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La oposición boicotea la ceremonia de apertura del nuevo parlamento turco

La parálisis parlamentaria podría poner en peligro la esperada reforma constitucional

No fue un farol. Los rumores de que el principal partido de la oposición turca boicotearía la ceremonia de apertura del nuevo parlamento turco se materializó ayer, cuando los 135 diputados socialdemócratas de CHP se negaron a jurar sus cargos. El motivo: protestar por la negativa de los tribunales de poner en libertad a dos diputados de la formación sospechosos de formar parte de la trama golpista Egenekon.

"No juraremos nuestros cargos hasta que nuestros amigos puedan hacerlo" aseguró el líder de la formación Kemal Kiliçdaroglu horas antes del inicio de la ceremonia. Sus correligionarios, el profesor Mehmet Haberal y el periodista Mustafa Balbay, elegidos durante las elecciones del pasado 12 de junio, se encuentran en prisión acusados de intentar acabar con el gobierno del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan. Tanto a ellos como a un tercer diputado del partido nacionalista, acusados de los mismos cargos, se les ha prohibido abandonar la prisión para tomar posesión de su acta. Un acta que les daría inmunidad legal durante los próximos cinco años.

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El boicot del CHP se suma al anunciado, la semana pasada, por los 36 diputados kurdos. Ninguno de los diputados acudió ayer a la asamblea, ni acudirán en los próximas sesiones hasta que se le devuelva su acta parlamentaria al político kurdo Halip Dicle, declarado inelegible por la Junta Electoral Suprema al pesar sobre él una condena de un año y ocho meses de cárcel por "propaganda terrorista". A esta reivindicación, se suma la de la puesta en libertad de otros cinco diputados kurdos, encarcelados en el marco del juicio KCK que investiga la supuesta relación entre intelectuales y políticos kurdos con la guerrilla del PKK.

Al contrario de la acción del principal partido de la oposición -meramente simbólica ya que sólo se negaron a jurar su cargo durante la ceremonia de ayer - la ausencia de los 36 diputados kurdos en el hemiciclo pueden bloquear el futuro inmediato de la política nacional. Según la ley turca, si el 5 % de los escaños del parlamento quedan vacíos se deben de volver a elegir transcurridos tres meses. El bloque del partido kurdo (BDP), bajo cuyo paraguas se presentaron los 36 diputados kurdos independientes, supera esta proporción, lo cual obligaría a repetir las elecciones en las circunscripciones que representan.

Desde que el BDP hizo públicas sus intenciones, no han cesado las llamadas al dialogo nacional por parte de los actores económicos y sociales. La posibilidad de un aumento de la violencia en el sudeste turco y la paralización del parlamento durante tres meses, con el consiguiente retraso de las anunciadas reformas constitucionales, preocupa a todos. Además, como apuntan muchos analistas, de retirar las actas parlamentarias a los diputados, los escaños pasarían a la formación que mayor número de votos haya sacado en los comicios, en este caso el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). De sumar ocho diputados más, el AKP que obtuvo 326 escaños durante las elecciones del pasado 12 de junio, conseguiría el número de representantes necesarios para anunciar un referéndum sobre la esperada reforma constitucional sin el apoyo del resto de las formaciones políticas.

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El columnista Mustafa Akyol, argumentaba la semana pasada que el gobierno sería tachado de "oportunista y sin principios" si no hacía todo lo posible por rescatar a los políticos. En la memoria de todos está el rescate en 2003 de Recep Tayyip Erdogan, cuando fue declarado no-elegible debido a un poema que recitó cuando era alcalde de Estambul donde, según la judicatura, se incitaba al odio religioso y racial. El propio Presidente, Abdullah Gül, quiso usarlo como ejemplo para pedir, el domingo pasado "un dialogo maduro dentro del parlamento donde resolver los problemas derivados de las leyes".

El llamado de Gül, que en ocasiones anteriores podría haber calmado los ánimos, ha caído esta vez en saco roto. Tras una campaña electoral tensa y llena de descalificaciones, será difícil recobrar la voluntad de diálogo entre las fuerzas políticas. "Nos opondremos a esta deriva hacia una dictadura civil y nos opondremos al AKP" advirtió el jefe de la oposición. Parece que Turquía aun tiene muchos deberes pendientes antes de ponerse a la tarea de renovar su Cara Magna, si desea, claro está, que sea por consenso.

Recep Tayyip Erdogan, primer ministro y líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), se dirige a sus seguidores durante un mitin en Erzurum (este de Turquía).
Recep Tayyip Erdogan, primer ministro y líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), se dirige a sus seguidores durante un mitin en Erzurum (este de Turquía).REUTERS

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