_
_
_
_
_

El rey danzarín

Totilas es el caballo de adiestramiento más caro del mundo. Paul Schockemöhle lo ha comprado por más de ocho millones de euros. Utilizado como semental, parece destinado a ganar el oro en los Juegos Olímpicos de 2012, con un jinete alemán

Las chimeneas echan humo, los perros ladran, los motores traquetean en el criadero de caballos de Paul Schockemöhle en Mühlen. Falta poco para las ocho de la mañana; los mozos de cuadra almohazan y ensillan a los caballos, limpian las caballerizas y empujan carros de estiércol fresco por el patio. Totilas, el caballo negro del box situado al fondo a la derecha en el establo color ladrillo, también ha hecho sus necesidades.

A veces uno olvida fácilmente que este semental se comporta exactamente igual que un jamelgo normal y corriente.

Desde hace cinco meses Mühlen, un pueblo del Oldenburger Münsterland, ha pasado a ser el ombligo del mundo de la equitación. En la finca de Schockemöhle hay 350 caballos; es una explotación de tamaño medio, 120 cuidadores, herradores y veterinarios se ocupan de los animales, pero hace cinco meses llegó Totila, el semental del siglo, el caballo prodigioso, el mito sobre cuatro patas, la leyenda viva. Y miles de cosas más que han dicho y escrito sobre él criadores, jinetes y periodistas.

Este semental de reluciente pelaje negro como el petróleo nació en Holanda el 23 de mayo de 2000. Su padre era un trakehner alemán, su madre una mediasangre holandesa, y su nombre viene de Totila, el rey de los ostrogodos. Cuartos traseros poderosos, hombros anchos, manos delanteras prominentes y una marcha espectacular, 1,75 metros de altura, número de identificación NED08021.

El establo donde se encuentra Totilas está doblemente asegurado con dos portones que se cierran con llave. En el interior, una cámara de vigilancia apunta a su box; durante los diez primeros días una cuidadora durmió junto a él en el cuarto de las sillas de montar, ahora un vigilante patrulla el recinto por las noches. Totilas está asegurado, cómo no iba estarlo, en caso de defunción o de sacrificio necesario.

Las paredes de su box están revestidas de esterillas de goma para que Totilas no se haga daño si en un descuido hace un mal movimiento; del techo cuelgan dos balones, uno azul y otro rojo, para que tenga algo con que jugar si se aburre; el suelo está cubierto de virutas porque levantan menos polvo que la paja y son mejores para evitar la tos. Un veterinario lo examina aproximadamente cada dos semanas, lomo, articulaciones, tendones... y también se pasa regularmente por allí la acupuntora.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Una cuidadora conduce a Totilas al picadero; es un caballo noble, musculoso y majestuoso. "Sabe que es especial", explica Matthias Alexander Rath, su jinete. Totilas relincha como si saludara a Rath y a continuación ambos empiezan el entrenamiento: piruetas, avance en diagonal, trote, galope. El caballo suda y resopla, exhala vaho en el aire frío, pero las lecciones parecen un juego, sencillo y relajado.

Totilas es un bailarín expresivo y un cachas elegante, la combinación perfecta para el adiestramiento. Con el predecesor de Rath, el holandés Edward Gal, fue tres veces campeón del mundo, dos veces campeón de Europa y plusmarquista mundial. La pareja cabalgó en 27 grandes premios internacionales, con 25 victorias y dos segundos puestos. Nunca ha habido un caballo tan dominante, tan expresivo, tan popular.

Cada vez que Totilas se presenta en público hay que poner vallas y esclusas delante del estadio para evitar aglomeraciones; la gente se sube a los árboles para poder divisarlo y hay espectadores que lloran en cuanto comienzan los ejercicios libres.

Paul Schockemöhle compró el semental en octubre y se lo llevó de Holanda a Mühlen por más de ocho millones de euros. Hasta ahora nadie había pagado nunca ni siquiera una cantidad aproximada por un caballo de adiestramiento pero, por lo que parece, Schockemöhle ha hecho el negocio de su vida.

Está sentado en su oficina, bajo un cuadro al óleo de Deister, el caballo castrado con el que se proclamó tres veces consecutivas campeón de Europa en la modalidad de saltos. Schockemöhle no es una persona emocional ni sentimental sino más bien un hombre frío y calculador. El romanticismo de las granjas de ponis le es ajeno, nunca se enamoraría de un caballo. En última instancia, los caballos son solo una mercancía para él.

Schockemöhle, 65 años, cabello blanco, ojos pequeños, cría caballos, comercia con ellos y dice: "Los animales caros son los que me han dado siempre el mejor resultado. Creo que Totilas vale cada céntimo de lo que ha costado."

Se fijó por primera vez en el semental en agosto de 2009, en el campeonato de Europa disputado en Windsor. "Nunca había visto un caballo tan dotado y bien entrenado", recuerda Schockemöhle con mirada radiante. "Posee una combinación única de espíritu luchador y flema. Máximo esfuerzo en piaffe y passage... y después totalmente relajado al paso."

Observó a Totilas una y otra vez, durante los ejercicios, en los calentamientos. Finalmente, el pasado mayo viajó a Holanda; quería asegurarse los derechos de cría para Alemania. El entonces propietario, un inversor inmobiliario de Deventer, le explicó que no podía ser porque tenía intención de vender a Totilas en breve.

"Entonces le dije: 'bien, hablemos de ello."

Un par de semanas más tarde Schockemöhle estaba comiendo con su mujer en Mühlen - el plato era huevos fritos con pan y mantequilla - y volvieron a analizar a fondo el asunto, porque lo cierto es que uno no invierte un par de millones todos los días. De repente, su mujer le dijo: "Paul, si tú crees que te lo puedes permitir, entonces hazlo". Y a principios de octubre, en la semana posterior a los campeonatos mundiales de equitación de Kentucky, Schockemöhle cerró el trato.

Schockemöhle podría haber revendido a Totilas hace ya tiempo. Hay compradores interesados en Inglaterra y Estados Unidos, pero ha rechazado todas las ofertas, porque tiene otro plan.

Schockemöhle utiliza a Totilas como semental: 4.000 euros cuesta una dosis de semen y, si la yegua se queda preñada, hay que sumar otros 4.000 euros de prima. Si Totilas insemina 700 yeguas al año, cosa que se puede lograr sin ningún problema gracias a la fecundación artificial, esta actividad reportará un total de 5,6 millones de euros anuales en el mejor de los casos. La demanda mundial es grande; hasta un criador australiano ha hecho ya una reserva de semen.

El negocio de la cría es efímero; en septiembre se subastó un embrión engendrado por Totilas por un total de 32 000 euros, pero para mantener estas cotizaciones Totilas tiene que seguir cabalgando y cosechando éxitos.

A finales de noviembre, Schockemöhle presentó a Matthias Alexander Rath como el nuevo jinete de Totilas. "Quería que fuese un alemán", explica Schockemöhle. "En eso soy un patriota. Tenía que ser de primera, un jinete de campeonato. Y el nombre que se le venía a uno automáticamente a la cabeza era el de Matthias."

Pero sin duda hay algo que también ha desempeñado un papel en esa elección: Rath es el hijastro de Ann Kathrin Linsenhoff, de 50 años de edad, hija de la dos veces campeona olímpica en la modalidad de adiestramiento Liselott Linsenhoff. Multimillonaria. Y ella misma campeona olímpica.

Ann Kathrin Linsenhoff y Paul Schockemöhle se conocen desde hace mucho tiempo; él le hizo una propuesta después de haber comprado a Totilas y ahora forman una comunidad de propietarios: el caballo les pertenece a ambos al 50%. Comparten los gastos, pero también el dinero de los premios y los ingresos procedentes del marketing y la cría.

"Cincuenta-cincuenta, totalmente justo y en igualdad de condiciones", aclara Linsenhoff mientras sigue con la mirada a su hijo durante los entrenamientos, calzada con botas de cuero rosa y con guantes a juego.

Esta asociación resulta rentable a ambos. Schockemöhle, responsable de la cría, tiene una socia con gran capacidad financiera que se ocupa de la parte deportiva. Y Linsenhoff puede ofrecer a su hijastro la oportunidad única de montar un caballo excepcional. "Nuestro principal objetivo son los Juegos Olímpicos", explica. "Sería estupendo que Matthias triunfara en Londres con Totilas".

Matthias Alexander Rath vive en Kronberg im Taunus, tiene sólo 26 años, estudia empresariales y quedó tercero con el equipo en el campeonato del mundo; su plato favorito es pizza de salami con doble de queso. Actualmente vive de lunes a viernes en Mühlen; Totilas y él tienen que llegar a entenderse lo antes posible. A principios de mayo participarán por vez primera en una competición, en Hagen am Teutoburger Wald.

Rath trabaja con un fisioterapeuta y desde enero también con un psicólogo deportivo, entrenamiento de fuerza, ejercicios de concentración; un buen caballo exige al jinete más que uno malo.

Ahora avanza en diagonal; su padre, que también es su entrenador, está de pie en medio del picadero, se mantienen en contacto por radio. El entrenador es el espejo del jinete, le dice si el caballo tiene suficiente ritmo, si su cuerpo está lo bastante inclinado, si lo que a uno le parece logrado en lo alto del animal también causa buena impresión visto desde abajo.

Rath acomete un piaffe, Totilas trota sin moverse del sitio y Ann Kathrin Linsenhoff se arrodilla al borde del cuadrilátero: "¡Aj! ¡Míralo, mejor imposible! ¡Sen-sa-cio-nal!". Saca una cámara del bolso para tomar un par de fotos pero, desgraciadamente, la batería está descargada. Este martes está en Mühlen porque por la tarde tiene que asistir a un entierro en Warendorf. "Ahora tengo un matrimonio de fin de semana, pero ¡qué no haría uno por Totilas! El caballo es lo primero".

Dice que no persuadió a su hijastro para que montara a Totilas: "De ningún modo, eso no funciona en absoluto". Cree que su decisión de sentarse en la silla es muy valiente. "Con toda la presión que va a tener".

Porque Totilas no solo puede ser una bendición, sino también una maldición: si Rath gana, dirán que es por el caballo; si pierde, que es por el jinete. Los jueces de competición tienen la imagen de la pareja perfecta en la cabeza, el holandés Edward Gal y Totilas en perfecta armonía. Rath tiene que conseguir crear algo propio, mostrar una faceta de Totilas nunca vista. Los hay que se han venido abajo por mucho menos.

Además, hay que contar también con la rabia que muchos holandeses sienten hacia él por haber perdido su mejor caballo, y encima en favor de Alemania, su acérrimo rival.

Rath recibe insultos en Internet y también en su página web; dicen que su madre le ha comprado la medalla de oro, que no merece ningún respeto, que es un "jinete espantoso". Hablan de "OPA hostil", anuncian que le abuchearán y le tirarán tomates en agosto, en el campeonato de Europa que se celebrará en Rotterdam.

Cuando se llevó a cabo la venta de Totilas, Edward Gal desapareció durante unos cuantos días y ni siquiera estaba localizable para sus más íntimos amigos. Se ha negado a hablar del asunto Totilas, igual que Sjef Janssen, el entrenador nacional holandés.

Rath dice que eso no le agobia, que pesa más la suerte de poder montar a Totilas. "Es un caballo honesto y un buen amigo, muy seguro de sí mismo. Por ahora no me he arrepentido en ningún momento de haber tomado esta decisión. En absoluto."

Su madrastra remacha: "Soportaremos la presión, somos fuertes, como familia y como equipo".

Totilas come después del entrenamiento, le dan de comer cuatro veces al día, muesli, bolas secas, una manzana; tres veces por semana tiene que acaballar la yegua fantasma, un sucedáneo con una funda marrón que parece el potro de una clase de gimnasia.

Esta yegua fantasma está instalada bajo luces de neón en una nave revestida de baldosas blancas, justo al lado del establo. Una yegua real de mirada ensimismada y apática sirve de estímulo.

Totilas tarda un poco en animarse, probablemente se deba a que es la primera vez que Rath contempla la escena. Pero luego ya no hay quien le pare, se sube al sucedáneo de yegua y segundos después eyacula en la vagina artificial, modelo Hannover.

"Totilas no sólo es increíble dentro del cuadrilátero, sino también sobre la yegua fantasma", comenta el supervisor de la inseminación. "Se encarama y listo".

Inmediatamente después lleva la eyaculación número 32.11 al laboratorio y la analiza mientras en la radio suena "Major Tom": 52 milímetros, 8.640 millones de espermatozoides, suficiente para 17 dosis. Centrifuga 40 mililitros, los espermatozoides con buena movilidad se depositan en el fondo del tubo de ensayo y a continuación son congelados en nitrógeno líquido; de este modo se pueden conservar durante 15 años.

El veterinario, un colombiano menudo tocado con una gorra de béisbol, recoge el esperma restante. Hay temporadas en las que insemina 25 yeguas cada día en Mühlen; ahora inyecta el esperma de Totilas en la vagina de Windspiel a través de un tubo fino y largo. Dentro de dos semanas se sabrá si se ha quedado embarazada o no.

Dos días después se abre el portón que da acceso a Schafhof, la propiedad de los Linsenhoff en Kronberg. Dieciocho hectáreas, edificios de paredes entramadas, carillón. La secretaria nos conduce hasta la chimenea; el mayordomo, un señor bretón, sirve café y dice "voilà" y "mon Dieu".

En abril Totilas se mudará a esta finca antes de que empiece la temporada para él. Cuando no esté tomando parte en una competición, probablemente se quedará en el antiguo box de Piaff, el caballo con el que la madre de Linsenhoff se convirtió en la primera mujer en conseguir el oro individual en 1972, en Munich.

Ann Kathrin Linsenhoff viene precisamente de montar a caballo, sus botas están cubiertas de polvo. Lo primero que nos cuenta es que su marido ha telefoneado desde Mühlen hace un momento: "Totilas ha sido increíblemente bueno en el entrenamiento de hoy, ha clavado todos los piaffe". Cierra los puños. "Estoy impaciente por ver al rey bailando aquí".

A la hora de planificar el calendario de competiciones, no se ha tenido en cuenta la cuantía monetaria de los premios ni el tamaño de los estadios, explica. Lo decisivo es que su hijastro se sienta a gusto, que sepa donde se encuentra el recinto de precalentamiento y donde se aloja al caballo. "Todavía no tenemos experiencia sobre cómo reacciona Totilas en las competiciones, Matthias sólo lo conoce de los entrenamientos. Un entorno nuevo supondrá una carga adicional".

Baja la escalera; abajo hay un armario lleno a rebosar con sus medallas, copas y certificados. Un poco más allá, en dirección a la puerta, está la vitrina de los trofeos de su hijo. Bastante vacía. "Están por llegar, pero la cosa empieza ahora".

Por cierto, dentro de poco su hijo sacará una colección de moda al mercado, comenta la señora Linsenhoff en la despedida, en colaboración con Herbert Seckler, el propietario del Sansibar de Sylt, añade sonriendo.

Matthias Alexander Rath se comercializa a través de una agencia de Colonia que pertenece a Michael Mronz. Mronz organiza también el CHIO de Aquisgrán, el torneo de equitación más grande de Alemania, y es el compañero sentimental de Guido Westerwelle. Mronz está sentado ante un escritorio amplio y ordenado.

Se dedica a sondear el mercado, a recoger ofertas y a redactar contratos; hasta ahora Matthias Alexander Rath nunca había tenido patrocinadores ni socios publicitarios. Pero eso tiene que cambiar y va a cambiar a partir de ahora.

"La pareja Rath/Totilas representa una marca de primera", explica Mronz. Rath no se ha estrenado aún, es inteligente, bien parecido, un jinete joven, con talento, con perspectiva. "Un depositario de nuevas esperanzas".

¿Y qué piensa Mronz de Totilas?

"Siempre ha habido y habrá personalidades que cambian una estancia en cuanto entran en ella. Kohl y Genscher, por ejemplo. O Barack Obama hoy en día. O Totilas, sin ir más lejos".

Mronz dicta las normas en todo lo concerniente a Rath y Totilas; si el organizador de un torneo quiere anunciar la participación de ambos, Mronz tiene que autorizar primero la nota de prensa, el texto, las fotos. "El Bayern tampoco da ninguna noticia sobre Arjen Robben sin que se entere su manager".

La ola avanza, deberá ir ganando velocidad hasta la celebración de los Juegos Olímpicos y, entonces, en palabras de Mronz, "Habrá que capitalizar el éxito; a partir de ese momento nos proponemos firmar contratos enteramente nuevos para el deporte de la equitación por su calidad y dimensiones". Y acto seguido se mete un bombón en la boca.

Broeksterwoude es un pueblo de Frisia que no está lejos de Groningen. La vivienda del número uno de la Atewei se esconde detrás de un gran seto; en el establo de Anna y Jan Schuil hay 15 caballos. Aquí nació Totilas.

Lominka, su madre, dormita en el primer bkox situado delante a la derecha, tiene 18 años, es castaña y maciza. Elsa, su abuela, todavía sigue ahí; con 25 años, llegó a trabajar en la agricultura.

Y a la vuelta de la esquina, en un cobertizo, hay un potro castaño de magníficos andares y buen carácter, flemático y peleón. Se llama Goldregen y es el más joven de los hermanos nacidos de los mismos padres de Totilas; vino al mundo hace diez meses. Nadie lo ha montado todavía. Paul Schockemöhle ha comprado la mitad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_