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El 'taliban australiano' David Hicks reconoce haber respaldado actividades terroristas

Hicks es el primer preso sospechoso de terrorismo en ser acusado ante los nuevos tribunales especiales de Guantánamo

David Hicks, el talibán australiano, se ha declarado culpable esta madrugada de haber respaldado actividades terroristas durante una audiencia celebrada en la base militar estadounidense de Guantánamo. Hicks se ha convertido además en el primer preso sospechoso de terrorismo en ser acusado ante los nuevos tribunales especiales de Guantánamo. En la audiencia el australiano pidió más abogados para su defensa.

El supuesto terrorista, el de 31 años, se enfrenta al cargo de dar apoyo al terrorismo por, presuntamente, recibir entrenamiento en un campamento de la red Al Qaeda y luchar del lado de los talibanes durante la invasión de Afganistán a finales del 2001.

La decisión de Hicks de declararse culpable podría haber sido dictada por la voluntad de cumplir condena en su país y salir de la cárcel donde se encuentra encerrado desde hace cinco años. Según ha anunciado el ministro de Asuntos Exteriores australiano Alexander Downer, en declaraciones a la radio ABC. Si acepta el "acuerdo de culpabilidad" a cambio de que el fiscal no recomiende la pena más severa, podría verse beneficiado cumpliendo el castigo en Australia.

"Su declaración de culpabilidad es simplemente una petición para poder salir del inhumano gulag de la bahía de Guantánamo. La suya es una respuesta humana", ha afirmado el senador Bob Brown de los Verdes australianos.

Moe Davis, el fiscal del tribunal militar que juzga a Hicks ha asegurado que el taliban australiano podría conocer su sentencia antes del fin de semana, y podría volver a Australia antes de la fin del año.

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Los dos representantes de Hicks, el abogado militar Morris Davis, y el abogado civil en Australia, David Mcleod, indicaron que tras más de cinco años encarcelado en la base militar, Hicks estaba dispuesto a hacer todo lo posible para salir de allí, donde pasa más de 22 horas al día dentro de su celda. Hicks, padre de dos hijos y convertido al islám, fue capturado en Afganistán y fue trasladado a Guantánamo en enero del 2002.

Ayer compareció ante el tribunal militar en un uniforme caqui de prisionero y con el pelo largo, que usa para bloquear la luz que está encendida permanentemente en su celda, según ha explicado uno de sus abogados, David McLeod.

"Espero tener más abogados y asistentes legales para tener igualdad con la fiscalía", dijo Hicks en su comparecencia. Previamente, había podido reunirse con su padre, Terry Hicks, y su hermana, traídos desde Australia por un avión militar estadounidense.

El cargo al que se enfrenta conlleva una pena máxima de cadena perpetua, pero el fiscal principal del caso, el Coronel Morris Davis, ha indicado que otros casos similares han resultado en penas de 20 años de prisión.

Acusado por tribunales ilegales

Más seria era la acusación original contra Hicks, presentada por el Pentágono en el 2004. Entonces lo acusó de intento de asesinato, ayudar al enemigo y conspirar para atacar a civiles, cometer actos terroristas y destruir propiedades. No obstante, esos cargos fueron retirados cuando en junio el

Tribunal Supremo determinó que los tribunales especiales, originalmente establecidos por el gobierno, violaban la Convención de Ginebra, que regula el trato a los enemigos capturados durante una guerra, así como la normativa militar de EEUU.

En septiembre, el Congreso modificó las normas que regulan esos tribunales, pero los cambios no han satisfecho a las organizaciones de defensa de los derechos humanos. En un comunicado, Human Rights Watch criticó hoy que los tribunales especiales antiterroristas permitan el uso de confesiones y pruebas obtenidas mediante interrogatorios "abusivos", llevados a cabo antes de enero del 2006.

Sodomizado y apaleado

Hicks alegó en documentos presentados en Londres que fue sodomizado y sufrió palizas a manos de los guardas estadounidenses. Human Rights Watch subrayó que los detenidos que sufren maltratos pueden realizar confesiones y acusaciones falsas para intentar detener la tortura.

"El juicio de Hicks puede ser recordado por el uso por parte del gobierno de pruebas obtenidas mediante coacción, así como de sus intentos por impedir que las alegaciones de abusos salgan a la luz", dijo Jennifer Daskal, representante de la organización de derechos humanos estadounidense.

Amnistía Internacional, otra organización de derechos humanos, también pidió la semana pasada que EEUU desmantele los tribunales antiterroristas de Guantánamo porque no cumplen "las normas internacionales" y que juzgue a los detenidos en las cortes federales.

AP

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