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Reportaje:

Un país que ha evitado las favelas

Los críticos de la reforma dentro del Partido Comunista Chino creen que la medida sólo creará cinturones de pobreza alrededor de las grandes urbes

China está inmersa en un proceso migratorio y de urbanización sin precedentes en la historia de la humanidad. Más de 200 millones de personas han dejado sus pueblos -al menos la mitad de forma permanente- desde principios de la década de los ochenta, cuando el país puso en marcha las reformas económicas. Han emigrado a las grandes ciudades y las zonas costeras para trabajar en la construcción, la industria de servicios, y, sobre todo, en ese tejido infinito de factorías y talleres que ha convertido China en la fábrica del mundo.

Se estima que entre 2001 y 2020 más de 300 millones se mudarán a las ciudades, lo que transformará completamente el paisaje urbano. Está ocurriendo en Pekín, donde en los últimos cinco años han surgido barrios enteros. Allí donde antes había campos yermos, hoy se elevan torres de apartamentos relucientes y centros comerciales, conectados por amplias avenidas. El Gobierno calcula que en 2050 el 80% de la población vivirá en núcleos urbanos, frente a algo más del 43% en la actualidad.

Entre 2001 y 2020, 300 millones de campesinos se irán a las metrópolis
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Una de las características del éxodo migratorio chino es que, a diferencia de India, Brasil e Indonesia, se ha producido sin llevar emparejada la creación de gigantescos barrios de chabolas en las afueras de las metrópolis.

Esto se debe a varias razones. Por un lado, aquellos emigrantes que se quedan sin trabajo en las ciudades o se cansan de su nueva vida han podido regresar a sus aldeas y explotar los campos que no habían podido vender cuando se fueron, aunque muchos cedan su explotación a vecinos de manera informal. Por otro lado, la proliferación del chabolismo ha sido frenada por el sistema de registro de residencia (hukou), que fuerza a los campesinos a dejar al cónyuge y a los hijos en el pueblo, porque la falta del registro les impide disfrutar de los mismos derechos que los residentes urbanos. A ello se suma, el hecho de que la mayoría de los emigrantes cobran salarios que no les permiten alquilar una vivienda y duermen en pequeñas habitaciones compartidas.

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En el campo chino no hay trabajo para todos. De ahí, que una de las estrategias del Gobierno para elevar el nivel de vida rural sea impulsar la emigración. Algunos expertos temen que el desplazamiento masivo sirva tan sólo para trasladar la pobreza de lugar. Afirman que estos éxodos someterán a una gran presión a las ciudades, que deberán ser capaces de generar empleos, proporcionar viviendas a los recién llegados y crear las infraestructuras sanitarias y educativas.

El proceso de urbanización, como ha ocurrido en otros países, incluida España, va unido al desarrollo que impulsa el paso de una sociedad agrícola a otra industrial y de servicios. Pero en una nación de 1.330 millones de habitantes, el cambio adquiere una dimensión distinta. Esto explica que cada paso que dan las autoridades llegue de forma cauta y progresiva, con un objetivo siempre en la mente: mantener la estabilidad del país.

A la vez que impulsa el proceso de migración, Pekín quiere modernizar el campo y reducir la fuerte brecha creada con las ciudades. Durante el XVII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), celebrado en octubre de 2007 (el cónclave tiene lugar cada cinco años), el presidente, Hu Jintao, reconoció que el partido no ha respondido a todas las expectativas del pueblo, y se comprometió a reducir las desigualdades, atajar la corrupción y promover un modelo de desarrollo más sostenible. "Nuestro desarrollo económico se realiza con un coste excesivamente alto en recursos y medio ambiente. Existen desequilibrios entre las zonas rurales y las ciudades, entre las regiones, y entre la economía y la sociedad", señaló, para prometer a continuación que las pautas de desarrollo serían modificadas de forma importante.

Se prevé que durante la reunión del Comité Central del PCCh, que comenzó ayer en Pekín, los líderes analicen también medidas para reforzar la economía, que vendrían a sumarse a la rebaja de tipos de interés decretada el miércoles para hacer frente a la crisis financiera mundial.

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