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El presidente iraní destituye a dos ministros clave de su Gobierno

La división entre los conservadores precipita los cambios en el Gabinete

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, destituyó ayer dos ministros clave de su Gobierno en el último episodio de una agria disputa entre las filas de los ultraconservadores, que agudiza la vulnerabilidad política del mandatario tras las polémicas elecciones presidenciales del pasado 12 de junio, cuyo resultado, el triunfo de Ahmadineyad, cuestionan cada vez más iraníes.

El mandatario expulsó al ministro encargado de los servicios de espionaje, Gholam-Huseín Mohseni-Ejei, y el ministro de Asuntos Islámicos, Mohamed Hasán Saffar-Harandi. Ambos habían abandonado un consejo de ministros la semana pasada en protesta por la promoción a vicepresidente primero de Esfandiar Rahim Mashaeí, ex ministro de Cultura y consuegro del presidente. Mashaeí ha sido muy criticado por el ala más dura de los conservadores por algunas declaraciones amistosas hacia Israel, y renunció al cargo el viernes pasado tras las fuertes presiones del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

Las destituciones tienen un alto valor simbólico, puesto que Ahmadineyad tomará posesión del cargo para su segundo mandato en breve y tendrá que formar un nuevo Gabinete. Los analistas opinan que el mandatario iraní está intentando mostrar solidez política tras la crisis poselectoral y las manifestaciones callejeras contra el fraude en los comicios. Pero, si los bandos reformistas se han unido en la lucha contra Ahmadineyad, los rivales políticos del presidente en el bando conservador parecen estar afilando los cuchillos. La presión que han ejercido contra la promoción de Mashaeí ha sido extraordinaria.

El presidente ha destituido a más de la mitad de los miembros de su Gobierno y ahora la legislación iraní le obliga a lograr un voto de confianza en el Parlamento. Es posible, en el peor escenario para él, que sus enemigos políticos utilicen este asunto en su contra. La ira de los conservadores se desató sobre todo por las resistencias de Ahmadineyad a acatar la orden del líder supremo de prescindir de Mashaeí. Tras la renuncia de éste último, el viernes, el presidente le nombró su jefe de gabinete, otra decisión que ha sentado muy mal dentro del núcleo duro.

Por otra parte, una ceremonia convocada en memoria de un joven manifestante detenido y muerto en prisión -tras ser golpeado, según el padre, una figura prominente del bando conservador- fue ayer cancelada. Su muerte ha sido un extraño momento de encuentro entre reformistas y conservadores. El funeral, el viernes, atrajo a personajes de alto perfil. Había amplias expectativas de que la ceremonia de ayer habría reunido un gran número de manifestantes reformistas, cada vez más furiosos por el trato dispensado a los detenidos en la represión. El padre del fallecido, Abdul Huseín Ruholaminí, declaró haber cancelado el acto por temor a que hubiera una escalada de la violencia. Sin embargo, exigió a las autoridades investigar la muerte del hijo.

Un cada vez más amplio movimiento para conmemorar a los fallecidos en la represión ha empezado a cobrar fuerza. Los líderes opositores Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí han pedido al Ministerio del Interior permiso para celebrar un acto en el centro de Teherán este jueves. Las muertes de los manifestantes se han convertido en un elemento de unión para el movimiento opositor. El Gobierno ha reconocido el fallecimiento de sólo 20 personas, pero muchas más muertes se han hecho públicas en las últimas dos semanas.

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