos desplazan a los laicos del poder

El partido En Nadha gana las elecciones con el 40% de los votos

No había champán para celebrar el acontecimiento, pero en la sede central de En Nahda, en Túnez, unas mujeres cubiertas y sonrientes entregaban al visitante un ramillete de jazmín. La formación islamista ha ganado por goleada las primeras elecciones democráticas celebradas desde la independencia tunecina, en 1956, tan solo nueve meses después del derrocamiento del dictador Zine al Abidine Ben Ali.

Casi al mismo tiempo en Gafsa, en la otra punta del país, la dueña del restaurante Tamtam, al que acuden a almorzar observadores electorales tunecinos y extranjeros, se presentaba por primera vez ante sus clientes con la cabeza cubierta con un hiyab (pañuelo islámico), como para adaptarse a los nuevos tiempos.

El resultado es un auténtico mazazo para las élites laicas tunecinas
Más información
Inquietud tras la elección

La Instancia Superior e Independiente para las Elecciones, el órgano encargado de organizar los comicios, no dará hasta hoy martes resultados oficiales, pero los partidos, empezando por En Nahda, y la prensa los han ido destilando. Apuntan a que los islamistas rebasarán el 40% de los votos pero, como la ley electoral perjudica a las grandes formaciones, solo obtendrán algo más de 65 de los 217 escaños de la Asamblea Constituyente. Esta institución deberá encargarse ahora, durante un plazo máximo de un año, de redactar una nueva Constitución democrática, aunque antes tendrá que designar un Gobierno que el líder de En Nahda, Rachid Ghanouchi, desea que sea de amplia coalición hasta 2016.

"Los resultados son francamente buenos para En Nahda", recalcó Abdelhamid Jlazzi, jefe de la campaña islamista, aunque rehusó dar detalles. Otras fuentes de su partido indican que son los más votados en 24 de las 27 circunscripciones electorales y que en algunas ganan por mayoría absoluta.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Dos partidos laicos y moderadamente de izquierdas, Ettakatel, vinculado a la Internacional Socialista y que encabeza el médico Mustafá Ben Jaffar, y el Congreso para la República, de Moncef Marzouki, compiten por el segundo puesto en el pódium. Ambos lograrían cada uno un 15% de los sufragios.

Estas dos formaciones luchaban contra la dictadura desde el exilio, mientras que desde dentro lo hacía el Partido Demócrata y Progresista (PDP, centrista), de Ahmed Nejib, que se atrevió a competir con el dictador en las presidenciales. No recoge los réditos de aquel desafío porque cosecha menos del 10% de los votos.

La mayoría de las anomalías detectadas por los 14.000 observadores que supervisaron las elecciones están relacionadas con En Nahda, pero no ponen en entredicho su victoria. En los informes que han redactado señalan intentos de compra de sufragios, ofrecimiento de transporte hasta los colegios a supuestos simpatizantes y envío de SMS animando a votarles.

Los dos únicos datos que el presidente del ISIE, Kamel Jendoubi, ha proporcionado son el resultado del voto de los emigrantes tunecinos (la mitad ha ido a En Nahda) y la participación electoral. Rebasó el 90% de los inscritos en las listas de votantes (el 54% de los 7,2 millones de tunecinos adultos), pero no se sabe cuántos no inscritos acudieron a votar. Estos tenían la posibilidad de ejercer su derecho con un documento de identidad y en colegios especiales.

La abrumadora victoria islamista no permitirá probablemente formar en la Asamblea ninguna mayoría laica. En Nahda será el eje de cualquier coalición gubernamental. Ettakatel no es reacio a esa alianza. Si, al final, los principales partidos laicos no desean asociarse con Ghanouchi, a este le será fácil encontrar alguna pequeña formación de izquierdas con la que completar su mayoría.

El desenlace de estos comicios constituye un auténtico mazazo para las élites tunecinas, que estaban convencidas de que el acerbo de un Estado casi laico había calado en la sociedad desde hace más de medio siglo y que los islamistas no superarían en ningún caso el 25% de los sufragios. Sin dar porcentajes, Ghanouchi siempre vaticinó su victoria.

En Nahda es un partido afín a los Hermanos Musulmanes de Egipto, aunque ahora insiste en que se quiere inspirar en el modelo turco. Ha sido la principal víctima de la represión de la dictadura de Ben Ali, que mandó a prisión, a lo largo de los últimos 24 años, a cerca de 30.000 de sus militantes. El propio Ghanouchi estuvo más de 20 años exiliado en Londres y solo regresó a Túnez a finales de enero. En febrero, En Nahda fue por fin legalizado tras haber estado prohibido durante 22 años.

Rachid Ghanouchi, líder del partido islamista En Nahda, tras emitir su voto el domingo.
Rachid Ghanouchi, líder del partido islamista En Nahda, tras emitir su voto el domingo.AMINE LANDOULSI (AP)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_