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Ola de cambio en el mundo árabe

El nuevo Gobierno de Túnez trata de imponer su autoridad

Los soldados, presentes en las calles, evitan la violencia

El Gobierno de Túnez, recién purgado de todos los miembros del partido del dictador Zine el Abidine Ben Ali, decidió ayer por la tarde poner fin a la protesta que los tunecinos más pobres, originarios del centro y el sur del país, y protagonistas indiscutibles de la revuelta que depuso al presidente el 14 de enero, mantenían en la plaza donde radica la oficina del primer ministro, Mohamed Ghanuchi. Sin el visto bueno del Ejército, que se retiró de la plaza de la Kasba antes de la carga, es más que dudoso que Ghanuchi ordenara dispersar a los insurrectos, que por la mañana pedían su dimisión.

Por la mañana, la capital había recobrado totalmente el pulso; los atascos de tráfico en la avenida Habib Burguiba reaparecían tras un par de semanas, y grupos de abogados -muy implicados en la revolución- trataban de persuadir a la muchedumbre procedente de Sidi Bouzid, Gafsa, Kasrine, Tatauine, Kebili, pero también residentes de la capital, de que abandonaran la protesta. Los había que preferían dar una oportunidad al nuevo Gobierno, pero también quienes seguían exigiendo la desaparición inmediata de la vida política de Ghanuchi, durante más de una década primer ministro de Ben Ali. Incluso se negociaba que una comisión se reuniría con Ghanuchi.

"El cambio es positivo, pero hay que estar vigilantes", dice una estudiante
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"El cambio de Gobierno es un paso positivo, pero hay que estar muy vigilantes", afirmaba la estudiante de Derecho Enma Tlili, vecina de la capital, quien no ocultaba su admiración por los manifestantes procedentes del sur: "Si no fuera por ellos seguiríamos bajo la bota de Ben Ali". Para muchos ciudadanos, y no solo los pobres de las regiones agrícolas, el régimen sigue presente.

Durante la madrugada de ayer, matones leales al Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), el partido de Ben Ali, causaron altercados al atacar con bates a los manifestantes de la Kasba y la policía, que ya había cerrado los baños públicos, impedía a gente de la capital llevar comida al lugar de la protesta. No obstante, todavía presentes los militares, los disturbios no fueron a mayores. Cuando ayer caía la tarde comenzó la trifulca. Los soldados, según testigos, se retiraron de la plaza de la Kasba, y la policía arremetió contra los manifestantes. Todo apunta a que los rebeldes sureños han sido abandonados por el grueso de los tunecinos.

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Un manifestante del interior rural del país acampa ante la oficina del primer ministro en Túnez.
Un manifestante del interior rural del país acampa ante la oficina del primer ministro en Túnez.REUTERS

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