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Reportaje:

El Arca de Noé, en Hortaleza

Cientos de personas llevaron sus mascotas a la iglesia de San Antón para recibir la bendición del patrón de los animales

El párroco Juan Martínez aún recuerda cómo todos los años un gitano le llevaba en una furgoneta a un cerdo enorme para que recibiera la bendición de san Antón, patrón de los animales. Todos los 17 de enero, día del santo, el cerdo - "un semental", como le recuerda el cura- era la estrella de la cola de mascotas que se forma frente a la iglesia en honor al santo, en el número 63 de la calle de Hortaleza (Centro).

Pero el cerdo falleció, y el relevo en eso del protagonismo animal lo recogió ayer un halcón maltés real, que hizo sombra a perros, gatos, conejos, dos loros guineanos, varias tortugas y hasta a un hombre que, vestido de dromedario, pretendió recibir las gotas de agua bendita que salpicaba el hisopo. El cura se negó a darle la bendición. Tampoco aceptó rociar a peluches.

Entre los animales había hurones, conejos, un halcón real, tortugas, perros y gatos

"Nada, nada, el halcón real ha sido la vedette del día", recalcó el padre Juan. El animal fue ofrecido como regalo hace unos años al rey Juan Carlos por el Gremio de Halconeros. El rey aceptó el regalo, pero dejó el cuidado del animal al gremio. El halcón tiene cuatro años y ayer fue su estreno bendito.

Aunque el animal fue el más reclamado del día, el Zoo de Madrid tampoco quiso perderse la fiesta y mandó de emisarios, en representación de todos los animales enjaulados, a dos guacamayos.

"¡El señor bendiga a este animal y que san Antón le proteja de todos los males del cuerpo!". El párroco agita el hisopo, rocía el hocico de una perra llamada

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Yeni; el animal se revuelve y su dueña exclama: "Muy bien, pues muchas gracias". El cura descansa un momento en una silla. La larga fila avanza. "Que pase el siguiente", reclama el sacerdote, que no tiene ninguna mascota. "Es que vivo en comunidad y no podemos tener animales", aclaró el párroco.

Cientos de personas hicieron ayer dos colas en la iglesia de la calle de Hortaleza: una para que sus mascotas recibiesen la bendición y otra para comprar los panecillos del santo. La tradición cuenta que un cuervo le llevó pan a san Antón y a su compañero san Pedro Ermitaño. Siglos después, los panecillos, una especie de rosquillas, se vendían a dos euros la media docena.

No fue el único negocio del día: en varios tenderetes se vendían estampitas, llaveros, dedales y pósteres de san Antón y también de otros cuya festividad ayer no tocaba, como santa Gema. Varias asociaciones de animales también instalaron su puesto en la calle de Hortaleza e informaron sobre adopciones y apadrinamientos de animales.

La Policía Municipal intentó poner orden a la fiesta y tuvieron trabajo de sobra. Los feligreses colapsaron los aparcamientos y la sinfonía de ladridos compitió con la de los cláxones de los coches que no podían avanzar por los centenares de personas que acudieron en masa a festejar a san Antón.

Donde no hubo control fue en las colas y en los que intentaron saltársela. "Si yo sólo iba a hacer una pregunta al párroco, a ver si tenemos mejor humor...", argumentó un hombre, que fue devuelto a gritos junto a su gato al final de la fila. El párroco bendijo de nueve de la mañana a dos de la tarde y después a partir de las cuatro de la tarde. Luego, la bendición se interrumpió para celebrar las tradicionales vueltas, una especie de desfile alrededor de las calles aledañas a la iglesia. En la cola para recibir la bendición, los dueños competían para ver quién había sacado lo mejor del fondo de armario para su mascota: lazos, pinzas de pelo, gorros y mantas hechas a mano; la bufanda del Atlético de Madrid; un sombrero mexicano, una peluca blanca de época al estilo María Antonieta.

"Es una perra modélica. Nunca me pide nada. Hoy [por ayer] es su fiesta y le he comprado un juguetito con luces", contó Gloria Ballesteros, de 56 años, antes de precisar que su mascota -"mi niña", como ella le llama- es un "yorkshire, pero auténtico, que me lo trajeron de Inglaterra".

María Cárcel y su hija pasearon a Lisa, Mora y Chata, vestidas de rojo, naranja y fucsia chillón. "¿De qué van vestidas, de Madonna?", les preguntó una niña. "Pues no sé qué decirte, yo creo que las he vestido de fiesta de pijama. Es que si no las visto así, no llaman la atención entre tanto perro", intentó aclarar la mujer. "Si es que los animales dan un cariño inmenso. A ésta la saqué de una protectora de animales", apostilló a su lado Adelaida, una mujer mayor cuya única compañía en casa es su gata. Otro niño llevó en sus manos a su tortuga, "de tres años, que aún sigue creciendo y sin dar guerra".

Entre los nombres, había muchas perra Luna, un conejo Tambor -"como el de Bambi", contó su dueño,-; una tortuga Java y muchos animales con nombres de personas y de diminutivos. No faltaron las Cuquis, Pilis y Minis. El dueño de Tambor se puso triste cuando una mujer le inquirió, con un poco de mala uva: "¿Pero cuánto tiempo vive un conejo?".

Tambor destacó entre tanto perro, y también Copito, un hurón blanco cuyo dueño se enzarzó en una conversación con otra mujer sobre quiénes son mejores mascotas, si los hurones o los mapaches.

La festividad de san Antón también tuvo su parte reivindicativa. La asociación en defensa de los animales El Refugio reunió en un acto a escritores como José Saramago; políticos como la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, o actores como Fernando Tejero, informa Efe. Sobre el maltrato animal, Saramago concluyó: "Queda algo de barbarie en los países civilizados y España no es una excepción. Tengo muchas dudas sobre la calidad de los seres humanos porque somos el único animal que tortura a sus semejantes".

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