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La amenaza terrorista en África

Dos minas de uranio vitales para los reactores atómicos franceses

Areva extrae en Níger dos tercios de su producción mundial

Antonio Jiménez Barca

Las dos minas gigantes emplazadas en medio del desierto en Níger que explota Areva son vitales para los intereses del grupo empresarial francés, líder mundial en tecnología nuclear: constituyen los dos tercios de su producción mundial de este mineral estratégico. Es más, de los yacimientos de Somair y Cominak se alimentan, a la postre, a través de Areva, una tercera parte de los 58 reactores nucleares de que dispone Francia, que a su vez producen el 75% de la energía eléctrica que consumen los franceses. De ahí la importancia estratégica de estas minas de uranio para el Gobierno de Francia. Y no sólo para él. Gracias a su red de centrales nucleares, Francia exporta electricidad a España, Alemania, Italia, Holanda y Reino Unido, entre otros países.

El 75% de la energía eléctrica del país procede de las centrales nucleares
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Areva, empresa en la que el Estado francés tiene una participación mayoritaria que roza el 80%, es un gigante empresarial, joya de la economía francesa, que cuenta con 70.000 trabajadores repartidos en 40 países.

Está presente en todos los procesos industriales relacionados con la energía nuclear, desde la minería a la química, pasando por el enriquecimiento de uranio, la ingeniería y la construcción de reactores, y también en todo lo que hace referencia al tratamiento de los residuos, el reciclaje y el desmantelamiento de plantas nucleares. El grupo le ha servido a Francia para firmar acuerdos de colaboración en materia de energía atómica con países como Reino Unido, Italia, y Finlandia.

Pero el uranio escasea. Níger es el tercer productor mundial. Y Areva se encuentra en Níger, en concreto en la ciudad minera de Arlit, desde 1968. Sus empleados sufrieron secuestros por parte de la guerrilla de los tuaregs hace años. Pero es la primera vez que sus técnicos son capturados por terroristas.

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Los hombres que secuestraron el pasado día 16 a sus empleados tenían información muy detallada sobre las instalaciones de Areva. Tan precisa -y difícil de obtener- que el consejero de seguridad del grupo empresarial francés, Jacques Hogard, no ha dudado en asegurar que puede haber existido "una traición". "Se han beneficiado de información salida del seno del grupo Areva", según declaró a una radio francesa.

La traición y el soborno no son los únicos puntos oscuros que ensombrecen este secuestro. La empresa Areva y las autoridades de Níger se lanzan acusaciones mutuas. Según el grupo francés, los guardias de seguridad encargados de vigilar los domicilios de los empleados "no iban armados" porque las autoridades de Níger "no lo permitían".

Por su parte, el Gobierno de Níger asegura que Areva rechazó a las fuerzas de seguridad que les fueron ofrecidas para vigilar sus instalaciones y prefirió recurrir a guardias privados. "Por eso los secuestradores pudieron actuar con tanta facilidad", asegura un portavoz gubernamental citado por el diario Le Monde. Areva, a su vez, niega haber rechazado la ayuda ofrecida por las autoridades.

Mina de uranio de la empresa Areva en Arlit, al norte de Níger, donde trabajan los franceses secuestrados.
Mina de uranio de la empresa Areva en Arlit, al norte de Níger, donde trabajan los franceses secuestrados.AP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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