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El conflicto de Oriente Próximo

En rumbo de colisión con la UE

Ya a finales de 2004, un informe confidencial del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí aventuraba que Israel y la Unión Europea iban hacia una colisión. "Tal rumbo hacia el choque conlleva el riesgo de que Israel pierda su legitimidad internacional y podría llevar a su aislamiento, como ocurrió con Suráfrica", la Suráfrica del apartheid, indicaba el documento.

Las relaciones de la Unión y algunos de sus socios con Israel no son fáciles, pero la realidad es que, más allá de los temores expresados en documentos secretos, Israel no tiembla ante la UE. A la actual crisis diplomática por el asesinato de un líder de Hamás en Dubai, le precedió la provocada por la orden de detención dictada el pasado mes de diciembre por un juez de Londres contra la ex ministra de Exteriores Tzipi Livni, responsable de la diplomacia israelí en el momento de la Operación Plomo Fundido, lanzada sobre Gaza en diciembre de 2008.

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Aquella orden fue revocada casi de inmediato, en el momento que se supo que Livni no viajaba. Suspendida la gira, la ex ministra sacó pecho en Tel Aviv: "Israel tiene que hacer lo que conviene a Israel, con independencia de juicios, declaraciones u órdenes de detención. Ésa es la obligación de los dirigentes y yo repetiría todo lo que hice". El de Livni fue sólo el último de la lista de intentos frustrados de detener a altos responsables israelíes bajo la acusación de perpetrar crímenes de guerra, por Plomo Fundido y por operaciones previas.

La UE intenta vanamente demostrar con hechos su frustración con las políticas israelíes, pero el Gobierno de turno en Jerusalén siempre encuentra aliados que le echan un capote. El pasado mes de diciembre, Suecia, presidenta de turno de la Unión, elaboró un documento que proponía la creación de un "Estado palestino con Jerusalén Oriental como capital". La intervención de algunos países -Italia, Hungría, República Checa y Rumania, "actuando aparentemente bajo instrucciones del ministro de Exteriores de Israel", según Chris Patten, antiguo responsable de Exteriores de la Comisión Europea y hoy rector de Oxford; otras fuentes incluyen también a Francia en la confabulación- devaluaron el texto, que quedó reducido a que la paz pasa por negociar el estatus de Jerusalén como futura capital de dos Estados.

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"En la actualidad, donantes internacionales cubren la mayor parte del coste de las consecuencias de la ocupación, de las que, de acuerdo con la Convención de Ginebra, debería hacerse cargo Israel", escribía Patten en el diario Financial Times. "El año pasado, a la UE y a sus socios el coste les ha subido hasta los 1.000 millones de euros". Para Patten, todo ese dinero "se vacía sobre arena empapada en sangre".

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