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Ola de cambio en el mundo árabe | Repercusiones en Oriente Próximo

Una región en vilo

Los países árabes e Israel contienen la respiración ante los cambios que se avecinan - El eje prooccidental confía en la continuidad de Omar Suleimán

Un cambio de la envergadura del que se avecina en Egipto supone un vuelco de la ecuación política en la región de consecuencias impredecibles. Por eso, cuando la noticia de que Hosni Mubarak finalmente diría adiós comenzó a correr como la pólvora a media tarde de ayer por las cancillerías de Oriente Próximo, el silencio y la cautela se impusieron. Habrá que esperar días y semanas, advierten los expertos, para ver cómo se recolocan las piezas del rompecabezas regional.

Mientras que para países como Siria y partidos como Hezbolá o Hamás, la caída de Mubarak y la probable pérdida de influencia occidental en la zona no significarían más que buenas noticias, para los vecinos que cuentan con el apoyo de Washington los temores pesaban ayer más que la euforia.

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Israel, Arabia Saudí, Jordania y los Emiratos Árabes han intensificado la campaña de presión al presidente estadounidense, Barak Obama, para que no opte por un Egipto en manos del bando de los manifestantes, según publicó ayer The New York Times. Temen la desestabilización de la región, pero también, en el caso de los países árabes, que sus poblaciones emulen a los egipcios y salgan a las calles a pedir democracia. El rey Abdalá de Arabia Saudí ha expresado en los últimos días su apoyo incondicional a Mubarak, el gran aliado y escudo protector frente al enemigo iraní. El monarca saudí ha llegado incluso a comunicar al presidente Obama que si EE UU retira su multimillonario apoyo a Egipto, Riad financiaría la supervivencia del régimen de Mubarak, según The Times. Todo, con tal de no debilitar el eje prooccidental en la región y mantener el statu quo.

En Israel, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, impuso ayer la ley del silencio a sus subordinados. El Estado hebreo se juega tanto en la revolución egipcia, que teme que la mínima palabra produzca un efecto no deseado. Saben los israelíes que cualquier palabra de apoyo al vicepresidente egipcio, Omar Suleimán, no hará posiblemente sino dar más alas al fervor revolucionario y animaría a los manifestantes a pedir también su cabeza.

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Para los israelíes sin embargo, que se vaya o no Mubarak es casi irrelevante. La cuestión es más bien cuánto peso tendrá la oposición a Suleimán y cuál será el resultado de las próximas elecciones libres que se celebren en Egipto. Porque Suleimán representa la continuidad absoluta a ojos de Israel. El ahora vicepresidente lleva años viajando cada mes o cada dos meses para tratar temas relacionados con el proceso de paz con los palestinos y con la situación en la franja de Gaza. Conoce a la perfección a buena parte de los ministros y políticos israelíes y sus posiciones. Los israelíes se sienten cómodos con él.

"El problema es que el nombramiento de Suleimán no va a ser el único cambio que veremos de ahora en adelante", indica el analista israelí Yosi Alpher. "La cuestión es si la oposición egipcia va a cooperar con Suleimán o si va a tener más apetito de cambios, es decir, si el régimen se mantiene o no".

Un potencial ascenso de los Hermanos Musulmanes, compañeros de viaje ideológico de Hamás, supondría un gran quebradero de cabeza para los israelíes. A las implicaciones en Gaza y en el proceso de paz en general, se le suma la propia seguridad israelí. Hace 30 años que el Ejército israelí no tiene que preocuparse por la seguridad en su frontera sur.

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