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Las tropas sirias matan a tiros a decenas de manifestantes

El Gobierno ordena interrumpir el servicio de Internet

Enric González

Cada oferta de diálogo de Bachar el Asad va acompañada de una matanza. El presidente sirio ofreció el martes una amnistía general y la creación de una comisión para negociar con los opositores. Ayer hizo que sus tropas dispararan en Hama contra una de las mayores manifestaciones hasta la fecha. El número de víctimas mortales podría estar entre 34 -según activistas locales accesibles por teléfono- y 63 -en una última versión difundida por la organización de derechos humanos Sawasiah-. El Gobierno de Damasco ordenó también la interrupción del servicio de Internet en buena parte del país.

Pese a las presiones internacionales, Bachar el Asad no hace ningún esfuerzo por moderar a la Cuarta División Acorazada, que dirige su hermano Maher y protagoniza las operaciones más brutales contra la población. Su objetivo consiste en que se sepa lo menos posible sobre esa cruenta represión, que ha causado ya más de mil muertos.

Desde el inicio de las manifestaciones, a mediados de marzo, El Asad impidió el acceso a la prensa extranjera y mantuvo la tradicional censura sobre la prensa local. Luego acusó a la televisión catarí por satélite Al Yazira, una de las más vistas en Siria, de mentir y de presentar como una revuelta popular lo que era una sublevación de terroristas islámicos.

Dado que centenares de activistas logran transmitir al exterior a través de Internet imágenes inequívocas de la violencia que emplean las tropas contra multitudes desarmadas, ahora El Asad intenta, como el egipcio Hosni Mubarak en su día, cortar esas transmisiones e impedir que se organicen protestas a través de las redes sociales. Varios servidores de Internet han dejado de funcionar en las zonas conflictivas (casi todo el país, menos Damasco y Alepo) por orden gubernamental.

Según diversos activistas dentro y fuera de Siria, cuyas informaciones no son verificables por la ya mencionada ausencia de prensa independiente sobre el terreno, Hama vivió ayer una jornada de terror. Decenas de miles de personas salieron a la calle desde las mezquitas para congregarse en el centro de la ciudad, pero fueron atacadas con disparos y fuego real por las tropas que ocupan Hama desde hace un mes. Los manifestantes huyeron en todas direcciones, dejando atrás los cuerpos de muertos y heridos. "El hospital está lleno, yo he escapado de los tiroteos pero sigo oyendo disparos", dijo un manifestante a Associated Press.

Según la versión gubernamental difundida por la agencia oficial Sana, todo lo que ocurrió en Hama fue que la policía mató a "tres terroristas" que intentaban incendiar un edificio público.

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Hama ya fue destruida en 1982 por el padre de Bachar, Hafez el Asad, quien usó aviones, tanques y cañones para acabar con una sublevación violenta de los Hermanos Musulmanes. Entre 10.000 y 20.000 cadáveres quedaron entre las ruinas.

El Ejército bombardeó también ayer, por séptimo día consecutivo, varios barrios de Rastan, en la zona central de Siria, y mató al menos a dos personas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, con sede en Londres. Desde el sábado pasado, según la misma fuente, han muerto ya 74 personas en Rastan y en la vecina Talbiseh.

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