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Los padres de los falsos huérfanos de Haití exculpan a los baptistas de Idaho

Familiares de los niños aseguran que volverían a entregarlos al grupo

Francisco Peregil

La mayor parte de los 33 niños que iban a ser sacados de Haití la noche del pasado viernes hacia un orfanato de República Dominicana tienen padre y madre. Veinte de ellos vivían en la aldea de Calebasse, a una hora de Puerto Príncipe. Y todos ellos volverían a entregarle los niños a los 10 baptistas de Idaho (EE UU) que vinieron a recogerlos y se encuentran detenidos en la capital haitiana.

No conocen a ninguno de ellos, no los habían visto jamás. Pero conocen al blanco que los trajo a Calebasse. Y se fían de él. "Lo conocemos desde hace nueve años. Tiene un orfanato en Puerto Príncipe y durante todos estos años a nosotros nos ha traído medicinas, ropa, comida y educación para nuestros hijos. Después del terremoto vino con los otros blancos y nos dijo que ellos podían dar un futuro mejor a los niños. Y estamos convencidos de que así iba a ser. Ha sido el Gobierno el que lo ha impedido, el mismo Gobierno que todavía no ha venido aquí a interesarse por nuestra situación", comenta Florance, madre del niño de ocho años Carl Ramirez Antonne, quien se encuentra ahora en las instalaciones de la ONG Aldeas Infantales.

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Florance desconoce el nombre del "blanco" benefactor. En la aldea le han llamado siempre igual que a cualquier blanco y se fían de él. Lo mismo le sucede a Brutute Milien, de 28 años. Vive con su abuela y decidió entregar a su hermano Nacofa, de 9 años. "Mi padre murió hace dos años y mi madre está inválida. Tengo otro hermano de 15 años y mi abuela. Creo que hice lo mejor que pude hacer por Nacofa. Nos dijeron que se los llevaban a República Dominicana y que a lo mejor dentro de tres meses podríamos ir a verlos; o los niños podrían venir a visitarnos más adelante. Y seguro que lo iban a hacer así, pero el Gobierno ha complicado las cosas", señala.

La entrevista con cinco familiares de niños se ve interrumpida constantemente por la misma pregunta de ellos: "¿Usted puede hacer algo para que mejore nuestra situación?". La carretera que lleva durante una hora desde Puerto Príncipe a la aldea de Calebasse parece propia de otro país. El humo, el polvo y los escombros del terremoto quedan abajo y mientras el coche serpentea entre montañas verdes van quedando atrás chalés protegidos por murallas, casas con torreones y palacetes en los picos de las montañas. Las fortunas más ricas de Haití parecen haber escogido estas colinas para solazarse los fines de semanas. Casi ninguna de esas viviendas lujosas ha sido afectada por el terremoto. Hay que continuar subiendo con el automóvil, dejar a un lado varias iglesias baptistas, meterse por varios carriles sin asfaltar y... entonces sí. Entonces reaparece una pequeña porción de Haití con toda su podredumbre, su hambre y sus muertos en la aldea de Calebasse. Muchas de estas casas han quedado destrozadas. Murieron unas 20 personas el 12 de enero.

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"Somos campesinos, no tenemos apenas para comer", insiste Florance. Aseguran que "los blancos" no les pagaron a cambio de llevarse a los niños. Tampoco piden dinero a los periodistas. Sólo intentan que cualquier blanco haga las gestiones necesarias para que se levanten las casas destruidas en Calebasse y mejore las condiciones de vida. Ninguno parece ser consciente de que mejorar las condiciones materiales de sus hijos no siempre significa mejorar sus vidas. El trato del "blanco" que promete un futuro mejor para los hijos a cambio de los propios hijos podría hacer pensar en la vieja leyenda de los conquistadores que intercambiaban baratijas por lingotes de oro.

Los estadounidenses baptistas de la organización Refugio Para Menores Nueva Vida alegan que sólo querían instalarlos en un orfanato de República Dominicana. Tras ver el paisaje que rodea a Calebasse cabe preguntarse: ¿y por qué no darles albergue allí mismo? Si querían un orfanato para ellos, en Calebasse hay uno también. Desde fuera parece que el terremoto no le afectó, aunque ayer mantenía sus puertas cerradas y ningún responsable quiso abrirlas. Sólo se oían niños detrás de la verja. Los padres de Calebasse tienen la impresión de que el lugar al que iban a ir sus hijos era mucho mejor que ese orfanato. Confían en "el blanco" más que en ellos mismos.

La abuela de uno de los 33 niños (centro), rodeada de otras madres, muestra la foto de su nieta con Laura Silsby, líder de los baptistas.
La abuela de uno de los 33 niños (centro), rodeada de otras madres, muestra la foto de su nieta con Laura Silsby, líder de los baptistas.CRISTÓBAL MANUEL

El tesoro de Duvalier

El ex dictador Jean Claude Baby Doc Duvalier no tendrá acceso al tesoro de cuatro millones de euros que depositó en Suiza tras la huida de Haití en 1986. El Consejo Federal suizo congeló ayer los fondos del clan Duvalier por su "origen criminal" y anunció un proyecto de ley que permita confiscar el dinero y devolverlo a las autoridades haitianas.

La decisión del Gobierno suizo llegó después de que se conociera la sentencia emitida el 12 de enero, el mismo día del terremoto, por el Tribunal Federal, máximo órgano judicial del país, que invalidó la restitución del patrimonio al Gobierno haitiano. En su fallo, el Tribunal consideraba que los hechos habían prescrito pero reconocía el origen criminal de los fondos, desviados de las arcas públicas de Haití.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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