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Ola de cambio en el mundo árabe | Revolución democrática en Egipto

La protesta desborda la plaza de la Liberación mientras las huelgas se extienden por Egipto

Los manifestantes anti-Mubarak se instalan frente a la sede del Parlamento y reclaman el enjuiciamiento del presidente egipcio.- Numerosos conflictos laborales amenazan con estrangular al régimen

Enric González
Un grupo de manifestantes recorre las calles de El Cairo, con fuerte presencia militar.
Un grupo de manifestantes recorre las calles de El Cairo, con fuerte presencia militar.CLAUDIO ÁLVAREZ

La protesta no remite en Egipto y ya desborda con mucho la plaza de la Liberación. La multitud congregada en la emblemática plaza cairota puso rumbo el miércoles por la mañana a la cercana sede del Parlamento para proteger a los manifestantes que desde la noche del martes acamparon allí. Han dejado así claro que no estaban dispuestos a que el Ejército los desalojara de allí. También que no pueden ser ignorados por los dirigentes egipcios. Además, las protestas laborales han prendido por todo el país y numerosos manifestantes piden a través de las redes sociales la extensión de las huelgas. La presión aumenta sobre el régimen, aparentemente sobrepasado por la situación -el vicepresidente, Omar Suleimán, ha enconado las protestas al afirmar que el país no está preparado para la democracia-. En el horizonte, el 11 de febrero. Ese día, conocido ya como Viernes de los mártires, los convocantes de la protesta esperan rendir tributo a los fallecidos en las revueltas (más de 300 desde el 25 de enero, dijo ayer Human Rights Watch) y reunir a más gente que nunca para lograr definitivamente su objetivo, la caída del rais.

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Pero el régimen, pese a la aparente parálisis, no está dispuesto a dar su brazo a torcer. El ministro de Exteriores egipcio, Ahmad Abul Gheit, aseguraba ayer que el Ejército podría intervenir si el caos se instala en el país, en unas declaraciones a la agencia oficial MENA recogidas por France Presse. La palabra caos fue la misma que empleó la pasada semana el presidente, Hosni Mubarak, para definir lo que pasaría si él se iba.

Por ahora pocas cosas parecen moverse en el Gobierno. El nuevo ministro de Cultura de Egipto, Gaber

Asfour, dimitió este miércoles de su cargo, para el que fue designado el pasado 31 de enero, por "razones médicas", según informaron hoy medios locales de comunicación. Pero otras fuentes dan versiones distintas. La edición digital del diario Al Ahram asegura que Asfour había aceptado el puesto asumiendo que se trataba de un "gobierno de salvación nacional", pero al percibir lo contrario decidió renunciar, también presionado por el descontento que había generado su designación entre los intelectuales egipcios.

Las manifestaciones del ministro de Exteriores apuntan en la misma dirección que otras anteriores de Suleimán. El martes por lnoche aseguró que, de fracasar el plan de transición gubernamental, el país corría peligro de un golpe de Estado. Antes, en declaraciones a periódicos locales había asegurado que el Gobierno no podría tolerar la ocupación de la céntrica plaza durante mucho más tiempo. Un representante de los Hermanos Musulmanes ha asegurado que las palabras del vicepresidente son una "amenaza inaceptable al pueblo egipcio". "Los manifestantes han creado una nueva legitimidad que debe ser respetada y no puede ser amenazada", ha añadido el ex parlamentario de la principal fuerza opositora (oficialmente ilegal, aunque se presentó a los comicios de 2005), según informa Reuters.

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La protesta sale de la plaza

Hasta el martes, las entradas y salidas de la plaza de la Liberación estaban controladas por el despliegue de tanques y barricadas del Ejército, que contenía de esta manera la protesta. Pero el miércoles por la mañana varios accesos quedaron despejados por la presión de los manifestantes, ante la cual los soldados no pudieron hacer nada. Miles de personas tomanron el corazón de la ciudad en dos grandes marchas, encabezadas por sendas banderas, entre gritos de "fuera, fuera Mubarak" y recibiendo el apoyo de cientos de vecinos asomados a los balcones de sus casas.

El resultado de este movimiento, tolerado por el Ejército, es que el epicentro de la revuelta, que suma ya 16 días, se ha trasladado a las puertas del Parlamento. Allí, los soldados custodian el edificio para evitar que la gente salte la valla y acceda al interior. En esa misma calle, hasta hoy territorio inhóspito para los manifestantes, está también la sede del Ministerio de Sanidad y las oficinas del primer ministro, igualmente blindadas por el Ejército.

Una multitud ocupa toda la avenida. Entre los gritos y cánticos, la novedad es que aumentan las voces que reclaman que Mubarak vaya a juicio. Unos recuerdan que es el principal responsable en la represión que ha ejercido su régimen desde hace 30 años (llegó al poder en octubre de 1981) y otros le preguntan dónde ha guardado el dinero de todos los egipcios. En el boca a boca, un comentario generalizado es que el siguiente objetivo podría ser la toma del edificio de la televisión estatal. Con la salida de la protesta al exterior de la plaza de la Liberación, la oposición se apunta una doble victoria en su pulso contra el presidente. Por un lado, el altavoz de las protestas se ve amplificado; y por otro, la masiva presencia de personas en la calle supone en la práctica la paralización del trabajo de las cámaras y de otros organismos oficiales.

Las huelgas se extienden

Además, desde hoy están en huelga unos 3.000 trabajadores públicos de los transportes, lo que ya está afectando a la salida de trenes en El Cairo. Tampoco habrá operarios de limpieza en la capital egipcia. Los conflictos laborales han prendido a velocidad de vértigo desde que ayer se supiera que unos 6.000 trabajadores del Canal de Suez se negaban a ocupar sus puestos de trabajo. El motivo, además de la agitación general, otra tecla mal tocada por el régimen: el lunes anunció una subida salarial del 15% a los funcionarios. Desde ayer, numerosos trabajadores de empresas públicas y privadas exigen incrementos similares. En El Cairo, los miembros del sindicato de músicos y numerosos profesores universitarios han secundado los paros, indica la agencia Reuters.

Mientras, la situación no mejora en el Canal de Suez, un paso de embarcaciones estratégicamente fundamental para Europa. Según Reuters, las protestas laborales continúan en las tres principales poblaciones por las que pasa: Suez (en el mar Rojo), Ismailia (en la parte central) y Port Said (en el Mediterráneo). En esta última ciudad, una concentración de unas 3.000 personas ante la residencia del gobernador ha prendido fuego a uno de sus coches oficiales, aparcado en la calle, ante la mirada del Ejército. Con todo, los incidentes más graves de las últimas horas se han producido en la región de Nuevo Valle (suroeste), donde hay cinco muertos después de que las fuerzas se seguridad abrieran fuego en un enfrentamiento con manifestantes. En Asiut (unos 350 kilómetros al sur de El Cairo, junto al Nilo), alrededor de 4.000 manifestantes han cortado la línea férrea que une el norte y el sur del país. También han bloqueado, con la quema de neumáticos, la autovía que une la capital con Asuán.

Peligro de golpe de Estado

Tampoco ayudan mucho a la solución de la crisis las últimas declaraciones del hombre fuerte del régimen. Anoche el vicepresidente, Omar Suleimán, aseguró que Egipto aún no está preparado para la democracia y advirtió del peligro de un golpe de Estado si las reformas constitucionales puestas en marcha por su gabinete descarrilaban. Unas manifestaciones que le valieron la reprimenda inmediata de la Casa Blanca, que las tildó de "particularmente inútiles".

El papel de Suleimán en la crisis no está colmando las expectativas de Washington. Barack Obama y Hillary Clinton habían confiado en que el nuevo hombre fuerte del régimen egipcio maniobrara con más habilidad y que ofreciera unas perspectivas creíbles de reforma. Nada de eso parece estar ocurriendo. Además, Suleimán está agitando el fantasma del miedo al islamismo radical al informar de que entre los miles de prisioneros que huyeron de las cárceles coincidiendo con el estadillo de la revuelta hay presos islamistas próximos a Al Qaeda. Suleimán ha dicho que estos presuntos yihaidistas están "convencidos de que la sociedad es impía" y suponen "una gran amenaza" para la seguridad del país.

Los Hermanos Musulmanes han recordado esta mañana a través del editor de su página web que rechazan los llamamientos a la yihad efectuados por algunos grupos extremistas, en unas declaraciones recogidas por Efe. En una conferencia de prensa posterior, dos dirigentes de la organización han reiterado que no desean presentar un candidato en los comicios presidenciales de septiembre y han apelado al régimen a iniciar ya "conversaciones reales" con la oposición. Saad al Katatni, representante de los Hermanos Musulmanes en el encuentro entre Suleimán y opositores el pasado domingo, ha señalado que el segundo encuentro con el Gobierno se producirá en los próximos días, y que esperan que se hable ya de transferencias reales del poder para acabar con los casi 30 años de régimen.

Las últimas medidas anunciadas por el Ejecutivo no contentaron a los manifestantes. A juzgar por el volumen de las manifestaciones que siguieron a sus palabras, difundidas a mediodía de ayer por las cadenas de televisión egipcias, lo de Suleimán equivalió a un brindis al sol. No convenció ni a sus patrocinadores estadounidenses. La Casa Blanca hizo saber su insatisfacción ante un discurso que en Washington se interpretó como contraproducente. Barack Obama y Hillary Clinton habían confiado en que Suleimán maniobrara con más habilidad, fuera capaz de dividir al movimiento de protesta y de ofrecer unas perspectivas creíbles de reforma. Por el momento, solo había conseguido agravar el bloqueo que vive Egipto.

Mujeres contrarias al régimen de Mubarak protestan ayer en El Cairo.
Mujeres contrarias al régimen de Mubarak protestan ayer en El Cairo.REUTERS
Manifestantes anti-Mubarak ondean una gigantesca bandera egipcia mientras otros rezan en la plaza de la Liberación, en El Cairo.
Manifestantes anti-Mubarak ondean una gigantesca bandera egipcia mientras otros rezan en la plaza de la Liberación, en El Cairo.AFP
Manifestantes acampados a las puertas del Parlamento en El Cairo
Manifestantes acampados a las puertas del Parlamento en El CairoCLAUDIO ÁLVAREZ

Cinco muertos y cien heridos por bala en el sur de Egipto

Al menos cinco personas han muerto y alrededor de un centenar han resultado heridas en enfrentamientos entre policías y manifestantes en el sur de Egipto, según fuentes médicas. La protestas en la localidad de El Jariyá (sur) comenzaron pacíficamente el lunes, pero se volvieron violentas al día siguiente después de que un agente insultara a los manifestantes, según ha explicado a France Presse un responsable de seguridad que ha pedido el anonimato.

Con el recrudecimiento del conflicto, los agentes dispararon fuego real contra la multitud (unas 3.000 personas) y dejaron un centenar de heridos. Cinco de esos heridos han fallecido hoy, según fuentes médicas, mientras que el gobernador local solo ha reconocido cuatro muertes.

Los hechos han enfurecido a los manifestantes, que ha prendido fuego a siete edificios oficiales, incluyendo dos comisarías y la sede local del Partido Nacional Demócrata (la fuerza que respalda al presidente egipcio, Hosni Mubarak).

El Jariyá es un oasis situado unos 400 kilómetros al sur de El Cairo. Es capital de la provincia de Nuevo Valle, que abarca territorio del suroeste de Egipto y es la más extensa del país (aunque tiene poca población porque está mayoritariamente ocupada por desierto).

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