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Reportaje:

La sequía arrasa Argentina

Dos millones de hectáreas se encuentran en situación de emergencia en el corazón del país - Un año sin lluvia deja Córdoba al borde del drama

Soledad Gallego-Díaz

El pueblo se llama Salsipuedes, todo junto, está a 36 kilómetros de Córdoba, en el corazón geográfico de Argentina, y siempre ha intrigado a los viajeros con su insólito nombre y las diversas leyendas que corren sobre su origen. Hasta hace poco tenía un río y hasta una cascada llamada el Salto de la Estancita. Ahora es un lugar en el que se pelea a puñetazos por el agua y en el que los detenidos por intentar asaltar los camiones cisterna deben ser puestos en libertad porque la cárcel no tiene agua ni para darles de beber. El sequedal está haciendo estragos en la provincia de Córdoba, donde no llueve desde hace casi un año. Para ser más exactos, donde han caído sólo 255 mililitros, por debajo de los 320 que marcaron la gran sequía de 1950.

En Salsipuedes se asaltan los camiones cisterna. Y en la cárcel no hay agua
Las autoridades de la zona más damnificada no han programado cortes

En el corredor de las llamadas Sierras Chicas la falta de agua es agobiante. Más de mil familias deben ser abastecidas por cisternas, pero sólo se dispone de dos camiones que tardan más de nueve días en rotar por todas las casas. Demasiado tiempo para renovar las existencias de agua, así que ahora la municipalidad piensa instalar depósitos en puntos fijos, protegidos por la gendarmería y que sean los ciudadanos los que vayan a retirar agua por sus propios medios. El intendente, Sergio Cornejo, no oculta su miedo: "Es una situación crítica. Tenemos 13 pozos: uno está seco, siete en estado crítico y los cinco restantes dan menos del 50% de lo habitual". Según explica en su página de Internet, los incidentes en torno a los camiones cisterna han sido sólo verbales, pero la policía vigilará los depósitos para evitar que "las cosas pasen a mayores, en la medida en que la escasez se acreciente".

Córdoba no es la única: la falta de lluvia está afectando a toda la región central del país, en especial a las áreas vecinas al sur cordobés, como las provincias de San Luis y La Pampa. Pero es en Córdoba donde la falta de agua, incluso de boca, empieza a ser un drama. La región entera luce un color pardo, agostado y polvoriento, y la arenilla que levanta el viento molesta hasta en la capital. En muchas de las explotaciones agropecuarias de la provincia se dan por perdidos los terneros, muertos de sed o de hambre, ante la imposibilidad de las vacas de comer pasto ni de recibir forraje ni agua suficiente.

Dos millones de hectáreas (casi equivalente a la Comunidad Valenciana) están en emergencia, pero sobre todo están en emergencia centenares de pequeñas explotaciones, en el noreste, con menos de cien cabezas de ganado, que pueden quedar en la miseria. Familias enteras que llegarían a engrosar los barrios que rodean la ciudad y en las que la miseria es ya bien palpable.

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La producción de trigo, que fue récord en 2007-2008, bajará este año un 91,5% y habrá que importar grano para cubrir las necesidades de la provincia. Es verdad que la producción de trigo ha caído, sobre todo porque el área sembrada disminuyó un 75%, a favor de la soja transgénica, pero también que la sequía ha acabado con lo poco que quedaba. Lo que asombra es la violencia y rapidez del proceso: en unos meses se ha pasado de tener una de las mayores cosechas de la historia a prácticamente nada.

Es también llamativo que en Córdoba capital y en muchas localidades de la provincia las autoridades aún no hayan aprobado medidas restrictivas ni cortes programados. Es como si nadie pudiera creer que no va a llover antes de fin de año. "No ha llovido en septiembre, ni en octubre, ni en noviembre, pero eso es porque las lluvias están retrasadas. Llegarán en unos días", asegura el coordinador de la Federación Empresarial Hotelera, Alejandro Morini. Están seguros de que el agua caerá con fuerza en esas nubes que se van formando todas las tardes en el horizonte, "aunque la verdad es que todas las tardes las vemos, todas las tardes pensamos que lloverá y todas las tardes las nubes pasan plomizas, sin dejar una sola gota de agua", se inquieta el rector de la Universidad Católica. El padre Velasco asegura que hoy todo el mundo está preocupado por el agua, porque falta en las grandes ciudades, pero que nadie prestó atención cuando faltó en las pequeñas localidades de la provincia. "La desertificación, que tiene que ver con la sequía, ha ido gestándose a la par del proceso de sojización, el desmonte y arrasamiento de tierras, que han venido acompañados de desalojos de habitantes muy pobres con engaños y, muchas veces, con violencia", denuncia el jesuita en La Voz del Interior.

"Los ríos volverán a tener su caudal. Los turistas deben estar tranquilos y seguros de que cuando llegue el momento todos los circuitos turísticos de la región los recibirán con el agua en sus ríos y en todas sus instalaciones y servicios", promete el hotelero Alejandro Morini.

La sierra de Córdoba atrae una considerable cantidad de turismo interior argentino y los empresarios se tranquilizan entre sí. Lloverá esta misma semana, se animan por teléfono. Porque si no fuera así, ya no quedarían reservas y la situación sería realmente peligrosa.

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