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Reportaje:Los escándalos de Berlusconi

Las peligrosas amistades de Papi

El anfitrión de la cumbre del G-8 en Italia trata de desdramatizar unas acusaciones que habrían forzado a dimitir a muchos políticos

Una colegiala de Nápoles a la que cortejó cuando era menor de edad (Noemi Letizia); un empresario trepa de Bari que acarrea chicas y cocaína a las fiestas VIP (Gianpaolo Tarantini); una prostituta cuarentona que trabaja siempre armada de grabadora (Patrizia d'Addario); una velina de 23 años que dice trabajar como chica imagen (Barbara Montereale), ambas convertidas en candidatas por la lista electoral La Puglia Antes que Nada tras pasar un par de noches en su casa; un chico para todo llamado Alessandro Mannarini que graba las fiestas con el móvil, y un abogado personal (Niccolò Ghedini) que trata de disculpar a su poderoso cliente diciendo que él solo era el "usuario final" (de las prostitutas). Ésta es, a grandes rasgos, la lista de amistades peligrosas con las que el primer ministro italiano ha pasado sus ratos de ocio en los últimos meses.

"Soy un matador, un conquistador. Pero soy así y los italianos me quieren así"
Si dimitiera perdería la inmunidad que le otorga el cargo

Dentro de sólo 12 días, el magnate y genial transformista milanés olvidará a este elenco sureño para recibir a 27 líderes y jefes de Gobierno en la cumbre del G8 que debe sentar las nuevas bases que regularán una economía global inmersa en la recesión más profunda desde 1929.

Así anda Berluscolandia. El PIB caerá este año el 5,5%, el déficit público galopa hacia el 5%, la deuda pública anda disparada, la renta per cápita sigue por debajo de la española pero casi nadie habla de eso. Y si habla, Berlusconi le dice que "se calle la boca".

"Hay que consumir y callar la boca a los catastrofistas, los organismos internacionales deben dejar de publicar datos negativos que producen pánico. La crisis es sólo psicológica", afirmó el viernes el primer ministro.

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Sin duda tiene razón. Hablar de esas cosas no hace más que daño. La gente quiere vivir tranquila, ver la televisión, evadirse de la realidad, hablar de las velinas [azafatas televisivas], de todo ese ejército de chicas dispuestas a dejarse acariciar por un sultán de 73 años a cambio de una prueba en Mediaset o la RAI.

Emilio Fede, amigo del alma, compañero de juergas sardas y milanesas del primer ministro y presentador del Telediario del Canal 4, de su propiedad, ha declarado esta semana al Corriere della Sera que por la oficina de personal en Mediaset han pasado en estos años 47.000 personas (velinas y velinos) para hacer castings.

Se ha escrito que Italia era ya así hace 50 años, cuando Anna Magnani en Bellissima (Luchino Visconti, 1951) se sometía a todo tipo de humillaciones para buscarle un papel a su hija en el cine. Se ha recordado que, desde Roma y antes, el poder siempre se ha servido de enanos, jovencitas y cantantes para olvidar las tensiones de la gobernación. El crítico de arte y filósofo Vittorio Sgarbi, incluso, ha escrito estos días: "Berlusconi se folla a todas esas chicas en nombre de todos los italianos, y estos se lo deben de agradecer porque para gobernar bien hay que follar bien".

Lo que parece cierto es que en un país más o menos normal, esta historia de sexo, poder, machismo, dominación, narcisismo compulsivo y eterna juventud habría terminado ya hace varias semanas con una moción de censura, una dimisión o quizá un discreto exilio en un avión privado. Nada de eso ha pasado; al contrario, muchos italianos parecen tolerar las aventuras del emperador con una compostura y una desenvoltura admirables.

El propio Papi lo ha señalado estos días, no se sabe si en pleno delirio megalómano o respondiendo al prudente cardenal que le reclamaba coherencia: "No pienso cambiar y no me arrepiento de nada. Soy un matador, un conquistador. Quizá algunos invitados fueron equivocados, y ellos se equivocaron con otros invitados. Pero yo soy así y los italianos me quieren así. Tengo el 61% de apoyos. Sienten que soy bueno, sincero, generoso, leal, y que mantengo las promesas".

Un hombre de honor, pues. Quizá se refería a eso. O quizá cuando uno no puede o no debe decir la verdad, bromear es la única salida posible. "No hay un modo más positivo de reaccionar a las calumnias", explica el sultán. Así que ve a unos obreros en una obra en L'Aquila, la sede del próximo G8, se acerca y les espeta: "Veo que somos muchos tíos aquí, ya traigo yo las velinas y las menores".

Hay formas y formas de afrontar este asunto que apasiona a los periódicos aunque las televisiones sumisas al primer ministro (seis de siete canales) tratan de esconderlo a toda costa. Y es que la autocrítica y la derrota no van con Berlusconi. Y rendirse y dimitir son verbos que en Italia se conjugan poco.

En su caso, además, renunciar al cargo es perder su tesoro más preciado: la inmunidad que le da el Laudo Alfano, la ley que impide procesar a las cuatro altas instancias del Estado. Y ya se sabe cómo son los jueces. El 19 de junio, mientras todos hablaban de las amigas de Berlusconi, su compañero del alma, Marcello Dell'Utri, acudía a la tercera audiencia del juicio en apelación en el que se defiende de haber fundado Forza Italia en coordinación con la mafia siciliana.

Dell'Utri fue condenado a nueve años de cárcel en 2004 por asociación mafiosa externa. La sentencia afirmó: "Está probado que Dell'Utri prometió a la mafia ventajas precisas en el campo político y, a cambio, está probado que la mafia, en ejecución de esa promesa, se comprometió a votar por Forza Italia en la primera confrontación electoral, y después".

Quizá por eso, desdramatizar es la consigna del momento en Berluscolandia. Y un buen asunto de faldas -si se olvida el pequeño detalle de las menores de edad- tiene desde luego mejor venta que un asunto de mafia. "Sí, va bene, se tirará todo lo que se mueve, pero es su vida privada, qué rayos os importa eso a vosotros, os habéis convertido en un periódico de cotilleo", decía la otra noche en una fiesta romana un veterano ex piloto de Alitalia.

Lo que no se ve no existe. Lo malo es que muchos italianos han visto ya algunas cosas, sin duda menos que los españoles o los británicos y seguramente mucho menos fuertes de lo que pueden llegar a ver. Pero si todo es psicológico, como lo es su adicción a las mujeres jóvenes, cada vez más mujeres y cada vez más jóvenes, la pregunta es: ¿por qué los italianos no reaccionan?

Una posible razón es que sigue sin haber oposición. El congreso del PD se celebrará el 11 de octubre, y de momento los reformistas están en construcción, sin líder y sin rumbo: mal momento para ir a elecciones anticipadas.

Otro motivo es que siendo el Pueblo de la Libertad, como dice Giovanni Sartori, un "gran pesebre en el que todos meriendan gracias al amo", el disenso interno es incipiente, pero todavía mínimo. Si tenemos al carismático y cantarín condottiere y no hay una alternativa de poder, quizá sea mejor hacer como que no pasa nada y aguantar el tirón. La agonía podría ser larga.

No será fácil aunque la sociedad italiana parece realmente dormida, ajena al estupor que agita a las cancillerías. El estruendoso silencio de los intelectuales en un país que fue vanguardia cultural de occidente se explica, según el sacerdote Filippo di Giacomo, porque "los que no cobran de Mondadori o Mediaset [empresas de Berlusconi] están intoxicados de dinero, de vanidad y de escepticismo". La ausencia de respuesta de la jerarquía del clero a la emergencia moral escandaliza más a los propios católicos y a los extranjeros que a muchos italianos, tan elásticos como sus obispos.

Y luego está la incomprensible parálisis de las mujeres, a quienes la actriz y activista italiana de origen somalí Shukri Said imagina "quitando hierro a la vicenda de papi y envidiando a las velinas bajo las lámparas de rayos uva".

En Salò o los 120 días de Sodoma, la última película de Pasolini, recuerda Said, "éste narró con toda crudeza cómo el poder se distancia de la humanidad transformándola en objeto, cómo el sexo tiene un papel metafórico terrible en esa mutación. Pasolini denunció la mercantilización de los cuerpos como metáfora de la esencia íntima del poder en la sociedad del consumismo capitalista (el usuario final, el consumidor final). Violencia, humillación, total convicción de impunidad. Ahora está pasando en la realidad".

No todas callan, sin embargo. Un reducido grupo de profesoras universitarias ha lanzado esta semana a través de la revista MicroMega un manifiesto llamando a las primeras damas del G8 a no acudir con sus maridos a Italia en señal de protesta por el trato indigno que Berlusconi da a las mujeres en "la esfera privada y pública". De momento la iniciativa ha tenido su eco, y ayer había recogido 8.500 firmas, entre ellas las de prestigiosas científicas e intelectuales. La primera dama mundial, Michelle Obama, ha echado un jarro de agua fría a la iniciativa al anunciar que vendrá, y además con sus dos hijas: la familia Obama tiene audiencia privada con el Papa en el Vaticano el 10 de julio, al término del G-8.

La mórbida respuesta de las antes combativas y hoy aletargadas donne italiane refleja la desmoralización y el decaimiento general. Convertidas en objeto de iniquidad por el usuario final, muchas mujeres callan y otorgan. "Si las mammas no solo no reaccionan sino que colaboran con este estado de cosas, ¿quién salvará a Italia?", se pregunta Said.

La historia empezó con el cursillo político organizado por Berlusconi en la sede del PDL para las velinas ante las elecciones europeas. Siguió con el Noemigate, que reveló que Berlusconi cortejó e invitó a un par de fiestas y a pasar el fin de año en su casa sarda a una joven de 17 años (con una amiga, Roberta O., de su misma edad, de la que por cierto nadie sabe nada desde entonces).

Pasando por los vuelos de Estado en los que viajaban cantantes, bailarinas de flamenco y prostitutas, llegaron las visitas de la meretriz Patrizia D'Addario y la chica imagen Barbara Montereale al harén de Palazzo Grazioli.

Dos meses después, aunque pocos italianos lo digan en público, es indudable que el Papigate está teniendo su coste. Desde entonces, Berlusconi ha mentido numerosas veces. Y algo ha empezado a cambiar. El otro día, una conexión en directo de un telediario de la RAI fue perturbada por un grupo de estudiantes que gritaba: "Berlusconi pedófilo". Pertenecían a Comunión y Liberación.

Berlusconi ha tratado de invocar cifras y sondeos para certificar el apoyo de los italianos. Pero resultan completamente irreales. Es cierto que ha vencido las elecciones europeas con el 35% de los votos, y que ha ganado a la izquierda mucho terreno en las locales. Pero la realidad está muy lejos del 72% de popularidad que se otorgaba a sí mismo -sin enseñar el sondeo- hace unas semanas. Y el viernes, él mismo rebajó ese apoyo al 61%, también sin pruebas: 11 puntos menos en dos semanas. Hay más: las europeas muestran que de cada 100 electores un tercio no votó. De ese 66% de electores, Berlusconi obtuvo el 35% de los votos. Si a eso le restamos al menos un 5% de votantes de la vieja AN que votan PDL pero no le tragan, el resultado es que de cada 100 italianos mayores de edad, Berlusconi recoge sólo un 20% de apoyos. Uno de cada cinco. ¿Será el indicio de que el final se acerca?

Silvio Berlusconi, durante una entrevista concedida a la cadena de televisión estatal RAI a principios de junio
Silvio Berlusconi, durante una entrevista concedida a la cadena de televisión estatal RAI a principios de junio

"Un ser vulnerable"

Según ha escrito Giuseppe D'Avanzo esta semana en La Repubblica, "las palabras, los testimonios cruzados, las imágenes, los documentos sonoros no pueden ya confundir lo que tenemos bajo los ojos. Eso que la señora Lario llamó 'enfermedad', el efecto destructivo de un narcisismo al que aterroriza la vejez, una autoestima que exige siempre, cada vez más, la admiración reservada a la juventud y a la fascinación, convierten en un ser vulnerable y gravemente indefenso al jefe de Gobierno y la autoridad de su cargo".

Y, todavía: "Hay un fondo de omnipotencia en sus comportamientos, como si cada acción le fuese consentida. Está rodeado de proxenetas que obtienen ventajas personales buscándole en cada rincón de Italia muchachas siempre nuevas, siempre más jóvenes, siempre más golfas e impúdicas, a menudo sostenidas en su cínica ambición por sus familias, por mamá y papá. Quieren un éxito donde sea, en televisión o en la política. El primer ministro se lo puede conceder con una llamada, si quiere. Le presionan, le pretenden. Es el cuadro que dibujó Verónica Lario".

Lo que dijo Lario fue esto: "He intentado ayudar a mi marido, he implorado a los que están a su lado que hagan lo mismo, como se haría con una persona que no está bien. Ha sido todo inútil" (La Repubblica, 3 de mayo). Quizá no lo haya sido.

Los personajes clave del escándalo

- Veronica Lario. Esposa de Berlusconi, del que se está separando. "He intentado ayudarle, he implorado a los que están a su lado que hagan lo mismo. Ha sido todo inútil".

- Patrizia D'Addario. La primera mujer que ha hablado. Prostituta de 42 años. Dice que cobró 1.000 euros por ir a una fiesta que parecía un "harén", con 20 jovencitas y Berlusconi.

- Noemi Letizia. El inicio del escándalo. Berlusconi fue a la fiesta de cumpleaños de esta joven (de 18) con un collar de 6.000 euros de regalo. Ella dijo después que lo llamaba Papi.

- Barbara Montereale. Iba a las fiestas del primer ministro. Ha declarado ante la justicia que en 2008 recibió 10.000 euros de regalo. Su coche fue incenciado el jueves pasado.

- Niccolò Ghedini. Abogado de Berlusconi. Asegura que, aunque las chicas de alterne que iban a las fiestas cobraran, el primer ministro era el usuario final, por lo que no habría delito.

- Giampaolo Tarantini. Empresario. Frecuentaba a Berlusconi en Cerdeña. Acusado por los fiscales de trepar en la sanidad pública con sobornos y de reclutar meretrices para Papi.

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