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Columna
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El verano del miedo

Francisco G. Basterra

En recuerdo de Carlos Mendo del que aprendí mucho de este oficio

Las bicicletas son para el verano y, este año, el miedo también. Un ex pirata informático australiano, un periodista norteamericano estrella mediática de la derecha y un consejero del Bundesbank han protagonizado el verano de 2010. Assange, Glenn Beck y Sarrazin, absolutamente desconocidos al inicio de las vacaciones, han provocado o manejado el miedo al futuro, a los otros, con consecuencias en el escenario de Estados Unidos, Europa o el creciente de crisis tensado desde el Mediterráneo oriental hasta el subcontinente indio. Los tres han obtenido bastante más atención que los 15 minutos de gloria pop de la que hablaba Andy Warhol. El verano del miedo ha pendido de un ancla principal que algunos observadores entendían ya medio levada del fondo. La crisis económica que no ceja y el tren, renqueante aún en el túnel, sin salir a la luz del crecimiento con empleo. Estados Unidos, el país percutor de la gran recesión, no tira con suficiente fuerza, ralentiza su crecimiento y consolida un 10% de paro. Su gran rival, China, sortea de manera espectacular la crisis. Supera a Japón como segunda economía mundial con su peculiar modelo de capitalismo de Estado con Partido Comunista único. Los consumidores, que representan el 70% del PIB americano, no están ni se les espera. El miedo al paro, a vivir peor, la incertidumbre ante el futuro, impiden el despegue de la presidencia de Barack Obama. El malestar económico pesa bastante más que la salida de todas las tropas de combate de Irak. El presidente demócrata apaga el último momento imperial de EE UU imprudentemente desatado por los neocons de George W. Bush. Cierre en falso, con un Irak sin Gobierno, sin reconciliación nacional, con Irán reforzado, y la pérdida de peso de EE UU como única superpotencia dominante. Y resta la segunda guerra, la de Afganistán, esta sí es la de Obama y quizás concluya resultando su Vietnam.

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Aquí entra en escena Assange, el ambiguo hacker de 39 años con un título de físico, diseminando información confidencial, no contrastada ni puesta en contexto, sobre los desastres de la guerra de Afganistán, en su portal Wikileaks. ¿Oportunista o Mago de Oz? Siembra el pánico en Washington y desnuda la estrategia de Obama. Los medios comienzan a preguntarse qué hacemos en Afganistán. Espectacular la portada de la revista Time del 9 de agosto, con la dramática fotografía de Aisha, una afgana de 18 años, con un espantoso agujero entre los ojos y la boca: los talibanes le cortaron la nariz y las orejas porque había huido de la casa de sus suegros donde vivía, para escapar de los malos tratos.

Sobre el trasfondo de descontento económico y miedo al futuro, aparece Glenn Beck, periodista de la televisión Fox, al frente de una marcha sobre Washington de la ultraderecha populista del Tea Party. Objetivo: recuperar el honor supuestamente perdido de Estados Unidos y la vuelta del país a Dios. Estrella invitada: la indocumentada Sarah Palin, fracasada candidata a la Casa Blanca y esperanza blanca de la América más obtusa y ultramontana. La impostura tuvo lugar frente al Monumento a Lincoln, justo 47 años después de la Marcha de Martin Luther King, "I have a dream", en defensa de los derechos civiles. El lanzallamas populista contra Obama, que no sería norteamericano y quiere traer el socialismo. Libertarismo radical contra el Gobierno, que vuelve a ser el problema, cuando el primer presidente negro ha rescatado con fondos públicos a Wall Street y a la industria automovilística y promete continuar con las muletas públicas. El Partido Republicano aparece abducido por este frente político religioso. La confederación de freakies huele la posibilidad real de acabar con la mayoría demócrata en el Congreso en las elecciones de noviembre.

Europa tampoco se ha salvado del miedo. El presidente francés Sarkozy da puerta a los gitanos instalados en campamentos ilegales, y pretende que la "mendicidad agresiva" sea motivo de expulsión. En Alemania, aliviada por el salto de su economía exportadora, aparece el último protagonista del verano del miedo. Se trata de Thilo Sarrazin, miembro del consejo ejecutivo del Bundesbank. Acaba de publicar un libro en el que asevera que Alemania se está suicidando por tolerar demasiadas influencias extranjeras en su sociedad. Afirma que la sociedad alemana se está volviendo menos inteligente porque los inmigrantes musulmanes producen más niños. Según Sarrazin, peligran la identidad cultural y el carácter nacional alemanes y Alemania estaría deseuropeizándose. Y más cerca de casa, el último cruzado, el ex presidente Aznar, nostálgico del éxito del Trío de las Azores, el de la mano en el hombro de Bush, desenvaina la tizona y se lía a mandobles contra los EE UU de Obama y denuncia la supuesta indefensión de Occidente frente al mundo musulmán.

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Nicolas Sarkozy habla con un grupo de trabajadores de una fábrica en Montbard.
Nicolas Sarkozy habla con un grupo de trabajadores de una fábrica en Montbard.REUTERS

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