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Los mexicanos piden a Calderón una solución urgente a la ola de violencia

Abatido en Ciudad Juárez el jefe de Inteligencia de la Procuraduría

La cifra de muertos por el narcotráfico en México sufrió el domingo un incremento brutal. 36 personas fueron asesinadas en todo el país, lo que significa que ya se superó el listón de los 4.600 ejecutados en lo que va de año. Y los mexicanos -sobre todo los que viven en los estados calientes del norte- ya no pueden más. Su hartazgo empieza a traducirse en demandas desesperadas al Gobierno de Felipe Calderón para que intervenga de una forma eficaz. Los líderes de los sectores empresarial, educativo y religioso de Chihuahua suscribieron un comunicado ?al que se adhirieron 62 de los 67 alcaldes del Estado? en el que se pide la reorientación de las estrategias de combate al crimen organizado. "Estamos viviendo momentos de violencia e intranquilidad", dice el comunicado, "que ya han superado cualquier expectativa".

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La misma noche del sábado, los habitantes de Ciudad Juárez -la ciudad más poblada de Chihuahua- pudieron ver cómo el jefe de Inteligencia de la Procuraduría de Justicia, José Manuel Sanginés, caía abatido por los disparos de un grupo de sicarios. En el lugar se recogieron 149 casquillos de balas procedentes de rifles AK-47 y AR-15, así como de pistolas. Otras cuatro personas murieron en Ciudad Juárez, mientras que en otra ciudad norteña, Tijuana (Baja California), fueron encontrados 11 cadáveres en distintas zonas. La ola de crímenes se produjo apenas unas horas después de que varios cientos de vecinos se manifestaran en contra de la violencia que sufre la ciudad fronteriza. Uno de los ataques se produjo en un billar. Un grupo de hombres, al parecer vestidos con ropas militares, irrumpieron en el billar y lanzaron ráfagas de fusil contra los clientes. Cinco fallecieron y otros cinco resultaron heridos.

Las cifras oficiales indican que un porcentaje muy alto de los asesinados -alrededor de un 90%- son pequeños traficantes de drogas, pero al menos durante las últimas horas ese porcentaje no retrata la realidad. Durante la jornada del pasado viernes murieron en Tijuana un comerciante que tuvo la mala fortuna de cruzarse en la trayectoria de los disparos -dirigidos a una pareja de agentes- y una niña de tres años, hija de un agente de la policía al que unos sicarios acribillaron mientras viajaba en su camioneta. El atentado contra los clientes del billar demuestra que, además de terminar con las bandas rivales, los grupos de sicarios también buscan que el miedo arraigue en la población y así poder cobrar sus cuotas mafiosas.

Un vecino de Ciudad Juárez lo expresaba de forma muy gráfica en una carta al director remitida a un diario mexicano. "Están pidiendo cuotas en guarderías, escuelas primarias e institutos de bachillerato de esta ciudad a cambio de no atentar contra alumnos e instalaciones. Es necesario que se vea la indolencia de las autoridades cuando argumentan que la sociedad exagera la información. Si meterse con los niños es maximizar los problemas..." El lector también muestra una preocupación constante en las ciudades del norte: ¿dónde van los cientos de policías -300 sólo en Chihuahua- que son apartados de sus puestos por su connivencia con el crimen organizado pero que no llegan a ser encarcelados?

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