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Nostalgia por los vídeos del pasado

El paso del VHS al DVD ha traído la añoranza por el viejo sistema de grabación

Be kind, rewind, la última película de Michel Gondry, parece desarrollarse en un universo paralelo sin cámaras de vídeo digitales o iTunes. Cuando el inventario completo de VHS de un videoclub se desmagnetiza y queda inutilizado, los trabajadores no responden al desastre pasándose al DVD, sino reclutando a los clientes para que rehagan las películas con una videocámara VHS. Tras el humor y el espíritu comunitario de la película de Gondry se oculta una fuerte nostalgia por una tecnología que revolucionó el visionado doméstico pero que ahora parece destinada a la papelera de la historia.

Presentado en 1976, el VHS, abreviatura de Video Home System [Sistema de vídeo doméstico], hizo frente a la amenaza de la extinción desde el principio. En su infancia tuvo que competir con el Betamax, un formato rival al que acabó por desbancar. Su dominación se puso a prueba en los años ochenta con el laserdisc, el primer medio de consumo que utilizó la tecnología de lectura óptica y no la cinta magnética. Pero fue la llegada del DVD en 1997 la que presagió el principio del fin del VHS.

En 2002, las ventas de DVD superaron a las de cintas VHS. Sucedió lo mismo con los alquileres al año siguiente. Desde entonces, los reproductores de VHS y de vídeo han pasado de omnipresentes a arcaicos. Los fabricantes han interrumpido o reducido la producción de grabadores de vídeo. Los estudios ya no publican títulos en VHS. En la desbandada hacia los artilugios digitales, la muerte del último gran invento analógico ha pasado prácticamente desapercibida.

El VHS parece más complicado de idealizar que muchos otros desechos de los viejos medios. Numerosos audiófilos atestiguan la riqueza sonora de los discos de vinilo, del mismo modo en que los cineastas experimentales y los entusiastas de las grabaciones domésticas aprecian el grano grueso de las películas de Super 8. Pero el VHS suele dar pie a connotaciones negativas: recargos por no haber rebobinado, cinta despedazada y borrado accidental.

Gondry recordaba recientemente su consternación cuando alguien grabó sin darse cuenta encima de una cinta que él y sus amigos habían grabado de adolescentes y a la que tenía mucho cariño. "A lo mejor saqué de ahí la idea de borrar todas las cintas", decía.

Los DVD son sencillamente superiores a las cintas de vídeo. Aun así, los VHS transformaron la economía del sector cinematográfico y dieron forma a los modelos de visionado que hoy en día damos por sentados. Se ofrecían pedazos de la historia del cine para el consumo doméstico, y podía verse una película repetidas veces o al ritmo que eligiera el espectador.

La generación que alcanzó la mayoría de edad en los años ochenta, cuando el vídeo se consolidaba, es especialmente proclive a la nostalgia por el VHS. También está el fenómeno de la nostalgia por el reproductor de vídeo, más inusual y fanática. Andy Hain, un ingeniero de programas de Brighton, Inglaterra, mantiene la página web TotalRewind (totalrewind.org), que refleja la evolución de los grabadores de vídeo. "Lo que me atraía era básicamente la tecnología", escribe en un correo electrónico. "Cuantas más descubría, más extrañas e inverosímiles parecían las máquinas".

Las generaciones futuras no andarán escasas de nuevos medios por los que sentir nostalgia. "Desde luego, el VHS duró más de lo que cabía esperar", dice Hain. "Hoy en día, muy pocos formatos pueden aspirar a igualarlo".

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