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El nacionalismo económico reabre la división entre la vieja y la nueva UE

República Checa se enfrenta a Francia, a la que acusa de prácticas proteccionistas

Andreu Missé

El proteccionismo económico que se expande por Europa a medida que la crisis se hace más dura está abriendo una nueva brecha en las relaciones entre la vieja Unión Europea y la nueva, la que nació hace menos de cinco años con la entrada del bloque de países del este. Curadas las heridas políticas que dejó el enfrentamiento por la guerra de Irak -entre un oeste mayoritariamente en contra del conflicto y un este en favor de las tesis del ex presidente de EE UU, George W. Bush-, sangran ahora los primeros enfrentamientos por el creciente nacionalismo económico.

La reciente huelga contra los trabajadores extranjeros en Reino Unido fue un torpedo contra los cimientos del proyecto político de la Unión Europea. A partir de entonces, se han intensificado las medidas adoptadas por algunos Estados para proteger sus bancos e industrias, especialmente en el sector del automóvil. En el seno de la Unión hay en este momento un agrio debate con acusaciones cruzadas de anteponer los intereses nacionales a los europeos. Para abordar este tema, la presidencia checa de la UE ha convocado una cumbre extraordinaria para el 1 de marzo en Bruselas. Se celebrará "a puerta cerrada". Los checos, firmes defensores del libre mercado, quieren saber qué países de entre los Veintisiete ven con buenos ojos el proteccionismo y cuáles no.

El plan francés de ayudas al sector del automóvil irrita al Gobierno de Praga
Bruselas pide que se cumplan las reglas del mercado interior

La primera batalla abierta la están protagonizando el primer ministro checo, Mirek Topolanek, y el presidente Nicolas Sarkozy, con acusaciones contra el francés de vulnerar las reglas del mercado interior. Ayer, sin remilgos, Topolanek declaró: "Tenemos que darnos cuenta de que cada Estado miembro tiene diferentes enfoques para resolver este asunto. Unos piden más proteccionismo y otros un estricto cumplimiento de las reglas. Yo estoy entre los últimos".

Topolanek dijo esto en una conferencia de prensa junto a José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea. Con el propósito de apaciguar los ánimos, Barroso advirtió de que los dirigentes de toda Europa están sometidos a "fuertes presiones" debido a que "la gente y las empresas de la UE y el mundo están enfrentando tiempos duros".

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A nadie escapa que la reacción de Topolanek respondió al reciente anuncio de Francia de que concedería préstamos a sus fabricantes de automóviles (6.000 millones de euros), pero con la condición de que las empresas mantengan el empleo en Francia y bajo ningún pretexto lleven parte de su producción a República Checa, Eslovaquia y Rumania, países donde Peugeot-Citroën y Renault tienen plantas de ensamblaje. La medida francesa ha irritado a los Gobiernos del este, que temen que sean estas plantas subsidiarias las que se lleven la peor parte de la crisis. Aparte de Francia, Suecia también estudia medidas similares, es decir, ayudas a sus fabricantes a cambio de que esos recursos se reinviertan sólo en el país. Italia, que tiene a Fiat operando en Polonia, ha dado incentivos al sector, pero no condicionadas a la protección del empleo local, mientras que Alemania -con producción en Eslovaquia, República Checa, Hungría y Polonia- puso en marcha un plan similar al italiano, sin vincular los incentivos a la nacionalidad de la marca.

Francia reaccionó en bloque a las críticas checas. Varios ministros del Gobierno de Sarkozy salieron en defensa de las ayudas al sector del automóvil. "No es proteccionismo", dijo el ministro de Asuntos Europeos, Bruno Le Maire. "Se trata de defender nuestra industria y nuestro empleo", añadió. "Creo que es lo menos que podemos esperar de un Gobierno cuando se enfrenta a la crisis". El primer ministro francés, François Fillon, visitará hoy Bruselas para exponer su plan y tiene previsto visitar varios países europeos incluida, República Checa.

Una de las cosas que más molestaron al Gobierno de Francia es que Topolanek aludió a "reacciones xenófobas" y advirtió que "algunos problemas que estaban latentes ahora son visibles". Barroso coincidió con el primer ministro checo sobre los peligros del auge del nacionalismo económico y se comprometió a examinar a fondo las medidas adoptadas por París. "Analizaremos el plan [francés]", dijo, "y veremos si es compatible con las reglas del mercado interior". "Si no fuera así, tendría efectos negativos sobre otros, que habría que evitar (...). El repliegue nacionalista es una tentación, contra el mercado interior y la libre circulación de las personas", añadió el presidente de la Comisión Europea.

Aparte de la reunión del 1 de marzo, Topolanek y Barroso convocaron una segunda cumbre extraordinaria de los Veintisiete para mayo. Será en Praga pero no se ha precisado fecha. En esta segunda reunión se propondrán medidas sociales ante el fuerte aumento del desempleo. A finales de 2008, la UE registraba 17,9 millones de parados, 1,6 millones más que el año anterior. El desempleo, que estaba en el 7% de la población activa de la UE en 2008, aumentará hasta el 9,5% en 2010, según las previsiones de la Comisión. En el caso de España, pasará del 11,3% al 18,7%.

El primer ministro checo, Mirek Topolanek (izquierda), y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, en Bruselas.
El primer ministro checo, Mirek Topolanek (izquierda), y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, en Bruselas.EFE

Cumbres anticrisis

La presidencia checa de turno de la UE ha convocado, con el apoyo de la Comisión, dos cumbres extraordinarias dedicadas a debatir medidas contra la recesión y el desempleo que afligen al continente. La primera se celebrará el día 1 de marzo. La reunión ordinaria del Consejo Europeo está prevista para el 19 y 20 de marzo. La segunda cumbre extraordinaria convocada por los checos se celebrará en mayo, en una fecha aún por determinar.

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