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La puesta en libertad de 2.600 terroristas en Argelia desata el temor en Europa

Los servicios de espionaje occidentales creen que parte de los liberados retomarán las armas

"En Argelia hay un tema muy preocupante para nosotros y es la reciente amnistía de muchas personas con delitos de sangre". "Tememos que algunas se vengan a España". El que se expresa de esta forma en Madrid es un alto cargo de las fuerzas de seguridad españolas, pero en otras capitales del sur de Europa, como París o Roma, otros responsables de Interior se manifiestan en los mismos términos. La excarcelación, desde finales de la primavera, de más de 2.600 antiguos terroristas atemoriza a Europa, con más razón en tanto que Argel se resiste a comunicar la lista de los liberados.

Deseoso de pasar a la historia como el reconciliador de los argelinos, que en la década pasada padecieron una guerra civil que se cobró 150.000 muertos, el presidente Abdelaziz Bouteflika ha agraciado desde marzo a 2.629 islamistas condenados pero que no perpetraron matanzas colectivas.

Buena parte de ellos regresan a sus casas, pero otros anhelan volver a la lucha, según los servicios de inteligencia europeos, e incorporarse al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), que dispone de entre 500 y mil hombres armados en Argelia.

Francia, antigua metrópoli colonial, ha sido desde los noventa el primer objetivo de los radicales argelinos, pero la vecina España -120 kilómetros separan las costas de Almería y Orán- puede también ser un blanco. En las cárceles españolas hay unos 200 islamistas de los que 70 son argelinos detenidos, sobre todo, en redadas practicadas en Levante.

Rendición de combatientes

Las filas del GSPC apenas han resultado mermadas por las medidas de gracia promulgadas por Buteflika, dirigidas no sólo a los radicales encarcelados sino a aquellos que, a principios de año, seguían empuñando las armas, pero estaban dispuestos a entregarlas. Las hipótesis más optimistas apuntan a que sólo unos 250 muyahidines se habrían rendido. Los autores de matanzas colectivas quedaron excluidos del indulto.

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Por el contrario, el prestigio del GSPC se encuentra, más bien, en su cenit desde septiembre pasado. Fue hace tres meses, con motivo del quinto aniversario de los atentados contra el World Trade Center de Nueva York, cuando los salafistas argelinos se proclamaron "vasallos" de Osama bin Laden.

"Nuestros soldados están a sus órdenes para que golpee, a través de nosotros, dónde quiera y cuando quiera", rezaba un comunicado del GSPC colgado en Internet. Ayman el Zawahiri, el número dos de Al Qaeda, respondió que Bin Laden "bendecía" esa alianza.

"Nuestros hermanos" argelinos, enfatizó Zawahiri en un vídeo colocado en Internet, "serán un hueso en las gargantas de los cruzados estadounidenses y franceses y de sus aliados". Más allá de las frases rimbombantes quedó claro que les asignaba el objetivo de golpear a Francia.

Un informe de la Unidad de Coordinación Anti Terrorista francesa, desvelado por la prensa parisina ese mismo mes, señalaba que el GSPC constituye "una de las más serias amenazas con las que se enfrenta Francia".

Los salafistas argelinos se han convertido así, después de los iraquíes, en la segunda rama regional de Al Qaeda. Cuando vivía en Sudán, en 1992, Bin Laden fue, sin embargo, muy reacio a colaborar con los islamistas argelinos. Rechazaba la violencia ciega de los Grupos Islámicos Armados (GIA) contra los civiles musulmanes. El GSPC, una escisión del GIA, gozó, en cambio, de su aprecio porque se centró en sus orígenes en atacar al Ejército y a las fuerzas de seguridad.

El anuncio de la alianza Al Qaeda-GSPC ha llevado aparejado un recrudecimiento de la actividad de estos últimos a lo largo del otoño. La serie de embates violentos da al traste con la teoría de las autoridades argelinas de que el terrorismo es residual en su país o de que la inseguridad está circunscrita a zonas rurales.

El último atentado

El bosquecito de Bouchaoui, cerca del Club des Pins, es una de las zonas con más presencia policial en Argel. No en balde, muchos gerifaltes argelinos residen en el área. Fue allí, sin embargo, donde el GSPC atacó, hace diez días, un autobús que transportaba a empleados de una filial de la empresa norteamericana Halliburton. Hubo dos muertos, un argelino y un libanés, y ocho heridos, incluidos cuatro británicos, un estadounidense y un canadiense.

Al día siguiente Argel volvía, un poco, a los viejos y tensos tiempos de hace una década. Los convoyes con extranjeros fueron de nuevo escoltados, las embajadas reforzaron sus medidas de seguridad y la de EE UU anunció que sus diplomáticos reducirían al mínimo sus desplazamientos.

Esta primera agresión contra extranjeros desde hace años no fue aislada. Ya en octubre el presidente de la asamblea regional de Tizi Ouzou; la explosión, ese mismo mes, de dos coches bomba ante sendas comisarías de Argel y la muerte, en noviembre, de 10 militares en Lakhadaria.

Tras el atentado de Bouchaoui el GSPC anunció, además, en un comunicado, nuevos golpes contra "los intereses de los infieles" al tiempo que aconsejaba a los musulmanes argelinos que se mantuviesen alejados de los "cruzados".

Desde algún lugar de Irak, la rama regional de Al Qaeda les felicitó y les alentó: "Decimos a nuestros hermanos del GSPC: continuad vuestro yihad (guerra santa) contra los apostatas en Argelia y para instaurar un Estado islámico y la sharia (ley islámica)", rezaba un comunicado disponible en Internet. De Kabul a Argel, pasando por Bagdad los yihadistas se jalean mutuamente.

Objetivos: Magreb y Sahel

Un tribunal de Argel condenó el pasado 3 de diciembre a 12 personas por organizar una red que enviaba a kamikazes

a Irak. Un tercio de los combatientes que mueren allí son magrebíes, el 22% argelinos.

Aunque los radicales argelinos tienen los ojos puestos en Bagdad no es ésa la tarea que les quiere asignar Al Qaeda.

Además de atacar Europa, su objetivo debe de ser federar a los extremistas de todo el Magreb y extender sus tentáculos por los endebles países del Sahel (Mauritania, Malí, Níger y Chad).

"El GSPC argelino es, de lejos, el grupo más estructurado en la zona", recalca Mohamed Darif, profesor de la Universidad de Mohamedia (Marruecos). "De ahí que sea el más apto para reagrupar a todos los

yihadistas del Magreb".

Los salafistas argelinos están ya haciendo, según fuentes de inteligencia, "una especie de OPA" sobre sus correligionarios marroquíes y libios.

En el Sahel, el GSPC hizo, en junio de 2005, una incursión espectacular dando muerte a 20 soldados de un cuartel de Mauritania. Entrena además a unos 50 mauritanos.

Pero en el norte de Malí su penetración ha sido frenada por los tuaregs, que representan el 80% de la población, secundados por tropas argelinas y con ayuda logística de EE UU.

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