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Reportaje:

La última imagen de los desaparecidos

Un preso logró sacar negativos con fotos de víctimas del mayor centro de torturas de Argentina. Un libro las ha recogido

Jorge Marirrodriga

El horror no tiene por qué ser algo muy elaborado, ni tampoco su representación. Así lo demuestran las fotografías sacadas a varios prisioneros de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) uno de los principales centros de tortura de la dictadura militar argentina (1976-1983). Rostros serios, en ocasiones con marcas de golpes recientes. Caras y un fondo blanco, nada más, en lo que constituye la última imagen con vida de personas a las que sus familiares buscan desde hace más de 25 años. Un libro aparecido esta semana en Buenos Aires reproduce esas fotos y entra de lleno en el debate sobre el destino final de la ESMA.

Ida Adad, fue secuestrada en agosto de 1979 y trasladada a la ESMA, donde se le tomó una fotografía en la que aparece seria, frágil y con los cordones de los zapatos desatados. Sus captores la arrojaron al mar desde un avión en abril de 1980. En ese mismo año Graciela Estela Alberti permanecía detenida en la planta superior del edificio, en un lugar conocido como la capucha, donde los prisioneros vivían literalmente encajonados y sólo abandonaban para ser sometidos a tortura o para iniciar esos viajes sin retorno a los que eufemísticamente se les llamaba traslados. Graciela fue retratada con las huellas de la crueldad en el rostro. Es la última imagen que se tiene de ella. Fernando Brodsky, un joven de 22 años detenido el 14 de agosto de 1979 y del que no se supo más desde febrero de 1980, también mira a la cámara con los ojos entreabiertos por los golpes.

A Ida Adad la arrojaron al mar desde un avión en abril de 1980

Los retratos de ellos y otros desaparecidos se asoman ahora a las páginas del libro Memoria en construcción, una iniciativa presentada en Argentina por Marcelo Brodsky, fotógrafo, coordinador del Parque de la Memoria y del Monumento a los Desaparecidos pero sobre todo hermano de Fernando, el joven de los ojos hinchados y la camiseta que "recuerda al taparrabos de otro torturado, en la cruz", según sus palabras.

Los militares tomaban fotografías de los detenidos en la ESMA y a su vez también se hacían sacar fotos que luego necesitaban para falsificar documentos. Precisamente el encargado de hacer esto último era un prisionero, Víctor Basterra, quien tal vez gracias a esta habilidad salvó la vida. Y no sólo salvó eso. Poco antes de acabar la dictadura logró sacar escondidos en los calzoncillos varios negativos que, junto a otros cientos, iban a ser incinerados por los militares. Otra prueba que desaparecería. Basterra los rescató jugándose la vida. Ya plasmados en fotografía volvieron a quedar en el olvido de los archivos judiciales hasta que junto a Brodsky las recuperó. "Yo no apreté el botón", insiste Basterra, pero para Marcelo Brodsky, el prisionero fotógrafo hizo mucho más que eso.

Ahora esos rostros enfrentados a su propio horror, la última imagen viva que queda de algunos de ellos, miran al lector desde la primera parte del libro, rodeados de páginas negras. "Hay que tratar de contar la experiencia a las nuevas generaciones no sólo desde lo históricos o con datos, sino también desde lo sensible. Se trata de elaborar un mensaje más complejo que permita a la persona experimentar algo de la vivencia", destaca Brodsky.

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A pesar de que el destino de la ESMA será el de servir de museo de lo sucedido allí, diversas organizaciones se hallan enfrascadas en un intenso debate sobre cómo debe ser este museo y qué utilización debe tener el resto del complejo militar. "Del mismo modo que el pensamiento de las personas que desaparecieron no era uniforme, tampoco lo es el de quienes debaten qué hacer con la ESMA", reconoce Brodsky. "El libro pretende reflejar el estado del debate y darle un marco de referencia académica", añade. De hecho en las páginas de Memoria en construcción historiadores, periodistas, sociólogos, antropólogos y 65 artistas, exponen sus opiniones sobre lo ocurrido en ese lugar y en todo el país durante la dictadura militar. Destacan fotos inéditas de los siniestramente famosos Ford Falcon, los vehículos utilizados para secuestrar personas, o la furgoneta Swat, que daba vueltas por Buenos Aires con prisioneros de la ESMA en su interior, quienes debían delatar a quienes conocieran y vieran paseando por la calle.

Fotos de desaparecidos sujetas a la reja que protege el acceso principal de la ESMA, en la ciudad de Buenos Aires.
Fotos de desaparecidos sujetas a la reja que protege el acceso principal de la ESMA, en la ciudad de Buenos Aires.
Fernando Brodsky.
Fernando Brodsky.
Ida Adad.
Ida Adad.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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