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La reforma electoral tensa la coalición del Gobierno británico

Los liberales piden el sí en el referéndum para formar una mayoría progresista y los conservadores se oponen

La cercanía del referéndum del 5 de mayo sobre la reforma del sistema electoral está incrementando las tensiones en el seno de la coalición de conservadores y liberales-demócratas en Reino Unido. Los dos partidos tienen posiciones opuestas en ese asunto: mientras los tories defienden que se mantenga el actual sistema electoral -que otorga el escaño al candidato con más votos en cada circunscripción con independencia de que obtenga o no la mayoría absoluta-, los liberales ven en la introducción del llamado voto alternativo un pequeño paso para paliar las injusticias del actual sistema, que les perjudica frente a los otros dos grandes partidos británicos.

Con el voto alternativo, los electores ordenan a los candidatos de acuerdo con sus preferencias y, si ninguno obtiene la mayoría, se van contando sus sucesivas preferencias de voto. Los liberales son el segundo partido más votado en muchas circunscripciones, pero con el actual sistema esos votos no sirven para nada y el número de escaños que logran en las elecciones es siempre muy inferior al porcentaje de votos que consiguen.

Los 'tories' han comenzado a atacar a su socio y líder liberal, Nick Clegg

La campaña ha descendido al nivel de los ataques personales, dirigidos sobre todo contra el líder de los liberales y número dos del Gobierno, Nick Clegg. Clegg se ha convertido en la diana preferida de los dardos más venenosos de la política británica. En este casi primer año de la coalición esos dardos venían de los medios de comunicación y de los laboristas, pero con la campaña sobre el referéndum se han sumado también los conservadores.

Si a principios de esta semana fue el exlíder liberal Paddy Ash-down quien salió en defensa de Clegg y se quejó de los ataques personales, ayer fue el ministro de Empresas y quizás el político liberal-demócrata más carismático, Vince Cable. En una entrevista en el diario The Guardian, Cable se quejó de la pasividad del primer ministro David Cameron por no atajar los ataques de sus correligionarios al primer ministro adjunto de la coalición.

Pero Cable fue mucho más allá al pedir a los simpatizantes laboristas el voto a favor de la reforma para poder así formar una "mayoría progresista" en futuras legislaturas. Y auguró que los conservadores han aprovechado el sesgo del actual sistema electoral para dominar la política británica durante más de dos tercios del último siglo con un apoyo minoritario de los votantes.

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Los laboristas se han convertido en árbitros del referéndum. Son el único partido que propuso el voto alternativo en su programa electoral porque para los liberales se queda corto y para los tories va demasiado lejos. Pero ahora están divididos, lo que amenaza con dar al no una ventaja decisiva y echar al traste la reforma. Las dudas laboristas tienen un gran componente de oportunismo y de cortoplacismo. Aunque un sector del partido defiende el actual sistema porque tiende a producir Gobiernos de mayoría absoluta y creen que eso da estabilidad al país, muchos diputados se oponen a cambiarlo porque con el nuevo pueden perder su escaño, y otra gran parte del partido -y de los votantes de izquierda- quiere simplemente castigar a los liberales por haber formado coalición con los conservadores y desestabilizar así la alianza política.

El primer ministro británico, David Cameron (izquierda), y Nick Clegg, viceprimer ministro, en Downing Street en septiembre.
El primer ministro británico, David Cameron (izquierda), y Nick Clegg, viceprimer ministro, en Downing Street en septiembre.EDDIE KEOGH (REUTERS)

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