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Reportaje:

Un país rico al alcance de Occidente

Las empresas extranjeras esperan obtener concesiones en los sectores del petróleo y del gas, y contratos para la reconstrucción del país tras la guerra

Francisco Peregil

Solo hay que circular por las cientos de calles sin asfaltar que hay en Trípoli para constatar que el país nunca nadó en la abundancia. Ahora, esa precariedad puede volverse dramática si el petróleo no vuelve a fluir. Antes de la guerra, Libia producía 1,6 millones de barriles diarios. Ahora, apenas 50.000. Aunque las autoridades libias anunciaron el miércoles que se había retomado la producción de crudo, recuperar los niveles anteriores no será posible hasta finales del próximo año, según el Banco Central de Libia.

Las empresas extranjeras, sobre todo las dedicadas a la energía, se preparan para obtener nuevos contratos en la nueva Libia y, las que ya estaban trabajando en el país, seguir haciéndolo. La empresa italiana ENI, la que hasta ahora gozaba de mayores cuotas de producción de petróleo en el país, ya ha enviado a su consejero delegado a Bengasi para averiguar cuándo pueden reanudar el trabajo y en qué condiciones. Repsol también ha trasladado a varios representantes. Y la francesa Total, que seguramente se llevará la parte del león en los nuevos contratos, se mantiene en silencio. La italiana ENI extraía de Libia el 14% de su producción mundial, Repsol un 4% y Total un 3%, lo mismo que China, país que solo reconoció al Consejo Nacional de Transición hace cuatro días. Que esas cifras van a cambiar nadie lo duda. Lo que se dirime estos días en Bengasi es a costa de quién aumentarán sus extracciones Total y BP, originarias de los dos países que más han apoyado a los rebeldes.

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Aunque ya se ha recuperado la actividad en algún campo petrolero y se espera reiniciar las primeras exportaciones la semana próxima, los obstáculos no serán fáciles de esquivar. La Agencia Internacional de la Energía estima que para final de 2012 solo se habrán alcanzado 1,1 millones de barriles. De momento, sigue habiendo colas kilométricas en las gasolineras de Trípoli. La maquinaria de extracción se ha deteriorado en muchos casos, cuando no destruido. Y muchas refinerías y campos petrolíferos han sido minados. Quitar esas bombas será un trabajo costoso en el que Reino Unido y Francia se han comprometido a arrimar el hombro.

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El primer ministro británico, David Cameron, declaró ayer que la mejor forma de ayudar a Libia ahora es desbloqueando los miles de millones que la ONU embargó a Muamar el Gadafi y que han de volver al pueblo libio. Cameron añadió que espera descongelar próximamente 18.000 millones de dólares. Pero eso solo ayudará a pagar salarios y cubrir ciertos servicios básicos -que no es poco- durante algunos meses. Solo la vuelta a la normalidad de la industria petrolífera, cuyas exportaciones suponen el 95% de las totales en el país, permitirá que Libia renazca de las cenizas.

La buena noticia es que el país necesita venderlo y el mundo necesita comprarlo. Aunque esos 1,6 millones solo suponen un 2% de la producción mundial, se da la circunstancia de que el petróleo libio es muy cotizado por su pureza. La mala es que el 80% de la producción del país sale de Sirte, zona natal de Gadafi, que todavía está en manos de sus leales.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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