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Protesta social en Francia

Los sindicatos logran un apoyo masivo contra la ley de pensiones

Las huelgas se extienden y miles de estudiantes se suman a las protestas

Antonio Jiménez Barca

A la una y media de la tarde arrancaron los primeros manifestantes desde la parisiense plaza de Montparnasse. Tres horas más tarde, aún había gente saliendo de ese lugar en dirección a la plaza de la Bastilla, donde terminaba la protesta. La marcha (la séptima del año) fue determinante. Los sindicatos franceses sacaron ayer, según sus cuentas, a tres millones y medio de personas para exigir la retirada de la reforma de las pensiones de Nicolas Sarkozy, en la más multitudinaria manifestación de este año. La policía rebajó la cifra a 1.230.000, aunque también contabilizó más manifestantes que nunca. Así, en cualquier caso, el movimiento crece, aumenta y ha escalado un grado.

Paralelamente, las huelgas sectoriales se extienden y se recrudecen: hoy también funcionarán a medio gas los transportes urbanos en París y en otras ciudades francesas, y 10 de las 12 refinerías también se ven afectadas por unos paros que nadie sabe cuándo acabarán y cómo repercutirán en el consumo diario de gasolina. Los sindicatos ya han anunciado una nueva jornada de protesta para el próximo sábado, en un intento de seguir golpeando porque sienten que aún hay combate.

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El Gobierno de Sarkozy sigue decidido a aprobar contrarreloj la polémica reforma, convertida en todo un símbolo de la fase final del mandato de Nicolas Sarkozy, ya con el ojo puesto en las elecciones de 2012. El primer ministro, François Fillon, aseguraba ayer en la Asamblea Nacional, mientras en la calle se desarrollaban las manifestaciones, que el Gobierno "llegará hasta el final". La prueba de que Sarkozy no retrocede es evidente y se ve cada día: el Senado sigue debatiendo la reforma y aprobará el proyecto de ley, previsiblemente, esta semana. El Gobierno francés confía en que todo este movimiento creciente de protesta que comenzó hace cuatro meses y que amenaza con desbordarse remita a partir del 25 de octubre. Para entonces -fecha de inicio de las vacaciones de Todos los Santos, que Sarkozy confía en que adormezcan la calle- la ley ya estará definitivamente aprobada.

Mientras, a las más de 240 manifestaciones organizadas ayer por toda Francia se unieron unos invitados esperados con los que no se contaba hace un mes. A los cientos de miles de trabajadores y sindicalistas, de enfermeros, profesores y de empleados de Correos, se agregaron batallones de jóvenes adolescentes salidos de los institutos que marcharon bajo las banderas de los sindicatos. Han acabado convirtiéndose en protagonistas.

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Nadie duda del poder algo imprevisible de los jóvenes franceses, capaces de tumbar una ley aprobada: ya ocurrió en 2005, cuando las crecientes manifestaciones y la marea juvenil de protesta echaron para atrás el contrato de primer empleo del por entonces primer ministro, Dominique de Villepin. Tal vez por eso, el Gobierno miró ayer de reojo a los ejércitos de jóvenes y acusó de "irresponsable" a la izquierda por haber espoleado a los adolescentes a movilizarse.

En el bulevar de Montparnasse, una veintena de chicos de 16 años, procedentes de los institutos parisienses de Fénelon, Montaigne o Paul-Bert, marchaban en medio de la manifestación. "Estoy aquí para defender mi jubilación". Y añadía, señalando a un grupo de sindicalistas de mediana edad: "Ellos tendrán jubilación. Yo no lo tengo tan claro". Un compañero añadió: "Y para quejarnos del Gobierno".

Los sindicatos, pues, han mostrado músculo, convencidos por los últimos sondeos de que la población les respalda, y han metido un poco más de presión a una olla que cada día que pasa se calienta más. Los aeropuertos, que anularon entre un 30% y 50%, y los colegios -con un 20% de profesores en huelga ayer- volverán hoy a funcionar con normalidad. Pero nadie sabe qué rumbo tomará el incipiente movimiento estudiantil. Tampoco cuánto durarán las huelgas renovables cada día en el transporte público urbano o en las refinerías. La protesta, pues, entra en tierras hasta ahora desconocidas. Mientras, desde el otro lado, la reforma de las pensiones sigue su recorrido legislativo, con el Gobierno decidido a retrasar la edad legal de jubilación de los franceses de los 60 a los 62 años, y de 65 a 67 para los que, no habiendo cotizado lo pertinente, quieran retirarse con la pensión completa.

El pulso que enfrenta al Gobierno y a los sindicatos, que se juega en la calle y en los Parlamentos simultáneamente, que comenzó el 6 de junio con la primera manifestación, que sacó a la calle, según los sindicatos, a un millón de personas, sigue en marcha: aunque con dos millones de personas que se han añadido por el camino.

Estudiantes franceses se manifiestan en París contra el proyecto de reforma de las pensiones.
Estudiantes franceses se manifiestan en París contra el proyecto de reforma de las pensiones.AFP

Principales puntos de la reforma

- Se retrasa la edad legal de jubilación de los franceses de los 60 a los 62 años.

- Para los trabajadores que no hayan cotizado el tiempo necesario para cobrar la pensión máxima, la edad de jubilación pasa de 65 a 67 años.

- El tiempo de cotización necesario para cobrar la pensión completa se amplía de 40 a 41 años.

- El Gobierno afirma que esta reforma, cuyo proyecto de ley se encuentra ahora en el Senado, supondrá un ahorro de 70.000 millones

de euros a partir de 2018.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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