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El futuro de la UE

El tratado europeo fractura de nuevo el socialismo francés

La mayoría no quiere apoyar una iniciativa de Sarkozy

Derrotado, desmantelado, casi desaparecido y, ahora, dividido. El Partido Socialista francés (PS) se ha vuelto a desgarrar sobre el mismo asunto que provocó una fractura emblemática en 2005 y que contribuyó a debilitarlo con vistas a las pasadas elecciones presidenciales: el tratado de la UE, que en 2005 descarriló a causa del no francés propugnado entonces por una parte del PS. Ahora, el Tratado de Lisboa impulsado por el presidente Nicolas Sarkozy con la etiqueta de "tratado simplificado" va a ser ratificado en Francia por la vía parlamentaria. Previamente, son necesarios una serie de pequeños cambios en la Constitución que deben ser aprobados por el Congreso; la suma de la Asamblea Nacional y el Senado reunida en Versalles.

El ala izquierdista encabezada por Fabius pide un nuevo referéndum

Comunistas, verdes y soberanistas de derecha exigen un nuevo referéndum y acusan a Sarkozy de saltarse a la torera la voluntad popular expresada en las urnas. También lo hace el ala izquierda del PS, personalizada, entre otros, por el ex primer ministro Laurent Fabius y el ex primer secretario Henri Emmanuelli, que en 2005 hicieron campaña contra el Tratado Constitucional Europeo (TCE). Hace un año, la candidata a la presidencia Ségolène Royal prometía la redacción de un nuevo tratado y el consiguiente referéndum.

La cúpula del PS, encabezada por su primer secretario François Hollande, y la mayoría de la militancia que en 2005 hizo campaña por el sí, después de que las bases se pronunciaran a favor del TCE, vuelven a encontrarse en una situación desesperada. No quieren que el Tratado de Lisboa descarrile, pero tampoco pueden mostrar que su postura es la misma que la que la de la mayoría gubernamental.

Los bandazos que en estos últimos días han protagonizado los socialistas muestran a las claras la esquizofrenia del partido, más atento a preparar el congreso extraordinario del próximo octubre, en el que se decidirá el nuevo liderazgo -Hollande ya ha anunciado que deja la dirección-, que a mostrar la mínima coherencia. En respuesta a las indignadas declaraciones de Emmanuelli, el primero en reaccionar fue el jefe del grupo parlamentario, Jean-Marc Ayrault, anunciando que los diputados del PS no acudirían a Versalles en señal de protesta. Para ser modificada, la Carta Magna exige una mayoría de las tres quintas partes de los votos emitidos. Así que la ausencia de los diputados socialistas no hacía más que asegurar la mayoría.

Hollande rectificó al día siguiente: los socialistas acudirán a Versalles, explicó, pero se abstendrán. Lo que viene a significar lo mismo. Un puñado de diputados del PS ha anunciado que votarán en contra y otro tanto que lo hará a favor, una posición que acepta la mayoría.

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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, Gordon Brown, en París el 20 de julio.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, Gordon Brown, en París el 20 de julio.REUTERS

LA POPULARIDAD DE SARKOZY CAE EN PICADO

Dos encuestas aparecidas en lo que va de semana confirman la tendencia a la baja de la popularidad del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ya se ha afianzado por debajo del 50%.

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