Los recelos de Gordon Brown

Eso, que parece anecdótico, se ha convertido en el mejor argumento de los medios británicos para sostener que su país es tá perdiendo influencia al otro lado del Atlántico. Los equilibrios de Brown para no verse salpicado por el fiasco de Irak, pero al mismo tiempo mantener unas buenas relaciones con Washington, se han complicado mucho desde que la llegada de Merkel primero, y de Sarkozy después, han transformado las relaciones de Washington con Berlín y con París. Londres teme ahora ser aún más irrelevante para EE UU. Anoche, ese complejo galimatías diplomático estuvo presente entre líneas en el primer discurso de Brown consagrado a la política exterior. En el tradicional mensaje en el banquete del lord Mayor (alcalde protocolario) de Londres, el primer ministro reivindicó la alianza transatlántica, y se molestó en aclarar que considera "bueno para Gran Bretaña, para Europa y para el mundo entero que Francia y Alemania y la UE estén construyendo relaciones más fuertes con América". Si algo llama la atención es el hecho mismo de que Brown considerara necesario dejarlo claro.

Pero una prueba quizás de sus frías relaciones con Bush es que ayer sólo le citó una vez, al tiempo que mencionó seis veces la palabra América o americano.