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Reportaje:La feria del libro, desde la caseta

Almudena y los 300 ojos

Complicidad, providencia y sexo explícito. Una tarde de firmas con Almudena Grandes

Ana Alfageme

Leopoldo María Panero bebe Coca-Cola Light y escribe dedicatorias ininteligibles a jóvenes, siempre jóvenes, que le repiten: "Es usted un genio". "Un mito". Almudena Grandes firma a destajo con pluma de plata e invita a almendras en otra caseta que tiene algo de confesionario. Por allí pasan nietas de exiliados que lloran, colchoneros irredentos, jubilados rojos, dos parejas de enamorados tan enamorados como lo está ella, y una lectora que no se atrevió a pedir su dedicatoria. Se llama Isabel, y envió a su marido. Ocurrió el viernes por la tarde, en la Feria del Libro, a la misma hora. Decenas de escritores han firmado en un encuentro que hoy cierra sus puertas. Así se ve la feria desde la caseta.

-¿Ah, pero no firmaba Pío Moa?

Almudena Grandes, de 47 años, encaja el gancho cómplice y ríe. No, no está aquí el ensayista conservador al que ella, según los foros de la derecha, pretende fusilar. Él añade:

-Somos parte integrante del mejor público de España.

Se lo sabe el chaval. Es lo que dice Joaquín Sabina. Que él y su amiga Almudena tienen el mejor público de España.

Al otro lado del ducados en el cenicero, del gin tonic que, como una ceremonia, llega a las ocho de la tarde, la Feria del Libro no se ve como siempre: un ir y venir de paseantes cargados de bolsas. Bustos firmantes en las 344 casetas. Calor y nubosidad variables.

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No. Todo eso se desdibuja. Sólo hay un remolino de caras vueltas hacia la caseta, con una expresión a medio camino entre el anhelo y la felicidad. Ojos iluminados. Convergen en la mujer ancha y alta como su firma, entrenada para autografiar a gran velocidad. Si la intensidad de las miradas de los 300 ojos se cuantificara en temperatura, Almudena acabaría la tarde, esta tarde de viernes, ardiendo en el infierno.

La chica farfulla que él le descubrió a la escritora. Ahora él le va a regalar otro libro, el último. Ella deletrea el nombre:

-E, Z, T, I, Z, E, N. Eztizen. Significa "dulce".

-Es mi novia, y es dulce, -dice él.

Almudena toma El corazón helado, 903 páginas de viaje hacia la memoria (republicana, bélica, exiliada, franquista) de Álvaro y Raquel, los protagonistas de una volcánica historia de amor que acontece hoy. Escribe, tinta azul, pluma de plata:

"Madrid, a 8 de junio de 2007...".

La escritora no sabe dibujar. Para darle solemnidad, anota siempre el lugar y la fecha.

La despedida llega con otra confesión. Él es colchonero. Como Almudena.

El episodio no ha durado más de tres minutos. El viernes, durante la firma de la escritora en la caseta de la Casa del Libro, hubo otros 80 en poco más de dos horas. Protagonizadas por parejas que parecen tan enamorados como lo está ella, que dice que al encontrar al poeta Luis García Montero halló el amor absoluto. Lectores jubilados que le dan las gracias por su compromiso con la izquierda; madres con niño que recuerdan a la escritora tirando del carrito de su hija pequeña, que ahora tiene 10 años, por la calle de Hortaleza, "todas igual de pringadas"; profesores de Derecho de Querétaro, México, que la llaman maestra; dos hermanas enfermeras de inagotable conversación -"¡Cómo explicas el exilio que no llegaba nunca!" "¿Es peor Ignacio o su mujer?"- que preguntan a la escritora por su tía Lola, que trabajaba con ellas en el Puerta de Hierro y era fanática de Chavela Vargas...

"La mayoría de la gente se acerca, muy cómplice, contándole algo de su vida", dice Verónica, empleada de la distribuidora, "eso no pasa con otros escritores". Como Loli, que no le habló de ella, pero sí de su hermana, que estuvo muy enferma y que sólo tenía ganas al despertarse para leer. Como otra mujer, los ojos brillantes, que confesó que había llorado mucho con El corazón helado. "Seguro que es una nieta de exiliados. Seguro".

- Demasiado amor. Con una mano, María, de 19 años, le da unas palmaditas al bebé que cabalga sobre su cadera. Con la otra saca El corazón helado, casi irreconocible. Ha adquirido el porte ruinoso de libro de texto heredado.

- ¿Cuánta gente lo ha leído?

-No, yo, pero es que ha viajado mucho, me lo he llevado a todas partes -responde María.

-¿Y la cría?

-Celia. Es de mi hermana.

-Buena hermana, entonces.

La pluma escribe: "Para Celia, con la esperanza de que este libro le caliente el corazón".

Celia berrea, entre palmada y palmada.

Almudena tiene una dedicatoria, la misma, para cada libro. "Sólo si me cae mal alguien hago como Borges. Pongo 'afectuosamente". El mamotreto vuelve a la mochila de la menuda estudiante de Ciencias Medioambientales.

Carlos, 24 años, también trae un ejemplar sobado de Castillos de cartón, una novela de 2004 sobre un trío amoroso que le regaló un amigo. Dice que lloró mucho. La escritora le replica que Castillos de cartón fue otra víctima del 11-M y que ella, en realidad, quiso llamarla Demasiado amor, pero que no le dejaron.

-Pues táchalo y ponme el título. Demasiado amor.

Dicho y hecho.

En una feria en la que ya no se dan cifras de ventas -"era una absurda competición en la que siempre se mentía", dice el director, Teodoro Sacristán-, Almudena firmará 13 veces en 17 días. El año que más. "Es que El corazón helado es el que más rápidamente se ha vendido. Desde febrero, 160.000", dice la autora. Se han sumado y mucho, los lectores hombres. "Porque en él hay guerra", le explicaba a un atildado jubilado de reloj de oro, "y a las mujeres queremos la paz".

- Chris cree en la providencia. "Hola, soy Chris, de Santa Bárbara. Paseaba por Sol buscando algo que leer y me encontré con tu libro. Luego he venido y estabas aquí. Creo en la providencia. ¿Te puedo hacer una foto?" Chris es músico y no vive en la plaza de Santa Bárbara. Sino en Santa Barbara, California. Hacía 20 años que no venía a España.

- Ni caso. Cuando Sandra llega, su hijo, en brazos del padre, rompe a llorar. No se inmuta.

-Es que yo estoy emocionada, -se justifica.

-Ésa es la señora que escuchas por la radio -dice el padre, a ver si cuela, y el niño se calla.

- Las dudas de Marta. La chavala lleva colgado un iPod nano con una funda rosa e incontables pulseras. Mira de lado a un señor con un puñado de billetes en la mano. "¿Qué me recomiendas?". La escritora, gran recomendadora de libros en La Ventana de la SER, le pregunta: "¿Cuántos años tienes?". "17". "Bueno, pues éste [Castillos de cartón] es de mucho amor. Y éste

, de historias de mujeres..." "Me han dicho que éste es un poco raro", añade Marta. Coge Las edades de Lulú, el libro con el que Almudena debutó en 1989. "Tiene sexo explícito. Lo que prefieras". Mirada de reojo. Dudas. "Pues éste". Bingo. El padre paga y se van.

Almudena se vuelve, divertida:

-Ella venía a por Las edades de Lulú. Desde el primer momento.

La escritora Almudena Grandes, en la firma de libros el pasado viernes en la Feria del Libro.
La escritora Almudena Grandes, en la firma de libros el pasado viernes en la Feria del Libro.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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