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Reportaje:

La semana negra de Sarkozy

Cécilia amenazó con dar el divorcio a la prensa si el Elíseo no lo anunciaba - La consigna dada en el entorno presidencial es "aquí no pasa nada"

La irritación, nada disimulada, y la aspereza con la que Nicolas Sarkozy respondió el viernes, en la conferencia de prensa posterior a la cumbre europea en Lisboa, a una pregunta del enviado especial de Le Monde sobre "su estado de ánimo" tras el anuncio de su divorcio, dejaba pocas dudas sobre el humor del presidente. "¿Qué quiere que le diga? ¿Cree usted que los franceses me han elegido para otra cosa que no sea trabajar? He sido elegido por los franceses para solucionar sus problemas no para comentar mi vida privada".

El jefe del Estado creía poder cerrar así una semana negra, la peor desde que ocupa el palacio del Elíseo. Incluso intentó abrir una ventana al optimismo y, sin ser preguntado por ello, se refirió a la huelga de transportes que había paralizado Francia y con la que los sindicatos intentaban frenar la reforma de los regímenes especiales de pensiones. "Nadie me ha preguntado sobre los movimientos sociales. Todos habían hablado de que se trataba de una gran cita para mí y 48 horas después, nada. Eso debe querer decir que no me ha ido tan mal como parecía", dijo a los periodistas.

El presidente empleó parte de su inagotable energía en evitar la ruptura

Pensaba que había conseguido romper la protesta dividiendo a los sindicatos, pero se equivocaba. Cuando llegó a París a última hora de la tarde la capital francesa estaba sumida en el caos más absoluto; en la red viaria se acumulaban hasta 200 kilómetros de colas, los trenes de cercanías seguían sin funcionar y el metro lo hacía de una forma tan aleatoria que provocaba incluso más problemas que si se hubiera cerrado del todo.

Para colmo, debió contemplar en directo la humillante derrota de Francia frente a Argentina en la final de consolación de la Copa del Mundo de rugby. Y, a buen seguro, debió preguntarse si hizo bien en nombrar al seleccionador, su amigo Bernard Laporte, como secretario de Estado para la Juventud y el Deporte, ahora que ya sabe que Hacienda tiene cuentas pendientes con él.

Pero conforme emerge el relato de lo sucedido entre la pareja presidencial durante los últimos días, más claro se ve que allí donde el jefe del Estado francés ha empleado buena parte de su inagotable energía ha sido en intentar impedir la ruptura oficial de su pareja. La noticia llevaba semanas rondando las mesas de las redacciones de todos los medios de comunicación, incluidos los más sesudos, que esperaban pacientemente el comunicado del Elíseo. Pero no fue hasta el miércoles que uno de ellos, Le Nouvel Observateur la dio por hecha en su edición electrónica.

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El jueves, finalmente, se hizo oficial primero "la separación", transformada después en "divorcio". Una escueta nota señalaba que los interesados "no harán ningún comentario". Nada más lejos de la realidad en lo que a una de las partes se refiere. Ahora sabemos que las dos entrevistas concedidas por Cécilia Sarkozy -la publicada el viernes por L'Est Républicain y la que lucía ayer en la portada de la revista Elle, que adelantó su salida a los quioscos- fueron hechas el lunes. Así lo aseguran fuentes del gabinete de presidencia citadas por Le Figaro que señalan también que la primera dama habría amenazado con dar luz verde a su publicación tanto si el Elíseo anunciaba o no la ruptura de la pareja. "Él no ha escogido el día, le ha sido impuesto", señalaba esta fuente.

La consigna en el entorno presidencial es que "aquí no pasa nada". Sólo se han producido dos modificaciones en organigrama del personal del Elíseo. La que fuera breve portavoz de la primera dama, Carina Alfonso-Martin, se reintegra al servicio de prensa, y el diplomático que se le había asignado, Nicolas de la Gradville, regresa asimismo a la célula de trabajo presidencial.

Sin embargo, pese a los desmentidos, la influencia de Cécilia sobre Nicolas era considerable, y no sólo en lo privado. Hay expectación, por ejemplo, por conocer cuál será el futuro de los personajes que, supuestamente, se habrían hecho un hueco en el entorno del presidente gracias al apoyo de la primera dama y también por saber si ha cambiado la suerte de aquellos que quedaron aparcados tras la toma de posesión, aparentemente por la razón contraria.

Cécilia confeccionó la lista de invitados que cenaron en el restaurante Fouquet la noche de la victoria electoral. Dejó fuera a algunos y metió a otros. Los periodistas que siguen al jefe del Estado ya han podido detectar la vuelta de algunos como Fréderic Lefebvre y Pierre Charon, concretamente en la tribuna del Stade de France, junto a Sarkozy, en los partidos de la Copa del Mundo de rugby. En cambio, habrá que ver si se sostiene la meteórica carrera del portavoz del Elíseo, el elegante David Martinon, uno de los supuestos protegidos de Cécilia.

Sarkozy besa a su esposa, Cécilia, en la toma de posesión de la presidencia el pasado mes de mayo.
Sarkozy besa a su esposa, Cécilia, en la toma de posesión de la presidencia el pasado mes de mayo.REUTERS

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