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Los republicanos frenan el tratado de reducción de armas nucleares

Biden: "No ratificar el START este año pone en peligro la seguridad nacional"

Yolanda Monge

El número dos en la jerarquía republicana en el Senado de EE UU, Jon Kyl, asestó ayer un duro golpe al plan del presidente Barack Obama de ratificar el nuevo Tratado de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas (START, en sus siglas en inglés) antes de que acabe el año. El varapalo podría no ser solo una cuestión de tiempo y resultar mortal para un acuerdo pergeñado con Rusia que debía enterrar la guerra fría. Ello se debe a la nueva aritmética que se ha instaurado en el Congreso tras las pasadas elecciones -desfavorables para los demócratas- y por la que al partido en el Gobierno le va a resultar muy difícil obtener los dos tercios necesarios del Senado para ratificar el nuevo tratado.

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La política exterior de Obama queda gravemente tocada tras el anuncio republicano y, según los expertos, la credibilidad del presidente en la escena internacional podría estar herida de muerte si se cumple la amenaza republicana. El nuevo START supone el mayor acuerdo de desarme nuclear en 20 años y debía abrir entre Rusia y EE UU un nuevo horizonte de cooperación. Obama y el presidente ruso, Dmitri Medvédev, iniciaron este camino en abril en Praga. El pasado fin de semana, el presidente estadounidense reafirmaba a Medvédev su compromiso de sacar adelante el tratado y le daba categoría de "máxima prioridad" para su Administración.

Pero los republicanos tenían otros planes y han dejado en la estacada a Obama a solo unos días de que comience este fin de semana la cumbre de la OTAN en Lisboa. El senador republicano por Arizona Jon Kyl no considera que este sea el momento de dedicarse a tratados nucleares, ya que el Congreso tiene un orden del día muy apretado hasta diciembre y el START es demasiado complejo como para aprobarlo sin aplicarle detenidamente la lupa. La respuesta de una Casa Blanca contra las cuerdas tras las elecciones del pasado 2 de noviembre no se ha hecho esperar y ha llegado a través del vicepresidente, Joe Biden: "El nuevo tratado START es un componente fundamental de nuestra relación con Rusia, relación clave para poder abastecer a nuestras tropas en Afganistán e imponer y aplicar sanciones al Gobierno iraní".

El nuevo START estaba llamado a ser el detonante de una nueva época. En siete años, Moscú y Washington debían eliminar en un 30% sus arsenales y se fijaba el tope de cabezas nucleares en 1.550. Pero lo importante es lo que se escondía detrás de las cifras: la muestra de que EE UU y Rusia estaban dispuestos a asumir el nuevo liderazgo mundial en la batalla nuclear y combatir la dispersión y la proliferación de armas atómicas.

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"No ratificar el acuerdo este año pone en peligro nuestra seguridad nacional", afirmó con contundencia el vicepresidente. Según Biden, la ausencia del tratado supone que ningún otro Gobierno vigilará lo que hace Rusia con su propio arsenal y no existirá ningún sistema de verificación para supervisar la reducción armamentística pactada entre ambos países.

"Este es el momento de actuar", declaró Biden. "Dado el respaldo bipartidista que tiene el nuevo START y la enorme importancia que representa para nuestra seguridad nacional continuaremos buscando la aprobación en el Senado antes de que acabe el año".

En el mismo sentido se pronunció la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que ayer se reunió con los líderes del Senado para pedirles que aprueben cuanto antes el nuevo START. "Podemos y debemos seguir adelante", dijo Clinton, que consideró que la ratificación no se puede posponer.

La Administración de Obama necesita 67 votos para ratificar el acuerdo. Los demócratas tienen actualmente 59 escaños en el Senado frente a 41 de los republicanos. A partir de enero, con el nuevo Congreso en marcha, la ventaja demócrata se reducirá a 53 escaños frente a 47. Kyl ha sido el primero en hablar, pero los números parecen indicar la tendencia. Todos los que se declararon escépticos de que EE UU fuera de verdad a apretar el botón de reset en las relaciones con Rusia parecen tener ahora su respuesta.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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