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Los socialistas franceses negocian con los verdes para ganar las regionales

La derecha de Sarkozy logra su resultado electoral más bajo en la V República

Antonio Jiménez Barca

De madrugada, poco después de enterarse de los resultados definitivos, socialistas y ecologistas franceses, vencedores de las elecciones regionales del domingo, comenzaron a negociar para llegar unidos a la segunda vuelta. El objetivo era claro: arrasar el domingo que viene en la segunda vuelta, apropiarse de las 22 regiones en liza, borrar a la derecha de Sarkozy de todo territorio regional. Cuentan con posibilidades. En primer lugar, por sus excelentes resultados: 29,4% de votos para el Partido Socialista (PS) francés, que resucita reconvertido en la primera fuerza política del país, y 12,5% para Europa Ecología, firmemente enraizada ya en el mapa político francés. Ya lo advirtió el eurodiputado verde y ex líder del Mayo del 68, Daniel Cohn-Bendit, acostumbrado a dar en el clavo con la frase del día: "Tenemos la llave para que la izquierda gobierne en las regiones. Ahora se trata de encontrar la puerta buena".

El partido en el poder rechaza una alianza con Le Pen en la segunda ronda

En eso están. Reunidos en un hotel del centro de París, dirigentes socialistas, ecologistas y también del Frente de Izquierda, un heterogéneo grupo que incluye, entre otros, al Partido Comunista Francés, y que con un 6,2% de los votos cuenta asimismo -aunque menos- para la victoria final, negociaron a tres bandas. A las ocho de la tarde de ayer un diputado socialista anunció un acuerdo general para concurrir unidos a la segunda vuelta con el objetivo de arrasar, apropiarse de las 22 regiones en liza, y borrar a la derecha de Nicolas Sarkozy de la política regional.

Todo apunta a que la izquierda francesa llegará unida el domingo y pasará como un huracán por las urnas, pero un portavoz de los ecologistas se negó a confirmar anoche que el acuerdo estuviera ya cerrado. Falta aún acabar con ciertas diferencias: hay líneas de tren de alta velocidad bien vistas por los socialistas y rechazadas por los ecologistas; éstos reclaman también presencia y puestos prominentes en las listas, vicepresidencias con poder sobre los transportes públicos o el empleo. También hay que ajustar al Frente de Izquierda en el pacto.

En las elecciones de 2004, la izquierda ganó 20 de las 22 regiones en juego. Sólo Alsacia y Córcega quedaron en manos de la derecha. El domingo, el PS se impuso en 12. La Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Nicolas Sarkozy, que acudía a estas elecciones aliado con grupos centristas, en otras nueve. Pero las previsibles alianzas les descabalgarán de ese puesto en casi todas las regiones, incluidas, probablemente, Alsacia y Córcega.

Sin embargo, la región de Languedoc-Roussillon será de izquierda pero no socialista. El actual presidente, Georges Frêche, en una lista independiente creada por sí mismo y para sí mismo, ha obtenido un 35%, barriendo al PS. Frêche es un político atípico, populista, simpático, charlatán, buen gestor, acusado de racista, que apela siempre a sus raíces provincianas y que en 2007 fue expulsado del PS.

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La UMP de Sarkozy se esfuerza, mientras, en movilizar a su electorado a fin de no recibir en la segunda vuelta otra bofetada de la misma potencia. La derrota ha constituido una hecatombe no prevista. Un 26,1% de los votos es el peor resultado de la derecha parlamentaria desde la creación de la V República, como ayer recordó Le Monde en un editorial titulado "¿Y ahora?".

Ayer, varios dirigentes del centro-derecha advirtieron que votar al Frente Nacional (FN) es desperdiciar el voto o entregárselo a la izquierda, debido a que no hay ningún acercamiento entre la UMP y el FN de Jean-Marie Le Pen. La ultraderecha, con un 11,7%, sale reforzada. Contará con presencia en 12 regiones. Algunos acusan de su ascenso al empeño de Sarkozy en abrir el debate sobre la identidad nacional; otros lo achacan a la abstención, un 53,6%, y a la movilización del electorado del FN.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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