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La crisis alimentaria

Un planeta de famélicos y obesos

La cumbre de la FAO intenta mitigar los desequilibrios en la nutrición

Un total de 50 jefes de Estado y de Gobierno, 150 ministros de Agricultura y una veintena de responsables de instituciones supranacionales se reúnen desde hoy hasta el jueves en la sede romana de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) para tratar de atajar la crisis alimentaria global que amenaza a millones de personas.

El borrador de conclusiones de la cumbre, al que los países están dando los últimos retoques por grupos regionales, dibuja un futuro "de inmenso sufrimiento humano, así como de descontento social e inestabilidad política, que amenazan con poner en peligro el desarrollo económico y social".

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Un dato facilitado por la FAO resume gráficamente la situación: en el lado equivocado hay 820 millones de ciudadanos pasando hambre; entre ellos, 178 millones de niños desnutridos. En el lado afortunado, 1.000 millones de seres humanos sufren sobrepeso; de ellos, 300 millones son ya obesos.

En el informe que presentará hoy a la cumbre, la FAO admite que los datos del hambre no han variado desde 1990, lo que equivale a asumir que las políticas desarrolladas hasta ahora han sido un fracaso. El estudio achaca la crisis al cambio climático, la escasez de cereales (la producción está en el mínimo histórico desde 1983), el aumento de la demanda en China e India, el precio del petróleo, la elaboración de biocombustibles, la especulación que domina los mercados de futuros de semillas y materias primas, y una política agrícola y comercial proteccionista e insolidaria.

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Muchos problemas distintos, que si no se atajan deprisa pueden empeorar el panorama. Según la ONG Oxfam, si los países continúan invirtiendo en biocarburantes y no en pan, en 2025 habrá 600 millones más de hambrientos en el mundo.

Un fenómeno reciente empieza a preocupar a los expertos: junto a la desnutrición que campa en una parte del mundo, la mala alimentación empieza a causar estragos en la otra mitad. En México, el número de personas obesas y con sobrepeso se ha duplicado entre la franja más pobre de la población entre 1988 y 1998, y llega hoy a la cuota del 60%.

La culpa, subrayan diversas ONG que asisten a la cumbre, no es tanto de los países sino de un modelo liberal en el que mandan las multinacionales y los intermediarios. Según Antonio Onorati, de Crocevia, "los precios agrícolas los decide la gran distribución, cadenas como Auchan o Wal-Mart que tratan directamente con los productores y ganan el pedazo más grande del precio final".

Marco de Ponte, secretario general italiano de Ayuda en Acción, ha hecho pública la lista de las cinco empresas que controlan más del 80% del mercado de cereales, con los beneficios de 2007: Cargill (36%), Archer Daniels Midland (67%), ConAgra (30%), Bunge (49%), Dreyfuss (19% en 2006).

Otro sector en expansión es el de los productores de semillas, herbicidas y pesticidas: Monsanto, Bayer, Dupont, Basf, Dow, Potashcorp... "La globalización ha alterado la relación comercial de la agricultura", explica Alberto López, representante español ante la FAO. "El capital que antes especulaba en inmobiliarias está hoy en la compra de futuros de materias primas. La demanda ha crecido muy deprisa, y es necesario contener el impacto facilitando la distribución, la eficacia productiva y el consumo responsable".

La FAO propone soluciones a corto, medio y largo plazo: más dinero, más ayuda a los países pobres, un comercio más justo, mejor coordinación entre las instituciones y las ONG, potenciar la producción a pequeña escala, orientada al consumo local y regional.

Entretanto, los precios cada vez más altos de los alimentos están agravando el problema por la parte más débil de la cadena, la infancia. Médicos sin Fronteras exige en Roma ayuda inmediata para los 20 millones de niños que sufren malnutrición aguda. "Estas semanas hemos visto un aumento brutal de casos en Etiopía, donde hay ya 120.000 niños en situación de emergencia médica", recuerda Javier Sancho.

El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, en el aeropuerto de Roma
El presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, en el aeropuerto de RomaREUTERS

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