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Reportaje:LA POSGUERRA DE IRAK

¿Un traductor traidor?

Muchos dudan de la culpabilidad del intérprete Al Mayali en el asesinato de siete espías españoles

El ciudadano iraquí Flayeh Abdul Zarha Anyur Al Mayali, de 49 años, fue detenido el 22 de marzo pasado por orden del general Fulgencio Coll, máximo responsable de la Brigada Plus Ultra, y trasladado a Base España, en Diwaniya, para ser interrogado por los servicios de inteligencia españoles con el objetivo de esclarecer su participación en el atentado que costó la vida a siete miembros del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), ocurrido el 29 de noviembre de 2003.

Después de ser interrogado durante cinco días en el acuartelamiento y en base a las diligencias practicadas por "el Reino de España", el 27 de marzo fue declarado "cooperador necesario en el atentado", según consta en una diligencia emitida por la asesoría jurídica de la Brigada Plus Ultra II, firmada por el capitán auditor Alejo de la Torre de la Calle, y se extendió la orden de arresto incondicional, siendo trasladado al Centro de Detenidos de la Coalición en Bagdad (Coalition Holding Facility), donde pasó a disposición de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

"Es la última persona que podía estar interesada en la muerte de los agentes"
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A las 10.45 de ese mismo día, el capitán Brian Ellis, del grupo 428 de la Policía Militar de Estados Unidos, recogió a Al Mayali en Base España y lo trasladó a la capital iraquí. En la hoja de traslado, se especifica que el prisionero está acusado de "asalto y ataque contra las fuerzas de la Coalición". Allí se le aplicó el Cuarto Convenio de Ginebra para detenciones de personas en tiempos de guerra, según fuentes militares españolas.

Según la documentación a la que ha tenido acceso este periodista, Al Mayali fue detenido el 22 de marzo después de cuatro meses y medio de investigaciones practicadas por miembros de los servicios de seguridad españoles. La orden fue cursada por el general jefe de la Brigada Plus Ultra II, cuyo cuartel general se encuentra en Diwaniya, a 190 kilómetros de Bagdad, en nombre de la autoridad conferida por el comandante de la División Multinacional Centro-Sur.

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La detención de Flayeh Al Mayali ha causado una conmoción entre la colonia española de Irak, reducida en el último año a periodistas y diplomáticos. Muchas de estas personas lo conocían desde hace varios años y mantenían con el detenido, de carácter afable, unas relaciones estrechas. "Esos cabrones los han matado". Eso fue lo que le dijo el traductor a una persona que lo conoce desde hace seis años el día del asesinato de los agentes del CNI. "Lo llamé desde España y se pasó toda la conversación llorando", refirió ayer este hombre que aún no da crédito a la participación de Al Mayali en hechos tan graves.

El detenido realizó estudios en Toledo y comenzó a dar clases en el departamento de español de la Universidad de Bagdad en 1996. Al Mayali había empezado a trabajar con el comandante de caballería Alberto Martínez, principal responsable del CNI en Irak, en los tiempos de Sadam Husein. Era el encargado de realizar un análisis de prensa diario de las principales noticias que luego le mandaba por fax al comandante Martínez, que contaba con una experiencia de tres años consecutivos en Irak y que era considerado uno de los más experimentados agentes secretos españoles.

Entre la caída de Sadam Husein en abril y el mes de octubre del año pasado, Al Mayali trabajó como traductor para distintos periodistas. Allí confesó a algunos de ellos que tenía un hermano desaparecido desde el 30 de noviembre de 1980, fecha en la que fue secuestrado por cuatro hombres armados a plena luz del día en la capital. Al Mayali contó un día sin poder reprimir el llanto que su hermano había sido detenido en varias ocasiones y torturado salvajemente antes de su desaparición. "Le obligaban a desnudarse y a sentarse encima de una botella hasta que se la introducía por el ano, le echaban agua hirviendo en la cabeza y lo colgaban de un ventilador", refirió sin esconder su odio por Sadam Husein.

A mediados de octubre, el propio Alberto Martínez, que fue asesinado en noviembre, lo convenció para que se trasladara a la zona de Diwaniya, de donde es natural su familia chií, una de las más respetadas e influyentes de la zona, para actuar como intermediario en labores empresariales y de reconstrucción entre la Brigada Plus Ultra y las autoridades locales.

Antes del asesinato de los agentes españoles, Al Mayali había acordado varios contratos en la reconstrucción de escuelas en Diwaniya, cuyo coste iba ser pagado por las arcas del Gobierno provisional, dependiente de Estados Unidos. Solía cobrar un 30% antes de comenzar la obra y un 70% al final de contratos que variaban entre 70.000 y 80.000 dólares. Como era una persona conocida en la provincia de Al Qadisiya, cuya capital es Diwaniya, y tenía buenos contactos, este trabajo de pequeño empresario le daba muy buenos dividendos económicos.

"Es la última persona que podía estar interesada en la muerte de Alberto Martínez, con quien mantenía una excelente relación de camaradería, y que además le beneficiaba económicamente", dijo ayer una fuente consultada que conoce en profundidad las relaciones que mantuvieron ambos. "Me había dicho que, con varias obras más como las que estaba dirigiendo, podría comprarse un buen terreno en Bagdad y construir una casa grande. Dependía del dinero que ganaba con su trabajo con los españoles", explicó la misma persona.

Al Mayali no tenía más que palabras de admiración para el comandante Martínez, al que calificaba en conversaciones privadas como persona "muy lista y bien integrada en la sociedad iraquí". Al Mayali confesó a algunos conocidos que nadie en la zona chií podía estar interesado en atentar contra agentes españoles. "Se han equivocado. Seguro que han pensado que eran estadounidenses", le dijo a una persona el mismo día del atentado.

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