Bailongos con trasfondo solidario

Lo explicaba la colombiana Andrea Echeverri, vocalista del grupo Aterciopelados, con su característico verbo fulgurante: "No somos curas, políticos ni monserguistas, pero las canciones tienen que decir cosas importantes. Y las nuestras, por ejemplo, hablan de ecología y solidaridad para encarar estos tiempos y confiar en que unas cuantas cosas cambien". Esta mezcla de espíritu lúdico y contestatario hermanaba a Echeverri y al resto de músicos que desfilaron ayer por el parque de Las Vistillas con motivo del Día del Cooperante, una celebración que el Ministerio de Asuntos Exteriores promueve desde 2006 con el ánimo de que el ciudadano de a pie se arremangue y comprometa con las latitudes más desfavorecidas.

No pintaban del todo bien las cosas a eso de las ocho de la tarde, cuando Roxana Río, cantautora mexicana afincada en Madrid, se aprestaba a enchufar su guitarra acústica. Los responsables de la Secretaría de Estado de Cooperación rezongaban porque el permiso municipal para utilizar el espacio era sólo hasta las once de la noche; en la plaza apenas se contaban cuatro gatos y encima comenzó a chispear por primera vez desde sabe Dios cuándo.

Falsa alarma. En cuanto Río empezó a desgranar cumbias y corridos se arremolinaron los curiosos. Aunque sólo fuera para hacerse con los bolsos-bandolera que regalaba la organización, tan apañados para guardar los apuntes de septiembre o hacer la compra en el súper. Y más ahora que todos, como Andrea, nos hemos vuelto ecologistas.

"Nos agobian la crisis y las hipotecas", anotaba Roxana, "pero somos unos privilegiados y sabemos que saldremos adelante. Es ahora cuando más debemos tener en mente a quienes ni siquiera pueden acceder a las medicinas". La de Veracruz lucía un precioso pareo con la imagen de Frida Kahlo, en disputada contienda colorista con la túnica de la marroquí Oum, la mujer que la sucedería pocos minutos después sobre las tablas.

Oum integra uno de los proyectos mestizos más excitantes de la temporada, el que los aragoneses Biella Nuei han configurado junto a cinco músicos magrebíes bajo el epígrafe Casser Le Mur (romper el muro). "Reivindicamos el espíritu de aquel Al Andalus Norte que convirtió Aragón en cuna de tolerancia", explica Luis Miguel Bajén, líder e ideólogo de la formación zaragozana.

Los ritmos étnicos y el mensaje de la amistad entre los pueblos hicieron buen maridaje toda la velada. Era buena ocasión tanto para exhibir al bailongo que llevamos dentro como para que los chicos de Socialismo Libertario repartieran pasquines contra la presencia española en Afganistán o que un mocetón luciera una camiseta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Si a ello le unimos la cervecita fresca, es evidente que la limitación horaria se le atragantó a más de uno.

"Hay que escribir en clave crítica y contestataria", reflexionaba la otra cabeza visible de Aterciopelados, Héctor Buitrago, "pero sin renunciar a la poesía, el humor y el talante lúdico".

En los últimos coletazos del concierto, Miguel Ríos subió al escenario para apoyar la causa. Habría sido un buen colofón pero la cosa no terminó ahí. El recital tenía que acabar a las once y algunos vecinos protestaron por el ruido. La policía municipal dejó seguir veinte minutos más. La última canción fue interrumpida a la mitad. Sin más incidentes, salvo un cierto cabreo del público. "La cosa no ha ido más", señaló Fernando Mudarra, organizador de la campaña. "Lo único que pasa es que el ambiente era muy bueno. El año que viene intentaremos organizarlo en privado y ahorrarnos tanto permiso del Ayuntamiento".