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Entrevista:Luiz Inácio Lula da Silva | Presidente de Brasil

"No voy a dejar nunca la política"

"Brasil aún conserva el 69% de sus florestas originales. Cuidamos mucho más el medio ambiente de lo que se hace en otros países"

Francisco Peregil

El antiguo sindicalista, el séptimo hijo de un granjero pobre, el que fuera limpiabotas en Pernambuco y obrero metalúrgico en São Paulo, Luiz Inácio Lula da Silva, es desde enero de 2003 presidente del quinto país más poblado del mundo, con 188 millones de habitantes, de lo cuales unos 50 millones pasan hambre. Lula, de 62 años, llega a Madrid proveniente de Escandinavia, donde ha intentado vender las "excelencias" del etanol.

Antes de la entrevista, sus asesores le comentan que O Estado de São Paolo -un periódico netamente de la oposición, según su equipo- abre con la noticia de que la renta de los trabajadores subió el año pasado un 7,2%, "el mayor avance de los últimos 11 años", según el propio diario.

"Yo no diría que la policía es el principal centro de corrupción. Hay un poco de exageración. Aunque yo pienso que sí que hay"
"Hasta ahora no hay nadie [de su partido] absuelto y nadie ha sido declarado culpable. Quien cometa errores pagará por ellos"
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Pregunta. En España tal vez mucha gente no sabe que usted no se llamaba Lula. ¿Cuándo comenzaron a llamarle así? [Lula, en portugués, significa calamar]

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Respuesta. Desde pequeño. Cuando me presenté como candidato a la presidencia la gente sólo me conocía por Lula, no por Luiz Inácio. Así que fui al registro y añadí el Lula a mi nombre. Ahora es mi nombre oficial. Casi a todos los Luis le llaman Lula. Mi madre ni sabía que había un fruto de mar llamado Lula cuando empezó a llamarme así.

P. ¿Qué le trae por aquí?

R. Mi viaje a España se debe al hecho de que tenemos que realizar un debate con los empresarios sobre el Programa de Aceleración del Crecimiento que estamos poniendo en práctica en Brasil. Usted sabe que decidimos hacer una inversión de 250.000 millones de dólares [180.000 millones de euros] hasta 2010 para resolver los problemas de infraestructuras en puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles.

P. Desde que llegó al Gobierno en enero de 2003 su discurso ha cambiado. ¿Podría explicar en qué términos?

R. Cuando uno gobierna no tiene el derecho de actuar como actuaba cuando uno estaba en un mitin. En el Gobierno uno tiene que actuar, y lo hace de acuerdo con la correlación de fuerzas en el Congreso, y sobre todo con el presupuesto. Pero nuestro Gobierno mantiene la más solida relación con el movimiento social. Y puedo decir hoy que en toda la historia de Brasil no ha habido un momento más sólido de la economía. Combinando algunas cosas que en Brasil no había costumbre de combinar. Por ejemplo, durante decenios, cuando Brasil se decidía a exportar, asfixiaba el mercado interno. Y cuando fortalecía el real, asfixiaba las exportaciones. Ahora estamos probando que no son cosas compatibles. Otra cosa: cada vez que la economía brasileña crecía, la inflación subía. Si Brasil crecía el 7%, la inflación era del 25%. La inflación del año pasado fue del 3,7% y este año el crecimiento va a llegar al 5%. Para mí, este crecimiento así, constante, es mejor que otro más alto, que sería como un corazón nervioso.

P. Su gran orgullo es la economía. Pero Brasil continúa siendo el país de América con mayor desigualdad social, después de Guatemala. Un 10% de la población posee más del 48% de la renta del país. ¿Qué está fallando?

R. Nada. Si se considera los últimos cuatro años, y así va a ser cada año, uno puede darse cuenta de que pocas veces en la historia de Brasil tuvimos al 10% de la gente más rica del país disminuyendo su participación en la renta nacional, y los más pobres aumentándola. Yo estoy muy tranquilo porque sé que hicimos mucho y sé que falta mucho. Estamos subiendo escalón a escalón. Fui sindicalista durante mucho tiempo y siempre que la economía crecía al 14% y hacíamos huelga de 30 días. Cuando conseguíamos que nuestros salarios subieran lo mismo que la inflación, ya era una ganancia. Hoy, más del 80% de los acuerdos salariales están por encima de la inflación.

P. Tres ex ministros suyos y la cúpula dirigente del Partido de los Trabajadores, el núcleo duro de la gente que le organizó la campaña que le llevó a usted a la presidencia de Brasil en 2003, han sido procesados a finales de agosto, acusados de corrupción. ¿Cómo cree que se sienten ellos y cómo se siente usted?

R. Yo me siento muy tranquilo. En primer lugar, porque estamos ejerciendo la democracia en su plenitud. Hubo una denuncia, independientemente de que yo esté de acuerdo o no con ella, hubo un proceso dentro de un Congreso nacional, fue enviado a la fiscalía y fue al Tribunal Supremo. Hasta ahora no hay nadie absuelto y nadie ha sido declarado culpable. Quien cometa errores pagará por ellos. En Brasil las instituciones funcionan y funcionan bien.

P. ¿Cómo cree, entonces, que se sienten sus amigos procesados por corrupción?

R. Yo creo que se sienten molestos. A nadie le gusta ser acusado. Siempre es desagradable. Pero así funciona la democracia. Y es bueno que así sea. Hubo un tiempo en Brasil en que las cosas se barrían por debajo de la alfombra. La prensa no se enteraba, la policía no investigaba, la justicia no llegaba. Ahora, todo el mundo, desde el más humilde al más importante, tiene que tener la conciencia de que en la vida pública y en la privada las personas tienen que tener un comportamiento respetuoso. Si falla, pagará por ello.

P. En el Congreso del Partido de los Trabajadores, celebrado a finales de agosto, no hablaron ustedes sobre el tema de la corrupción, ¿verdad?

R. No, el partido no se pronunció. Yo hice un discurso muy solidario con mis compañeros, para que se defiendan, que prueben su inocencia. Tienen el derecho de probarla. Y si no la prueban...

P. ¿Qué?

R. Serán condenados.

P. Cuando se visitan favelas en Brasil, uno de los comentarios más comunes es que la policía es corrupta y que la principal banda mafiosa es la de los policías. ¿No hay forma de afrontar la corrupción dentro de los cuerpos policiales?

R. Yo no diría que la policía es el principal centro de corrupción. Hay un poco de exageración. Aunque yo pienso que sí que hay. Por eso la policía federal está capturando a muchos policías. Pero las cosas sólo se pueden hacer cuando uno lo sabe y lo prueba.

P. La deforestación en la Amazonia se ha reducido por tercer año consecutivo, según Greenpeace. En 2004 se desforestaron en la selva amazónica 26.000 kilómetros cuadrados de superficie arbolada, en 2005 fueron 18.000 y el año pasado 14.000. Pero esa cifra es mayor que toda la superficie quemada en España en los últimos 21 años. ¿No se podría luchar de forma más eficaz contra esa depravación del medio ambiente?

R. Es necesario entender la dimensión de las cosas de las que estamos hablando. La Amazonia tiene 360 millones de hectáreas. Es bastantes veces más grande que algunos países europeos. Cuando llegamos al Gobierno, no teníamos ni fiscales ni herramientas para hacer ese control. Si uno considera el mapa del mundo, lo que acontecía hace nueve mil años, se dará cuenta de que Brasil tenía apenas el 9% de la floresta del planeta. Hoy Brasil tiene el 29,5%. Si uno analiza que Brasil aún tiene el 69% de sus florestas originales, uno se da cuenta de que nosotros cuidamos mucho más el medio ambiente que otros países.

P. Entre el 75 y 80 % de los coches nuevos que se venden en Brasil están equipados con motores flex, es decir, aptos para gasolina o alcohol. Además, usted ofrece etanol a Europa y a Estados Unidos. Pero, ¿esa superficie nueva para la caña de azúcar, de dónde saldrá?, ¿será a costa de quitarle terreno a los ranchos y al ganado?

R. Brasil tiene un territorio inmenso: 850 millones de hectáreas; y 360 millones pertenecen a la Amazonia y son intocables. No vamos a plantar biocombustibles allí. Pero tenemos 440 millones de hectáreas. De ésos, apenas el 1% está siendo plantado con caña de azúcar; en el 4%, soja. Brasil tiene un potencial extraordinario para plantar biocombustibles. Además, no es posible implantar la idea de que el biocombustible se opone a la seguridad alimentaria. Los progresos tecnológicos han demostrado que se cosecha más en un espacio menor. Hoy, en una hectárea, producimos cuatro veces y media más caña de azúcar de lo que producíamos en 1975. Un pollo que hace poco tardaba 90 días, hoy ya se mata en 40; un buey que poco tiempo atrás llevaba 48 meses, hoy en 18 meses ya está listo.

P. Las condiciones de vida de los trabajadores que recogen la caña de azúcar son ínfimas, según denuncian algunos obispos de Brasil y algunos miembros del Movimiento de los Sin Tierra. ¿Ha hecho algo para mejorar la situación?

R. Es un trabajo muy duro, casi inhumano. La gente lo hace porque lo necesita. Como se hacía antes en las minas de carbón. Las minas no eran menos degradantes que la cosecha de caña. Yo bajé a una mina de carbón a 90 metros de profundidad. Y yo preferiría pasar toda mi vida cortando caña antes que una semana en la mina. Pero aquel trabajo en las minas permitió que el mundo llegase a lo que llegó. El trabajo en la caña va a acabar a medio plazo. Porque cada máquina sustituirá a 80 hombres. En São Pablo hay lugares donde sólo hay máquinas. Y surgirá otro problema. Porque son gente pobre que viene de otros estados. Mantuvimos una reunión hace poco con los empresarios para discutir cómo humanizar el trabajo del campo y cómo formar profesionalmente a esos hombres para que puedan algún día abandonar la cosecha de caña. Pero lo que no podemos aceptar es que las empresas de petróleo... yo sé que ellas no quieren etanol. Comenzando por la mía, por Petrobras. Durante décadas hubo problemas. Y Repsol también los tiene. Los países que tienen petróleo no desean el etanol. Pero es un debate inútil. El petróleo no va a dejar ser importante. Lo que necesitamos es mezclar otros combustibles que disminuyan la cantidad de emisión de gas que el petróleo produce. Ahora, en todo este proceso es importante decir que los países ricos, que se desarrollaron en el siglo pasado

no pueden exigir a los pobres que paguen ahora la cuenta.

P. Brasil destinó el año pasado al presupuesto militar 10.000 millones de euros, muy por encima de los 2.400 millones de México o los 1.500 de Argentina. Y pretende aumentarlo para el próximo año en un 50%. ¿Tiene eso algo que ver con los nueve submarinos que ha comprado Hugo Chávez para Venezuela y con los helicópteros y aviones que ha adquirido a Rusia por valor de 2.900 millones de euros?

R. El presupuesto militar brasileño es pequeño. En Brasil, la nómina de los militares en la reserva es hoy más del doble de los que están en activo.

P. O sea, que no tiene nada que ver con Venezuela.

R. Nada, nada. En los años setenta teníamos empresas modernas que producían blindados. Pero eso fue desmantelado. Brasil tiene que volver a tener todo lo que tuvo. Para volver a construir nuestras fábricas de material bélico tenemos que comprar.

P. ¿No está cansado de que en casi todas las entrevistas le pregunten por Chávez?

R. No. Me voy a encontrar el miércoles que viene con él. Yo tengo un profundo respeto por Chávez. Trabajamos mucho en conjunto con Venezuela. El problema de los discursos es un problema de Chávez y la pelea de Chávez con Estados Unidos es un problema de Chávez con Estados Unidos. Brasil quiere construir una sólida integración en Latinoamérica. Somos un continente con una democracia incipiente. Tenemos unos problemas muy serios. Pero es importante recordar que la Unión Europea tardó 50 años para llegar adonde llegó. Brasil tiene un papel importante en América latina, pero no desea liderar nada.

P. En 2010 termina su mandato. Y usted quiere llegar con fuerzas para...

R. Hacer a mi sucesor...

P. Cuyo nombre no piensa revelar, ¿verdad?

R. No tengo aún el nombre.

P. ¿Se ha planteado usted volver a presentarse en 2014? [La Constitución brasileña no permite ser elegido presidente en más de dos mandatos consecutivos]

R. Yo quiero trabajar para que en 2010, quien sea candidato para presidente, pueda invitarme a que suba con él a los mítines. Porque cuando los presidentes están mal, sus nombres no son citados. Quiero contribuir en la elección de mi sucesor. Y cuando deje la presidencia, se dará cuenta de que no voy a hacer jamás ningún comentario sobre el Gobierno.

P. ¿Se piensa retirar de la política?

R. No voy a dejar la política porque la política está en mí desde hace muchos años. Lo que va a pasar después... falta mucho tiempo. Es una ilusión y yo no trabajo con ilusiones. Si vivo en 2014 le voy a dar gracias a Dios. El resto, vamos a ver lo que va a ocurrir.

Luiz Inácio Lula da Silva, en un momento de la entrevista.
Luiz Inácio Lula da Silva, en un momento de la entrevista.ULY MARTÍN

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Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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