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Elecciones en Rusia

La oposición liberal se queda fuera del sistema

Los grupos democráticos han sido incapaces de unirse

A no ser que ocurra un milagro, en la Cámara que se elegía ayer no habrá ningún representante de los partidos liberales que sembraron las primeras semillas de la democracia en Rusia. Esta circunstancia lamentable responde tanto a restricciones externas como al mismo comportamiento de la Unión de Fuerzas de Derechas (UFD) y de Yábloko, partidos entre los que existen diferencias que hacen imposible el frente común.

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Los dirigentes de la UFD tuvieron puestos de gran responsabilidad en la época de Boris Yeltsin, lo cual los identifica con las penalidades vividas por la población rusa durante la primera etapa de un capitalismo salvaje. Este hecho ha sido utilizado por sus enemigos, sobre todo Rusia Unida, para desautorizar y desacreditar a aquellos que, con todos sus defectos y errores, hicieron posible la democracia en el país.

A diferencia de la UFD, Yábloko juega con diferentes elementos. Por una parte, se niegan a pactar con la UFD, porque no quieren ser identificados totalmente con la derecha. Por la otra, se niegan a perfilarse globalmente como socialdemócratas, por miedo a ser asociados a otras fuerzas del pasado que pretenden asumir estas posiciones. El resultado es que dan una imagen desdibujada.

La incapacidad de estas fuerzas para llegar a un compromiso y unirse ya hizo que se quedaran fuera de la Duma anterior. La situación ahora es peor: en la Cámara saliente había algunos diputados liberales gracias a que el 50% de los parlamentarios habían sido elegidos por circunscripciones territoriales mayoritarias.

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Con la nueva legislación, la totalidad de los 450 escaños se eligen mediante listas de partidos y con ello desaparece la figura del diputado independiente. Los liberales no han obtenido el 3%, así que se verán obligados a pagar por los espacios publicitarios oficiales que les han sido facilitados durante la campaña electoral, lo que para Yábloko puede suponer la ruina.

Entre las dificultades externas del fracaso de los demócratas se cuenta tanto la censura de la que han sido objeto en los canales de televisión centrales, así como la nueva legislación y la agresiva propaganda en contra de ellos que ha encabezado el mismo presidente Vladímir Putin. Pero hay que reconocer que gran parte de la responsabilidad la tienen los mismos partidos, por no haber sabido realizar un trabajo sostenido de fondo durante el último mandato de Putin y por no haberse atrevido a plantar cara ante el progresivo recorte de las libertades cívicas conquistadas en época de Borís Yeltsin.

No han divulgado programas alternativos atractivos y desaparecieron prácticamente de los debates públicos. A esto hay que agregar que el sistema de Putin ha fichado a varios dirigentes válidos de Yábloko.

Otros, como Anatoli Chubáis, ex jefe de la administración de Yeltsin y cerebro de las privatizaciones, ha venido ayudando a su partido como miembro de la UFD, pero se ve neutralizado por el cargo que ocupa a la cabeza del consorcio eléctrico estatal.

La verdadera oposición a Putin ha sido marginal y ha estado protagonizada por la Otra Rusia, un conglomerado de fuerzas creado en 2006 con un espectro que va desde la ultraizquierda de los nacional-bolcheviques hasta la derecha liberal del ex jefe de gobierno Mijaíl Kasiánov. En esta alianza sui generis ha desempeñado un papel fundamental el ex campeón mundial de ajedrez, Gari Kaspárov, que no ha dudado en salir a la calle como un estudiante apasionado para enfrentarse con la policía.

A este campo pertenece también la oposición, más radical si cabe, de quienes lo han perdido todo: Las Madres de Beslán, organización que agrupa a los familiares de las víctimas de los niños que perecieron en la escuela de esa ciudad norosetia en septiembre de 2004. Las Madres de Beslán no sólo han declarado abiertamente que no votarán a Rusia Unida, sino que han hecho propaganda en contra, por lo que han sido multadas.

Su falta ha sido colocar flechas con la inscripción "El Plan de Putin" -nombre del programa que avala Rusia Unida, el partido del presidente- apuntando hacia las ruinas de la escuela destruida en el asalto de las fuerzas de seguridad con que culminó la sangrienta tragedia.

Gari Kaspárov muestra una papeleta tachada en señal de protesta.
Gari Kaspárov muestra una papeleta tachada en señal de protesta.AFP

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