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Cambio en la Casa Blanca

Obama deja el cambio en manos expertas

Los primeros nombramientos son una apuesta por veteranos de Washington - Hillary Clinton acepta ser secretaria de Estado, según 'The New York Times'

Antonio Caño

A la espera aún de confirmarse los altos cargos del Gabinete de Barack Obama, el presidente electo ha hecho ya, discretamente, los nombramientos de sus principales asesores en la Casa Blanca, una suerte de minigobierno que será decisivo en la buena gestión del cambio que se promete. Y, tanto esos nombramientos, como los que se pronostican, tienen un denominador común: la experiencia. Obama ha decidido hacer su particular revolución de la política norteamericana con gente curtida en las tareas de Washington y, por lo general, con demostrado conocimiento de la misión que se les encarga.

Eso ha creado ya una cierta y apresurada frustración en algunas páginas web de los grupos situados más a la izquierda. Pero también ha sido elogiado por muchos analistas y ha servido para serenar considerablemente los ánimos en esta ciudad ante el relevo histórico que se producirá el 20 de enero.

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"Obama ha entendido que él es la imagen del cambio, que no necesita más", comenta una fuente con acceso a las consultas que estos días lleva a cabo el equipo de transición. Algunos de los entrevistados en el proceso de selección de cargos son personajes tan consolidados en su área como Brent Scowcroft, el consejero nacional de seguridad del primer presidente George Bush, o Warren Christopher, secretario de Estado con Bill Clinton.

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Pero la prioridad otorgada a la experiencia no se ha limitado a la tarea consultiva. Entre su equipo más cercano de asesores en la Casa Blanca, Obama ha nombrado, además de Rahm Emanuel, jefe de Gabinete, y David Axelrod, el estratega de su campaña electoral, a personajes conocidos y respetados en Washington, como Gregory Craig, que será su asesor legal y que defendió a Clinton durante el proceso de impeachment por el caso de Monica Lewinsky; Mona Sutphen, vicejefa de Gabinete y antigua integrante del Consejo Nacional de Seguridad de Clinton; Jim Messina, el segundo vicejefe de Gabinete, que ha trabajado antes como asistente de tres miembros diferentes del Congreso, o Phil Schiliro, próximo director de la agenda legislativa del presidente y un veterano con 25 años de experiencia en distintos puestos en el Capitolio.

Estos nombres -y otros, como Pete Rouse, con 30 años de trabajo en el Congreso; James Steinberg, viceconsejero nacional de Seguridad por cuatro años con Clinton, o Jason Furman, que también actuó como asistente de política económica para Clinton- formarán el círculo íntimo del poder en la próxima Casa Blanca, un grupo de enorme influencia y determinante en funciones clave como la relación con el Congreso.

Su relevancia será similar, o superior en algunos casos, a la de los miembros del Gabinete -con la ventaja de que aquellos no requieren confirmación del Congreso- y todos ellos parecen elegidos en función de sus cualificaciones, no de la proximidad al presidente o del deseo de ofrecer una determinada imagen. Se pueden citar algunas concesiones a viejos amigos y colaboradores de Obama, particularmente la de Valerie Jarrett, a la que el presidente rescata de su ambiente de Chicago pese a carecer de experiencia en Washington, aunque sí ha tenido distintos cargos importantes en su ciudad. Pero ni Emanuel ni Axelrod pueden considerarse sus hombres de Chicago. El primero hizo toda su carrera en Washington, donde es casi una leyenda. El segundo, que nació en Nueva York, tiene una relación más profesional que personal con Obama.

A diferencia de George Bush, que llenó la Casa Blanca de tejanos, y de Bill Clinton, que se rodeó de leales sin experiencia en los cenáculos de esta difícil ciudad -lo que explica muchos de sus tropiezos iniciales-, todos los nombramientos de Obama demuestran que está buscando simplemente a los mejores. "Obama parece haber renunciado a la romántica y equivocada noción de que se necesitan caras nuevas e inexpertas para hacer el cambio. Después de todo, fue el presidente Lyndon Johnson quien aprobó la ley de derechos civiles", opina el columnista David Brooks. Otro respetado analista, David Broder, considera, con similares argumentos, que "el inicio de Obama no puede ser más prometedor".

La apuesta por la experiencia es patente también en otros ámbitos del poder que se aproxima. Tanto Anthony Lake como Susan Rice, dos de los asesores de Obama en política exterior y probables próximos altos cargos, estuvieron al frente del último Consejo Nacional de Seguridad demócrata. Otros nombres que se anticipan como miembros del Gabinete apuntan en la misma dirección. Eric Holder, por ejemplo, al que se menciona como probable fiscal general, es un veterano de más de 20 años en el Departamento de Justicia y una autoridad reconocida por demócratas y republicanos. Lo mismo puede decirse de Thomas Daschle, posible secretario de Salud, con 30 años de vida política en el Congreso.

La designación de Hillary Clinton como secretaria de Estado, de Robert Gates como secretario de Defensa, de Timothy Geithner como secretario del Tesoro y de Bill Richardson como secretario de Comercio, de confirmarse, serían las últimas pruebas de que Obama no teme rodearse de los que aparentan saber más que él -en lo que se ha comparado con la gran coalición de Franklin Delano Roosevelt- o de los que han trabajado para el enemigo: la supuesta reproducción del equipo de rivales de Abraham Lincoln.

El designado jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emanuel, saluda mientras avanza con sus asesores por  la rotonda del Capitolio.
El designado jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emanuel, saluda mientras avanza con sus asesores por la rotonda del Capitolio.AP

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