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LA POSGUERRA DE IRAK | El despliegue militar español

El jefe de las tropas españolas resta importancia a los incidentes en Diwaniya

El general Alfredo Cardona atribuye los enfrentamientos a conflictos locales

Ramón Lobo

Bastaron tres vehículos militares de EE UU y un megáfono para disuadir a los manifestantes que se citaron ayer contra el gobernador de Diwaniya. Una voz en árabe les advirtió contra cualquier intento de asalto.

El general español, Alfredo Cardona, cuyas tropas deberán a partir de septiembre mantener el orden en Diwaniya, insistió en que los incidentes del sábado no tenían por objetivo las fuerzas de la coalición, sino que se deben a conflictos locales.

El edificio donde tenía el despacho el gobernador, Hazim al Chalan, parece devorado por un ejército de termitas. Ni rastro de las mesas, sillas, sofás, lámparas, teléfonos, papeleras, aparatos de aire acondicionado y ventiladores que lo decoraban hace unos días. Todo ha sido saqueado por la turba que tomó el palacio de Gobierno en la mañana del sábado. Las habitaciones están vacías y los cables colgando. En los servicios no quedan cisternas. El gobernador está en paradero desconocido. También el vicegobernador, Mohamed Muhna, que el sábado logró escapar en taxi.

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Una decena de policías de paisano armados con Kaláshnikov se quitaron las tarjetas de identidad para que el periodista no pudiera leer sus nombres. Tienen miedo. Antes de pasar por la academia de cursillos acelerados de los marines eran suboficiales del Ejército de Sadam Husein. Algunos abrieron fuego contra la manifestación del sábado, y sobre la de una semana antes. Husein Kadim es el único que habla. "Nuestro trabajo es proteger el edificio y mantener el orden. No opinamos del gobernador". Un joven llamado Naser Kadum, interviene: "No soy policía, pero ayer estaba aquí. La población de Diwaniya no quiere a este personaje que ha colocado a todos sus parientes como funcionarios. No queda trabajo para gente como yo".

En la jefatura de policía, situada a cien metros de la oficina de Al Chalan, entra un detenido. En el despacho del general Faud Hani Faris hay aire acondicionado. Este jefe de policía de Diwaniya, militar durante la época de Sadam, se declara "feliz con la caída del dictador". Asegura que la manifestación del sábado se debió al impago de 15 dólares de unos 2.000 trabajadores. Habla de agitadores y de gente venida de fuera. Cuando sus hombres quisieron reforzar a los que se batían en retirada de la gobernación, los marines les ordenaron regresar a la jefatura y entregar sus armas.

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Faris dice que fue una humillación. "Nos impidieron realizar el trabajo en nuestro propio país. Quizá tenían razones mayores, como evitar una revuelta social". Acusa a los seguidores del imam Murtada al Sadr de incitar a la violencia. "Me he reunido con el general español; es educado y amable. Estoy convencido de que nos vamos a entender. Ustedes no son como los americanos".

En el campamento español, distante un par de kilómetros de la gobernación, la actividad prosigue ajena a esos incidentes que hasta septiembre no les competen. En una semana estarán en Diwaniya los 1.300 soldados del contingente que serán los responsables de mantener el orden y la seguridad en la ciudad y su provincia. El general Cardona multiplica sus contactos, convencido de que los disturbios no tienen por objetivo las fuerzas estadounidenses o españolas, sino que se deben a una lucha política local, en la que tendrá que terciar. La televisión de Diwaniya anunció ayer que el Consejo local estaba suspendido. No se sabe si se trata de una decisión de EE UU o una medida temporal. Cardona conoce el rechazo de la población hacia el gobernador y la nula representatividad de la Asamblea consultiva, que lleva dos meses sin reunirse. Pero no quiere dar pasos en falso. El acierto en las primeras semanas de mandato determinará toda la misión.

Cuatro helicópteros

Ayer llegaron a la Base España cuatro helicópteros Superpuma con 39 hombres y una mujer. Se trata de aparatos de transporte (no de ataque), que serán destinados a cubrir las evacuaciones médicas, así como los movimientos urgentes de tropas. Cada uno puede transportar un total de 20 soldados equipados para el combate.

El imam Fadil al Kasir es el representante de Murtada al Sadr en Diwaniya. Ha mantenido un encuentro con el "consejero" de Cardona, como él lo llama. "El pueblo odia a los americanos; preferimos a los españoles. Tenemos suerte de que sean sus tropas las que van a estar en la ciudad. Vamos a protegerles si no se comportan como los americanos. Según como actúen las consideraremos de ocupación o amigas".

El imam pone dos ejemplos. Muestra una lata de carne de cerdo como prueba de la insensibilidad de Estados Unidos. "Lo distribuyeron en los hospitales. ¡El cerdo está prohibido en nuestra religión!". Después habla de folletos pornográficos que los marines distribuyeron en las escuelas. Abre el cajón de la mesita y saca un ejemplar. Se trata de dos hojas en color con escenas de la película Titanic.

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