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AENA deberá reducir el 50% los vuelos sobre una zona de Algete

Vecinos de Ciudad de Santo Domingo se quejan del ruido de los aviones

Jesús Sérvulo González

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha dictado un auto en el que ordena "con carácter inmediato reducir en un 50% la cifra de vuelos" sobre la urbanización de Ciudad de Santo Domingo (donde viven 3.000 personas), en Algete. Varios vecinos denunciaron a AENA por el ruido de los aviones al aterrizar en la T4 de Barajas desde el norte con viento sur (lo que se llama configuración sur).

Hace un año el Supremo ordenó subsanar el problema, pero la sentencia aún no se ha ejecutado. José María Serrano Pubul, de la asociación contra el ruido de los aviones de Santo Domingo, dijo ayer que valoran recurrir el auto. "Es un paso más, pero insuficiente", aseguró ayer. AENA estudian interponer un recurso.

"Tenemos paciencia. Esto es como David contra Goliat", dice un residente

La decisión del tribunal es considerada salomónica por las partes. No satisface ni a los vecinos ni a AENA. El auto no supone el fin de los problemas de los vecinos de Ciudad Santo Domingo. "Ordena reducir al 50% los vuelos. Es como si cada día te pegaran una paliza. Lo denuncias y el juez decidiera que está mal: 'Que te peguen cada dos días", justifica uno de los vecinos.

En Ciudad de Santo Domingo viven unos 3.000 vecinos. La urbanización, a 28 kilómetros de Madrid, está formada por una sucesión de chalés con piscina y sus parcelas bien cuidadas. A primera vista todo es orden y tranquilidad. Pero los residentes están hartos del ruido de los aviones. Cuando el viento sopla del sur, las aeronaves que aterrizan en Barajas desde el norte toman una ruta que pasa justo sobre Ciudad Santo Domingo. Por eso, en 2004 comenzaron una batalla legal contra AENA. Ya cuentan con una sentencia favorable del Tribunal Supremo que reconoce una lesión de un derecho fundamental. Ahora lo que buscan es que se ejecute la sentencia.

"Desde 2002 cuando entró en funcionamiento la primera pista de la ampliación de Barajas los aviones comenzaron a sobrevolar nuestras casas", desliza Santiago Calderón, presidente de la comunidad de propietarios de la urbanización. "En julio pasaron por encima 5.895 aviones, con una frecuencia de 2,59 segundos entre uno y otro", añade Calderón en su despacho de la sede de la asociación. Se ha convertido en un experto aeronáutico y maneja las páginas webs con información sobre las rutas aéreas con suma destreza. Calderón cuenta que hay vecinos con problemas de salud. Otro vecino exhibe dos partes médicos que revelan casos de ansiedad derivada de esto. AENA reconoce que durante el año pasado 234.893 aparatos siguieron esa ruta para aterrizar en Barajas.

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El pasado 16 de agosto a las 22.11 un Macdonnell Douglas 87 sobrevoló a unos 400 metros de la casa de Francisco Cánovas en Ciudad de Santo Domingo. Su paso hacia la terminal T-4 de Barajas provocó un ruido terrible. El viento soplaba desde el Sur. Uno de los sonómetros que AENA tiene en la zona marcó 82,5 decibelios (el límite máximo permitido por la OMS es 55 decibelios). La sacudida sonora se prolongó durante 18 segundos, según datos que la asociación contra el ruido de los aviones de Santo Domingo recoge de AENA. Cánovas asegura que cuando esto ocurre se marcha de casa. No lo soporta. "Me da vergüenza invitar a gente. Cuando esto ocurre no se puede estar. Es muy triste que uno se tenga que ir de su casa como un fugitivo. Estamos hartos, es una humillación", zanja.

Varias vecinas de la zona están reunidas en el pequeño centro comercial de la urbanización. "Hay muchos que no lo han soportado y se han ido" comenta Genoveva. A su lado, está Conchita, rodeada de tres niñas: "Cuando te vas de vacaciones a otra parte, no te crees la paz que hay y cuando vuelves...". Genoveva la interrumpe y dice: "Se llega a oír el ruido del tren de aterrizaje".

En la entrada a la urbanización hay una caseta de seguridad controlada por dos guardas encargados de subir y bajar una barrera. Junto a la entrada está el colegio público con el mismo nombre de la colonia. "Cuando llega el verano tienen que tener todas las ventanas cerradas", dice una madre junto a su hija vestida con un quimono de taekwondo. "Hay unos 200 niños. Y también, una residencia de mayores", dice con voz atropellada a modo de queja. Calderón concluye: "Tenemos paciencia. Esto es como David contra Goliat".

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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