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La nueva lucha entre Fatah y Hamás deja al Gobierno palestino al borde del abismo

El ministro de Interior abandona el cargo, impotente ante la muerte de nueve personas

Por dos veces había rechazado su dimisión el jefe del Gobierno palestino, Ismail Haniya. Pero ayer, el ministro del Interior, el independiente Hani al Kawasme, se la presentó de forma irrevocable. Era el hombre clave en un Ejecutivo que ahora se tambalea, un puesto que sólo pudo cubrirse tras meses de arduas negociaciones entre Hamás y Al Fatah. Los nueve milicianos y periodistas afines a ambos partidos muertos en las últimas 48 horas han sido la espoleta. Kawasme había advertido de que los hombres fuertes de las dos milicias hacían y deshacían sin atender a sus órdenes.

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"Desde el principio afronté obstáculos que despojaron al ministro de sus poderes y convirtieron mi posición en un cargo vacío de autoridad. Digo a todas las partes, incluido el presidente [Mahmud Abbas] y el primer ministro, que no puedo aceptar ser un ministro sin autoridad", declaró el abogado Kawasme al anunciar ayer su dimisión. De momento, el propio Haniya se hará cargo de la cartera de Interior.

El abandono de Kawasme supone un durísimo golpe para un Gobierno que desde el primer día estuvo al borde del abismo. Desde el 15 de marzo, cuando el Parlamento palestino -con la ausencia de 41 diputados (38 de ellos de Hamás) encarcelados en prisiones israelíes- dio su visto bueno en Gaza y en Ramala al Ejecutivo de unidad constituido tras el acuerdo de La Meca, forjado merced a la presión diplomática y financiera de Arabia Saudí el 8 de febrero anterior.

Poco a poco se desvanece la esperanza que sacó a las calles de Gaza aquel 8 de febrero a decenas de miles de personas.

Al menos dos guardaespaldas de dirigentes de Al Fatah murieron ayer en un ataque de hombres armados de Hamás, que asaltaron las oficinas de un portavoz del partido rival en la ciudad de Gaza. La tercera víctima fue un transeúnte que se vio envuelto en un tiroteo en Jan Yunis, en el sur del territorio.

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Los heridos se cuentan por decenas y los secuestros de dirigentes de uno y otro partido se encadenan. De poco sirve la incansable mediación de funcionarios de los servicios de espionaje egipcios, que logran que las partes firmen un alto el fuego que apenas se mantiene en vigor un puñado de horas.

Sólo dos meses ha durado la calma, siempre precaria, entre las milicias de dos partidos que no hallan el modo de apaciguar los ánimos. No es de extrañar. Sus proyectos se sitúan en las antípodas. Al Fatah, tras su amarga derrota en las legislativas de enero de 2006, tras casi medio siglo de hegemonía política indiscutible, rechazó ceder el poder y puso todas las trabas imaginables al Gabinete formado por Haniya. Y sus dirigentes apuestan por un proceso de paz que no cuaja, por el momento, en resultado alguno.

Sin renuncia a las armas

El movimiento islamista Hamás, tras su decisión de pelear en la arena política -sin renunciar nunca a la lucha armada contra Israel- no está dispuesta a abandonar el Gobierno. Y no quiere oír ni hablar de negociación con el Estado hebreo.

Únicamente propone una tregua al lanzamiento de cohetes Kassam si el Ejecutivo de Ehud Olmert detiene las continuas operaciones militares en Cisjordania. Casi 400 milicianos y civiles palestinos murieron en un año de cruentos enfrentamientos a balazos que a punto estuvieron de degenerar en una guerra civil.

Si se pregunta en las calles de Gaza y Cisjordania quiénes orquestaron huelgas contra el Ejecutivo de Hamás, quiénes ordenaron asesinatos de militantes islamistas, y quienes instigaron el caos, la respuesta es casi siempre la misma: Mohamed Dahlan, amo y señor de los cuerpos policiales leales al presidente Abbas, y sus subordinados. Hasta el mes de diciembre. Fue entonces cuando Hamás decidió responder y los cadáveres cayeron en el bando contrincante. Pocos días después de formarse el Gobierno de unidad, Dahlan fue nombrado consejero de Seguridad Nacional. Y entonces brotaron las primeras chispas.

Hoy, los palestinos conmemoran la Naqba, el desastre, la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus hogares en las semanas previas y posteriores a la fecha de la fundación del Estado de Israel, el 15 de mayo de 1948. Ahora encaran otra catástrofe, esta vez fratricida.

La madre de Soliman al Ashi, asesinado el domingo, recibe consuelo durante el entierro, ayer en Gaza.
La madre de Soliman al Ashi, asesinado el domingo, recibe consuelo durante el entierro, ayer en Gaza.REUTERS

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