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Afganistán

Los sobornos y el dinero oculto sostienen al Gobierno afgano

El vicepresidente fue interceptado en el golfo Pérsico con 52 millones de dólares en metálico

"Uno de nuestros mayores desafíos en Afganistán es cómo luchar contra la corrupción cuando importantes cargos del Gobierno son tan corruptos". Los informes secretos de los servicios diplomáticos y de espionaje de EE UU en Kabul parecen el reverso del discurso oficial de firmeza que llega a la opinión pública occidental. "Los sobornos están por todas partes, al menos en el sentir popular", reconoce el encargado de negocios en Kabul en julio de 2006 (telegrama 71620), "ante la mirada impasible del presidente Hamid Karzai, instalado en el poder desde finales de 2001".

Enormes cantidades de dinero en efectivo se mueven con pasmosa facilidad en manos de los dirigentes afganos. El vicepresidente Ahmed Zia Masud fue interceptado a comienzos de 2009 con 52 millones de dólares (40 millones de euros) por las autoridades de Emiratos Árabes Unidos dentro de una investigación de la Agencia Antidroga de EE UU (DEA). "[Al vicepresidente] le fue permitido conservar la elevada suma sin revelar el origen del dinero ni su destino", detalla un informe secreto de la Embajada en Kabul (telegrama 230265). "(...) se está sacando tanto dinero del país como sea posible mientras las condiciones lo permitan" a través del aeropuerto internacional de Kabul: una "atractiva" puerta para la evasión de divisas frente a los estrictos controles aduaneros en países vecinos.

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Cuando la OTAN acaba de confirmar en la reciente cumbre de Lisboa la retirada de sus tropas de Afganistán en 2014, y pocas semanas después de que el presidente Karzai admitiera abiertamente que ha recibido bolsas de dinero de Irán con millones de dólares para los gastos de su Gobierno, la corrupción en Afganistán sigue planeando como una de las principales preocupaciones del Departamento de Estado.

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Un jefe del espionaje estadounidense describe ya a finales de 2008 (cable 181529) un panorama sombrío ante los representantes de los países con tropas en Afganistán. Todos los esfuerzos militares de la Alianza para "ganar" son insuficientes si no van acompañados de una buena gestión del Gobierno para desarrollar el país y acabar con las injusticias.

Se han abierto investigaciones incluso sobre el entorno más próximo al poder, como las que salpican al asesor principal de Karzai, Mohamed Zia Salehi. Pero los responsables militares y diplomáticos de EE UU reconocen sus propias limitaciones a la hora de adoptar acciones legales (cable 248828) "por falta de medios y de voluntad política", y que solo cabe adoptar "medidas pragmáticas" (léase simbólicas), como "retirar el apoyo tácito" a los altos cargos afganos corruptos.

Corrupto y traficante de drogas

EE UU sigue con especial atención los pasos de Ahmed Wali Karzai, hermanastro del presidente y hombre fuerte del Gobierno en la conflictiva provincia de Kandahar (sur), feudo de insurgentes y talibanes. En una reunión celebrada el 28 de septiembre de 2009 en el palacio del gobernador provincial, el diplomático que redacta el informe (228204) se permite incluir jugosas notas con sus propias observaciones. "Aunque debemos tratar con Ahmed Wali Karzai en tanto que jefe del Consejo Provincial, está generalmente considerado como un corrupto y un traficante de drogas", alerta el teletipo, cuyo autor se recrea en la descripción de la vestimenta tradicional del líder local y de su aparente nerviosismo.

El hermanastro de Karzai sugiere a sus interlocutores occidentales que para luchar contra la corrupción hay que reinstaurar y reforzar las shuras o consejos de notables, en lugar de confiarlo todo a jueces y policías. "Es fácil sobornar a un jefe policial o a un juez, pero no se puede sobornar a 50 ancianos", argumenta. "Vista su reputación, sus recomendación de emprender grandes y costosos proyectos de infraestructura debe ser contemplada con una sana dosis de escepticismo", concluye el informe diplomático.

Entrevistado de nuevo en febrero de 2010, en vísperas de una gran ofensiva militar en Kandahar, Ahmed Wali Karzai se muestra dispuesto a someterse a la prueba del polígrafo o detector de mentiras en cualquier momento ante las sospechas de sus vinculaciones con el narcotráfico. Y asegura que ha contratado a un abogado de Nueva York para limpiar su buen nombre. El hermanastro del presidente intenta ganarse a sus interlocutores con añoranzas de su época en Chicago, donde gestionaba un restaurante que, según dice, era el centro de reunión de los estadounidenses que habían vivido o trabajado en Afganistán antes de la invasión soviética.

El comentario final del telegrama de la embajada es concluyente: "Parece no comprender hasta qué punto conocemos sus actividades, que en su gran mayoría son vistas por la coalición como nocivas, sobre todo en lo que concierne a su influencia sobre la policía. Hay que vigilar muy de cerca sus actividades".

A finales de 2008, en vísperas del calamitoso proceso electoral en Afganistán que desembocó en la reelección de Karzai , el informe de la Evaluación de Inteligencia (NIE) presentada por Washington a los embajadores ante la OTAN (cable 181529) describía ya un "implacablemente oscuro" panorama, en palabras atribuidas a diplomáticos aliados. Peter Lavoy, jefe de inteligencia para el Sur de Asia, aclaraba que el Gobierno de Karzai había fracasado a la hora de gestionar las áreas rurales, y el vacío creado había sido ocupado por los talibanes y otros grupos insurgentes. Lavoy precisaba ya entonces que los talibanes actúan como mediadores sociales y ofrecen a la población un nivel elemental de justicia del que les priva Kabul.

Gobernadores incompetentes

Mientras, los gobernadores nombrados por su cercanía a Karzai se muestran incompetentes, y a menudo colocan a algunos grupos tribales en clara situación de discriminación. Los talibanes han sacado partido de los agravios para reclutar nuevos insurgentes entre los descontentos. Para Lavoy, Karzai refleja la fragmentación tribal de Afganistán y por eso recomienda que los recursos se distribuyan directamente a las provincias y distritos en lugar de canalizar todos los esfuerzos y el dinero a través del presidente.

El informe sobre la situación de la provincia oriental de Paktya es otro ejemplo de la descomposición institucional y de la rampante corrupción institucional (cable 241681) . El gobernador, Juma Khan Hamdard, un antiguo señor de la guerra conectado con cabecillas de la insurgencia y capo de una amplia trama de corrupción, sigue siendo uno de principales asesores tribales de Karzai.

Una fuente cercana al gobernador Hamdard (cable 241681) acude a una base militar internacional para denunciar la corrupción en la Administración del gobernador. En el informe diplomático que recoge su declaración revela que en la provincia hay al menos cuatro oportunidades para desviar los fondos de la ayuda estadounidense. La primera, durante la fase de selección de los contratistas, cuando los funcionarios bareman a los aspirantes a un concurso: a más dinero, mayor puntuación. La segunda, cuando hay que iniciar las obras, lo que exige la firma del gobernador. Un intermediario agiliza el trámite. La tercera, durante el proceso de inspección de las obras. En esta fase, los trabajadores quedan detenidos como rehenes en la obra hasta que el contratista pague el correspondiente soborno. La oportunidad final se produce en la ceremonia de inauguración, donde circulan importantes sumas de dinero en el tradicional momento del intercambio de regalos.

La Embajada de Estados Unidos en Kabul se muestra especialmente preocupada por la política de excarcelación de presos peligrosos practicada por el presidente Karzai y su fiscal general, Mohamed Ishaq Aloko. "Ambos han autorizado la liberación de 150 detenidos, incluidos 29 procedentes del penal de Guantánamo, sin previo juicio. Han permitido que estos individuos peligrosos puedan volver al frente de combate", escribe a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, el embajador adjunto en Kabul, Francis Ricciardone, en el telegrama secreto 219677 de agosto de 2009.

Los diplomáticos detallan el caso de cinco policías de fronteras que fueron perdonados por el propio Karzai el anterior mes de abril, tras haber sido detenidos con 124 kilos de heroína. Los cinco fueron procesados por narcotráfico, pero quedaron en libertad por su parentesco con mártires de guerra (combatientes muertos durante la lucha contra la ocupación soviética). El presidente también intervino, "sin contar con ninguna autoridad constitucional", tras la detención de un traficante de drogas cuyo padre es un rico empresario que apoyó su campaña electoral y ordenó una segunda investigación policial en la que se acabaron retirando los cargos.

Pesimismo

Los diplomáticos que informan sobre el terreno coinciden con pesimismo en advertir de que la seguridad afgana no va a mejorar si no se limpia la gestión del Gobierno de Kabul y se derrota a Al Qaeda en las provincias de Pakistán fronterizas, que ofrecen un refugio seguro a los insurgentes. En el informe de los servicios de inteligencia de EE UU a la OTAN antes citado se precisa que un consejo de líderes talibanes (la Shura Talibán de Quetta) opera en la región de Baluchistán y que los servicios secretos paquistaníes (ISI) proporcionan información y financiación a grupos insurgentes como Jalaluddin Haqqani para lanzar ataques contra las fuerzas de la OTAN y de Afganistán desde Waziristán del Norte.

Los paquistaníes lo niegan todo (cable 228656). En una reunión sobre control de fronteras celebrada en Kandahar el 29 septiembre de 2009 entre fuerzas paquistaníes y afganas, en presencia de mandos militares de EE UU y Canadá, un general paquistaní afirmaba que la presencia de la Shura Talibán de Quetta es una patraña sin fundamento. Los norteamericanos, a su juicio, han sido víctimas de rumores, ya que las tropas paquistaníes tienen más de 80 patrullas y puestos de control en Quetta y no han visto a ningún líder talibán. Las fuerzas canadienses, sin embargo, han practicado detenciones de insurgentes en la frontera y se han incautado de armas y explosivos.

La Embajada de EE UU en Pakistán (cable 226531) tampoco admite atajos para combatir a los talibanes en Pakistán y Afganistán. La tesis de que los ataques de precisión a distancia [con aviones no tripulados armados] pueden ser suficientes le parece también ilusoria: "La inestabilidad en Afganistán lleva al régimen paquistaní a incrementar su apoyo a los talibanes, lo que crea un espacio de actuación para Al Qaeda".

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