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El desafío nuclear iraní

Los países del Caspio buscan una política energética común

Los presidentes se dan un año para superar las diferencias y repartirse el gas y el petróleo

Ángeles Espinosa

Los presidentes de Irán, Rusia, Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán han remitido a su próxima cumbre, el año que viene en Bakú, la firma de una convención para repartirse las riquezas del mar Caspio. La unanimidad frente a las interferencias externas en la región que expresaron ayer en Teherán no se trasladó a la demarcación de sus fronteras marítimas y a la propiedad de los depósitos de hidrocarburos de ese lago. Sus intereses divergentes siguen frenando la cooperación regional.

Irán está decidida a competir con Rusia como suministrador de gas a Europa

El bloqueo sobre los recursos energéticos del mar Caspio se remonta a 1991, cuando se produjo el desmembramiento de la Unión Soviética. Desde entonces, los cinco países ribereños han sido incapaces de lograr un acuerdo para su explotación, lo que ha frenado la extracción y comercialización de sus hidrocarburos.

Y no es que el pastel sea pequeño. Según el Departamento de Energía de Estados Unidos, el Caspio guarda bajo sus aguas 44.000 millones de barriles de petróleo, una cifra similar a las reservas norteamericanas conocidas. Sus reservas de gas natural son aún más impresionantes: con 232 billones de pies cúbicos, rivalizan con las de Arabia Saudí, el máximo exportador de hidrocarburos del mundo. En conjunto, los cinco países reunidos ayer en Teherán suman casi la mitad de las reservas mundiales de gas y una quinta parte de las de petróleo.

Rusia, Azerbaiyán y Kazajistán, que tienen las mayores longitudes de costa en el Caspio, ya han firmado acuerdos dividiéndose la parte norte del lago de acuerdo con ese criterio. Incluso han alcanzado arreglos para compartir los depósitos de crudo que se hallan en las zonas fronterizas. Sin embargo, Irán y Turkmenistán quisieran un reparto equitativo de esas aguas para cada uno de los cinco países ribereños.

La oposición de ambos, que reclaman una parte de las aguas que se ha atribuido Azerbaiyán, ha impedido un acuerdo global y retrasado la necesaria inversión extranjera. La multinacional británica BP suspendió en 2001 sus trabajos en un campo frente a la costa azerbaiyana después de que una fragata de guerra iraní amenazara a sus trabajadores. Turkmenistán, por su parte, disputa la propiedad de varios campos actualmente explotados por los azeríes.

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En el caso de Irán, la diferencia es significativa. De acuerdo con su propuesta, le correspondería el 20% de las aguas del Caspio. Si se aplica el criterio favorecido por sus vecinos del norte esa participación se reduce a un 13% del total. De momento, Teherán no tiene prisa por lograr un compromiso porque la mayoría de sus reservas petrolíferas -las terceras de todo el mundo con 132.000 millones de barriles- se encuentran en el golfo Pérsico, al sur del país.

Sin embargo, desde la llegada a la presidencia de Gurbanguly Berdymukhammedov, Turkmenistán está tratando de solucionar sus diferencias con Azerbaiyán y ha iniciado negociaciones bilaterales. Su Ejecutivo se ha mostrado interesado en un proyecto respaldado por los Gobiernos de Estados Unidos y Europa para construir un gasoducto que atraviese el mar Caspio evitando los territorios de Rusia e Irán. Washington insiste en aislar a Teherán, en tanto que Europa está interesada en diversificar las rutas procedentes de Asia Central y reducir su dependencia de los envíos de hidrocarburos que decide Moscú.

De ahí que el presidente ruso, Vladímir Putin, haya mostrado durante la cumbre de Teherán una inusual preocupación por la preservación del medioambiente en el Caspio. Rusia pretende que, con ese pretexto, la futura convención prohíba las conducciones marítimas, algo que también le conviene a la República Islámica. No obstante, y aunque el proyecto iraní de poner en marcha un cartel del gas similar al del petróleo no se ha vuelto a comentar, los intereses de ambos pueden terminar rivalizando en su afán por conquistar el mercado gasista internacional.

Rusia, que es el principal abastecedor de gas natural a Europa con un 25% de sus necesidades, intenta que los futuros acuerdos aumenten su control. Por su parte, Irán, que tiene las segundas reservas de gas del mundo, ha mostrado su disposición a abastecer de este hidrocarburo a los países europeos y trabaja en la construcción de un gasoducto a través del territorio de Turquía.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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