_
_
_
_
_

Los seguidores del primer ministro ucranio desafían en las calles al presidente Yúshenko

El Gobierno de Yanukóvich rechaza la disolución del Parlamento y apela al Constitucional

Pilar Bonet

El presidente de Ucrania, el prooccidental Víktor Yúshenko, y el primer ministro, el prorruso Víktor Yanukóvich, se reunieron ayer sobre el telón de fondo de la crisis desatada por el decreto promulgado la víspera por Yúshenko, en el que se ordenaba la disolución del Parlamento, así como la convocatoria anticipada de elecciones parlamentarias para el 27 de mayo. Yanukóvich y la coalición mayoritaria que le apoya en el Parlamento (Partido de las Regiones, socialistas y comunistas) presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional, institución que debe decidir sobre la legalidad del decreto. Seguidores de Yanukóvich se concentraron ayer en las calles de Kiev en desafío a la decisión de Yúshenko, cuyos partidarios también se manifestaron.

Más información
El presidente de Ucrania mantiene su pulso con el Parlamento mientras comienzan las protestas en las calles

Legalmente, todo estaba en manos de la más alta instancia judicial del Estado, que dispone de un plazo de tres meses para dirimir la cuestión. Mientras tanto, los protagonistas del conflicto -los antiguos aliados de la revolución naranja (Yúshenko y Yulia Timoshenko), hoy divididos, y sus adversarios y "desertores", aglutinados en torno a Yanukóvich- trataban todos ellos de jugar sus cartas de la manera más ventajosa posible en un clima político deteriorado, muy diferente al que se dio en el otoño de 2004. A la calle en Kiev salieron ayer unas cuatro o cinco mil personas, como máximo y en representación de todas las partes en conflicto, y no las decenas de miles de entonces. Medios periodísticos de la capital de Ucrania señalaban que los partidarios de Yanukóvich eran más numerosos que los de Yúshenko.

Tanto el presidente como el primer ministro se han pronunciado por la resolución pacífica del conflicto. "Como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania no permitiré un desarrollo violento. Las intervenciones pacíficas de los ciudadanos muestran el aumento del nivel de democracia en nuestro país", manifestó Yúshenko en su reunión de varias horas con Yanukóvich.

El jefe del Estado realizó ayer importantes cambios en el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, donde destituyó al presidente del Parlamento, el socialista Olexandr Moroz, y nombró como nuevos miembros al jefe del Servicio de Seguridad, Valentín Nalivaichenko, y al comandante de las tropas del Interior, Oleksandr Kijtenko.

Yanukóvich, que dispone de una mayoría de 250 diputados en el Parlamento (formado por 450 escaños), calificó de "error fatal" la decisión de disolver el Legislativo. Yúshenko ha dado orden a la comisión electoral central de preparar las elecciones, pero el Parlamento restableció las competencias de la comisión electoral que ejercía en 2004, cuando fueron denunciadas las irregularidades que llevaron a la revolución naranja. Además, la Rada prohibió al Banco Central financiar los comicios anticipados.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El motivo de Yúshenko para disolver la Rada es que los diputados de su partido (Nuestra Ucrania) se pasaban al bando de Yanukóvich (al igual que los diputados del partido de Yulia Timoshenko, que está hoy en la oposición parlamentaria) y amenazaban con crear una mayoría de 300 legisladores, que hubiera podido modificar de nuevo la Constitución y mermar aún más los restringidos poderes que el presidente tiene en virtud de los arreglos que dieron una salida a la crisis de 2004 y permitieron en diciembre de aquel año repetir las elecciones presidenciales, ganadas de forma truculenta por Yanukóvich en noviembre. Tras salir triunfante de los comicios, Yúshenko encargó a Timoshenko la formación del Gobierno, pero las divisiones entre los naranja erosionaron el apoyo popular del que gozaban, y el presidente acabó destituyendo a la primera ministra en septiembre de 2005.

Después, las elecciones de marzo de 2006 dieron la victoria al partido de Yanukóvich, que formó un Gobierno de coalición en agosto del año pasado. Desde entonces Yúshenko y Yanukóvich han convivido en un equilibrio inestable y tenso. El pasado 21 de marzo, Yanukóvich abrió su Gobierno a los tránsfugas de Nuestra Ucrania e incluyó en él al jefe de la unión de empresarios, Anatoli Kinaj, que había pertenecido a las filas de Yúshenko.

El presidente dijo ayer que su decisión de disolver la Rada es irrevocable y obligatoria. Según él, la decisión "responde a la Constitución de Ucrania, es legítima y tiene base jurídica y política". Yúshenko asegura que la coalición mayoritaria de la Rada se ha formado de "una forma ilegítima", ya que "la Constitución no da ninguna respuesta legal sobre cómo se puede pasar de un grupo parlamentario a otro".

La práctica de cambiar de bando fue habitual en tiempos de Leonid Kuchma (el presidente anterior), cuando las mayorías eran a menudo esporádicas y se formaban y disolvían según las circunstancias.

Un hombre besa la mano del primer ministro ucranio, Víktor Yanukóvich, a las puertas del Parlamento ayer en Kiev.
Un hombre besa la mano del primer ministro ucranio, Víktor Yanukóvich, a las puertas del Parlamento ayer en Kiev.REUTERS

El nuevo enfrentamiento de las dos Ucranias

La esperanza de que el presidente de Ucrania, Víctor Yúshenko, pudiera convivir de forma armónica con el primer ministro, Víctor Yanukóvich, su antiguo rival, resultó prematura. La crisis que de nuevo vive la política del país demuestra que los representantes de dos grandes proyectos de Estado no han sabido tejer un programa común.El decreto de disolución del Parlamento no soluciona nada, porque las encuestas señalan que, de celebrarse nuevos comicios, los resultados serían una correlación de fuerzas parecida a la que existe hoy en la Rada Estatal. Según un sondeo del centro FOM Ucrania, el vencedor sería Regiones, el partido de Yanukóvich, con un 24,5% de los votos, seguido del partido de Yulia Timoshenko, con un 18,9%. Nuestra Ucrania, el partido de Yúshenko, obtendría un 8,2%, detrás del cual se situarían los comunistas con un 4,9%. La mayoría de los ciudadanos (un 56,9%) no apoya la celebración de elecciones anticipadas, frente al 29,2% que sí lo hace y un 14% de indecisos. El 46,6% considera que Timoshenko es la que más saldría ganando de los comicios. Esta figura ha batallado por la disolución del Parlamento y, por lo visto, ha conseguido convencer a Yúshenko de ello.La situación en Ucrania recuerda a algunos la que Rusia vivió en el otoño de 1993, cuando se produjo la gran crisis entre el presidente Borís Yeltsin y el Sóviet Supremo (el Parlamento de entonces). Yeltsin acabó resolviendo el problema a cañonazos y ahora hay quien se pregunta si tal desenlace sería posible en Ucrania.Los ucranios han tenido más tiempo que los rusos de 1993 para practicar la democracia y, con todas las reservas, no parece que -pese a las diferencias que les enfrentan- sean hoy dados a resolver los problemas de forma tan violenta. Por lo menos, eso se desprende de la práctica política que acompañó la revolución naranja en el otoño de 2004.Los ucranios son negociadores tenaces y durísimos, que sólo ceden en el último momento. Pero ceden, no se matan entre ellos, y acaban encontrando compromisos que, por otra parte, resultan también fugaces y revocables. Ahora, está por ver si estas tradiciones continúan o entran en juego elementos más expeditivos. El diputado ucranio Yuri Bóldirev, del partido Regiones, decía ayer por teléfono que "si Yúshenko se somete a Timoshenko, aquí puede repetirse lo que sucedió en Rusia en el 93. Si Yúshenko no se somete, llegará a un acuerdo con Yanukóvich". Yúshenko y Timoshenko hubieran podido evitar llegar a estos extremos si se hubieran puesto de acuerdo el verano pasado para formar Gobierno, pero no lo lograron y echaron a perder el capital que habían conseguido juntos en 2004.La reacción internacional a la crisis ha sido de preocupación contenida.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_