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La viuda de Pinochet dice que su marido murió convencido de ser víctima de una injusticia

Lucía Hiriart dice que "pudo haber existido equivocaciones y excesos en algunos lugares" durante el gobierno de su marido, pero que considera "difícil" que Pinochet se hubiese enterado

Lucía Hiriart es reconocida en Chile como la "mujer fuerte" que ayudó a convencer a Augusto Pinochet de plegarse al golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Poco dada al contacto con la prensa, la viuda del ex dictador chileno conversó con la revista local Qué Pasa, en vísperas del segundo aniversario de la muerte del general, el 10 de diciembre de 2006. El mismo día del cumpleaños de ella.

En su primera entrevista desde la muerte de su marido, Hiriart afirma que él "se fue de este mundo convencido de la gran injusticia que se cometió en su contra... Lo calumniaron tanto... además de todas las injusticias que se dijeron con respecto al papel que tuvo como presidente". Hiriart, de 84 años e hija de un ex senador y ex ministro radical, mencionó las acusaciones por violaciones a los derechos humanos y por enriquecimiento ilícito, así como el abandono de sus antiguos partidarios, entre las injusticias que sufrió su marido. En cuanto a este último punto, señaló que "uno podría decir con nombre y apellidos quiénes son desagradecidos, pero no lo haré. No quiero ofender a nadie, pero sí han sido ingratos y se han olvidado de todo lo que Augusto dio en 17 años por su patria".

La ex primera dama chilena señaló que poco antes de su fallecimiento (acaecido a las 14.15 hora chilena) su esposo se encontraba muy bien. "Fíjese que existe eso que llaman 'la mejoría de la muerte'. Viera usted lo bien que se veía en ese momento. Estaba feliz porque ese día, el de mi cumpleaños, se iba a la casa. Incluso minutos antes de que empeorara su salud, él se duchó y se lavó el pelo. Fue algo increíble, unos minutos antes".

Según informa Qué Pasa, a diferencia de la veintena de personas que formaban el contingente de seguridad y de asesores que la rodeaba en la década del 80, a la viuda del ex comandante en jefe del Ejército ahora la acompaña un grupo mucho más reducido: dos escoltas y una de las secretarias históricas de Pinochet, que ha querido ayudarla en sus asuntos privados.

"Nunca me sentí con influencia"

Hiriart dijo que lo más difícil en estos dos últimos años ha sido "la situación que no se concreta respecto de los dineros de mi marido y algunas propiedades", debido al embargo judicial que pesa sobre los bienes de Pinochet por la investigación del origen de su fortuna. Al morir, Pinochet estaba procesado en la causa abierta sobre el origen de su fortuna y en varios casos de violaciones a los derechos humanos, vinculados a las operaciones Colombo y Cóndor. La primera fue un montaje para encubrir la desaparición de opositores y la segunda, una coordinación entre las dictaduras militares del Cono Sur para reprimir a los disidentes.

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Además, entre octubre de 1998 y marzo de 2000, el ex dictador estuvo detenido en Londres producto de la petición del juez español Baltasar Garzón para juzgarlo por la muerte de ciudadanos españoles durante la dictadura.

Bajo el régimen militar chileno, unas 3.000 personas murieron o desaparecieron, mientras que otras 28.000 sufrieron torturas, según los informes oficiales.

En cuanto a las violaciones a los derechos humanos, sostiene que "pudo haber existido equivocaciones y excesos en algunos lugares", pero consideró "difícil" que Pinochet se hubiese enterado. En tal sentido, argumentó: "Piense usted si el Papa puede estar en conocimiento de lo que hace un sacerdote en Ovalle (ciudad del norte de Chile). Si tiene un affaire o un romance con una niña (...)¡Cómo lo va a saber el Papa, pues!".

La viuda del ex dictador afirma, además, que no lo pasó bien mientras gobernaba su marido: "lo que me habría encantado es que Augusto no hubiera tomado la decisión de conducir el país, porque lo menos agradable de mi vida fueron esos 17 años de gobierno. No puedo afirmar que lo pasé regio... Pasamos muchas cosas terribles. Por ejemplo, cuando nos enviaban anónimos anunciando que nos iban a raptar a nuestra hija menor (Jacqueline)".

En cuanto a la influencia que se le atribuyó sobre su marido, Hiriart dice que ella "era el ascendiente natural que tiene una esposa en un buen matrimonio basado en el cariño, la tolerancia y lealtad... Nunca he sido prepotente ni tan mandona como dicen... Nunca me sentí con influencia. De hecho, muchas veces he pensado, incluso, por qué no hice más uso del poder".

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