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La muerte de Bin Laden tiene una influencia limitada sobre el terrorismo del Cáucaso

La violencia en en la zona se rige más por factores internos rusos que internacionales, según los expertos

EL PAÍS

La lucha de los radicales islamistas en el norte del Cáucaso tiene su propia dinámica y no se verá afectada de forma sustancial por la muerte de Bin Laden. La violencia en el Cáucaso ruso se rige más por factores internos rusos que internacionales, según Alexandr Cherkásov, experto del centro de derechos humanos Memorial.

A diferencia de EEUU, donde el terrorismo es "de importación", porque en aquel país "no hay un medio favorable para que surja", en Rusia, existe un "terreno interior" para que se dé ese fenómeno, y "no es el Islam, como se piensa habitualmente, sino la invencible corrupción", afirmaba Guennadi Gudkov, vicepresidente del Comité de Seguridad de la Duma Estatal (parlamento) de Rusia. El exterminio de Shamil Basáyev (guerrillero checheno muerto en 2006) "no ha llevado a un descenso sustancial del terror en el Cáucaso del Norte", señalaba por su parte el diario Védomosti. "La estructura celular del terrorismo moderno no presupone ninguna dirección centralizada" y la "globalización produce préstamos de formas de terrorismo. Las suicidas se inmolaron en el metro de Moscú como las que se inmolaban en los autobuses israelíes hace 20 años, pero no tienen relación con Al Qaeda ni se plantean fines globales", afirmaba el periódico.

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Los responsables los servicios de seguridad de Rusia gustan de subrayar el factor internacional en la guerrilla que actúa en las montañas y bosques del Cáucaso. El Comité Nacional Antiterrorista (CNA) ha anunciado que el 3 de mayo en una zona montañosa de Chechenia fue exterminado un ciudadano turco de 34 años, que combatía con el nombre de Abdulla Kurd. Según el CNA, el turco, que se llamaba Doger Sevdet, era el emisario de Al Qaeda en el Cáucaso del Norte, desde la muerte, en una operación antiterrorista divulgada en abril, de un saudí conocido por el apodo de Moganned. Según la prensa rusa, Sevdet habría entrado en Chechenia por el valle de Pankisi (zona de Georgia fronteriza con Rusia y habitada por chechenos) en 1999.

En la guerrilla del Cáucaso hay extranjeros. Sin embargo, la presencia internacional es limitada en la actualidad, opina Cherkásov. "Puede que los clandestinos tengan ayuda exterior. Sin embargo, su principal fuente de ingresos no es la financiación exterior sino la extorsión a los funcionarios locales", señala el experto. Por esta razón, las inversiones planeadas por el Kremlin para el desarrollo turístico de la región pueden acabar alimentando la guerrilla, añade.

El 4 de mayo, el jefe del Gobierno ruso, Vladímir Putin, celebró una reunión dedicada al programa del desarrollo del Cáucaso hasta 2025, un documento destinado a poner en práctica la Estrategia que fue aprobada por el Gobierno en septiembre pasado. Putin trata de atraer inversores por medio de garantías estatales (50.000 millones de rublos este año) que compensen el factor de riesgo. La Corporación para el Desarrollo del Norte del Cáucaso supervisará 30 proyectos de inversión por valor de 145.000 millones de rublos, entre ellos minas en Daguestán y turismo de montaña en Chechenia. El ministro de las Regiones, Víctor Basarguín, ha asegurado que se crearán 26.000 puestos de trabajo. Preguntado sobre cómo influiría la muerte de Bin Laden en el Cáucaso, el representante presidencial en la zona, Alexandr Jloponin, aseguró que "positivamente". Si antes la prioridad era acabar con los cabecillas de la guerrilla, explicó, ahora es impedir que los jóvenes e echen al monte, lo que se puede lograr haciendo que el Cáucaso se convierta en una zona de prosperidad.

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Los "siloviki" (cuerpos de seguridad, policiales y militares) suelen enseñar los cadáveres de los personajes "exterminados" en alguna de sus operaciones, como el líder checheno Aslán Masjádov (muerto en 2005) y el guerrillero Shamil Basáyev. En ocasiones ocurre que el supuesto "terrorista muerto" está en realidad vivo. Ese es el caso del checheno Doku Umárov, que ha sido dado por muerto varias veces, la última de ellas (también una falsa alarma) este año en Ingushetia. Umárov, que se presenta como el Emir del Cáucaso, reivindicó el atentado del metro de Moscú en marzo de 2010 y el del aeropuerto de Domodédovo, en febrero pasado. En estos dos actos terroristas, ejecutados por suicidas, perecieron respectivamente 40 y 36 personas. Además, se atribuye a Umárov, el atentado contra el tren de alta velocidad entre San Petersburgo y Moscú, que causó 26 muertos, en noviembre de 2009.

En la lucha contra la guerrilla del Cáucaso, las autoridades han cosechado algunos éxitos recientemente. El 29 de abril prácticamente toda la cúpula de la guerrilla de Kabardino-Balkaria fue liquidada en una operación en el pueblo de Progress, en la provincia de Stávropol. Entre los muertos, cuatro dirigentes supuestamente subordinados a Doku Umárov, a los que se les atribuyen atentados contra turistas en el monte Elbrus el pasado febrero y el intento de volar una central hidroeléctrica. Los cadáveres de los guerrilleros muertos estaban tan deformados que hubo que practicarles la prueba del ADN para identificarlos, según el diario Kommersant.

Los combatientes radicales del Cáucaso tienen una estructura de células, no jerárquica, afirma Cherkásov. Se trata, dice, de estructuras muy estables y resistentes, aunque se destruya alguna de sus células. "La muerte de Bin Laden no tiene por que afectarla especialmente. En el Cáucaso hay otras redes, otros fanáticos y otros ideólogos", señala el experto, según el cual la situación varía según los distintos territorios de la zona y las tendencias hoy son dos, una más "universalista" y otra más nacionalista y étnica, esta última en Chechenia.

Para acabar con el terrorismo en el Cáucaso del Norte, señala Cherkásov, hay que cambiar la táctica de las operaciones contraterroristas, para que la sociedad se sienta protegida por el Estado y no amenazada. Además, hay que poner fin a la impunidad sistemática de los "siloviki" que cometen abusos en la lucha contraterrorista. Otro requisito para la pacificación es separar la lucha antiterrorista del conflicto religioso entre partidarios del islam tradicional de la zona (de inspiración sufí) y las corrientes salafitas o wahabies (fundamentalistas islámicos que arraigaron allí en la década de los noventa). En opinión de Cherkásov, hay que aislar a los fundamentalistas irreconciliables y legalizar a los salafitas pacíficos.

Dos dirigentes del Cáucaso del Norte, Iunús Bek-Yevkúrov, en Ingushetia y Magomedsalam Magomédov, en Daguestán, han iniciado en sus respectivos territorios una política de apertura y diálogo con la sociedad que ha dado algunos frutos, afirma Cherkásov. Pero el problema no remite. Las estadísticas elaboradas por Memorial sobre los "siloviki" que perecieron en el Cáucaso del Norte en 2010 registran 289 muertos y 551 heridos, de ellos la mayoría (159 muertos y 233 heridos) en Daguestán. En 2009, el número de víctimas en conjunto fue parecida (273 muertos y 562 heridos), pero su distribución geográfica fue distinta, ya que Chechenia e Ingushetia lideraban entonces la lista con 93 y 92 muertos y 192 y 231 heridos respectivamente. Proporcionalmente, el incremento más impresionante se dio en Kabardino-Balkaria, donde en 2010 hubo 32 muertos y 46 heridos (en 2009 fueron 5 muertos y 16 heridos). Según Memorial, en Ingushetia la clandestinidad terrorista fue descabezada y desorganizada en 2010. En Chechenia, a su vez, las fuerzas de seguridad utilizan cualquier método contra la guerrilla, incluida la intimidación de los parientes de los guerrilleros. Entre los sectores radicales de Chechenia y otros miembros de la guerrilla caucásica se ha producido una secesión, ya que los chechenos, con una conciencia muy arraigada de su propia identidad nacional, no reconocen a Doku Umárov y su concepción de lucha al servicio de un Estado no étnico.

Magomedsalam Magomédov dirige Daguestán desde febrero de 2010, pero durante su primer año de presidencia la situación en la república "ha continuado empeorando" y las cifras parecen "partes de guerra", dice Memorial en un informe sobre aquella república. En 2010, el número de atentados contra funcionarios de policía aumentó en un 20% en relación a 2009 y el número de víctimas entre los funcionarios se ha duplicado. Los guerrilleros matan a gente en el café, en los bares, queman comercios que venden alcohol, ponen cargas explosivas en las playas, secuestran a cazadores y guardabosques y extorsionan a los empresarios". Memorial ha registrado 23 casos de secuestros (en ellos cuatro desapariciones) en 2010, (en 2009 fueron 22 secuestros y cuatro desapariciones). Los "siloviki" aplican crueles torturas, continúan matando a gente sin juicio y realizan operaciones especiales que ponen en peligro a la población e incluso utilizan a ciudadanos como escudos humanos, afirma el informe. "La arbitrariedad de los órganos de orden público se da en todas partes" y los delitos cometidos por los policías, incluso con gran resonancia social, no se investigan, al contrario los órganos de investigación facilitan a los policías el evadir los castigos. Memorial constata que los jóvenes se radicalizan y continúan echándose al monte y afirma que los métodos militares y económicos "son insuficientes para resolver el problema del terrorismo y de las actividades armadas ilegales". Para evitar que los jóvenes se unan a la guerrilla es necesario que el Estado sea justo y que impere la legalidad, afirman.

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