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Seis milicianos y un civil mueren en ataques de la aviación israelí en Gaza

La opinión unánime en la desolada Gaza es que la guerra entre las milicias palestinas no hay quien la detenga. Comerciantes, jóvenes y escolares, empresarios, hombres y mujeres de toda condición y filiación partidista, o sin ella, son presas del fatalismo. Mientras continúe el disparo de cohetes caseros contra suelo israelí, tampoco la guerra del Ejército hebreo contra los islamistas va a cesar.

La gente con medios suficientes desea emigrar; todas las noticias son pésimas, las muertes se encadenan y los ciudadanos sólo salen de casa para lo imprescindible. Ayer perecieron al menos seis militantes y un civil en bombardeos de la aviación israelí. No van a detenerse. "El Ejército debe continuar su ofensiva contra Hamás en Gaza", declaró el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz.

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Sólo durante las horas del mediodía, en la jornada sagrada de los musulmanes, se interrumpieron los combates entre Hamás y Al Fatah. Pero por la tarde luchaban en torno a la Universidad Islámica de Gaza, institución emblemática del movimiento integrista. El portavoz del brazo militar de Hamás, Abu Obaida, avisó: "Si vuelven a atacarla, los aplastaremos". La amenaza surtió efecto.

No es previsible que los generales israelíes decidan que sus soldados invadan Gaza por tierra más allá de unos pocos centenares de metros para atajar el disparo de cohetes, aunque hayan caído sobre la ciudad de Sderot y las zonas cercanas al territorio palestino unos 80 proyectiles en seis días.

Una mujer observa el entierro de un miliciano en Gaza.
Una mujer observa el entierro de un miliciano en Gaza.REUTERS
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