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Las Hurdes

"Señor, en tierras, hermanas / de estas tierras castellanas / no viven vida de humanos / nuestros míseros hermanos / de las montañas hurdanas". Es una estrofa del poema que José María Gabriel y Galán compuso para Alfonso XIII con motivo de una visita del rey a Salamanca. Años más tarde, en 1922, en el viaje que hizo acompañado por el doctor Marañón a Las Hurdes, don Alfonso comprobó que el poeta no le había engañado.Setenta y seis años después, don Juan Carlos no ha encontrado ya "Las Hurdes" en Las Hurdes. La comarca no es ya aquel "baldón de España" que pudieron describir los cronistas y fotógrafos de 1922. El viaje de los Reyes ha tenido una significación que trasciende la que siempre tienen sus viajes. Y es porque Las Hurdes es el nombre no sólo de una dura realidad, sino también de una leyenda.

Estuve por primera vez en la comarca cacereña en 1955 y pude ver cómo malvivían, o mejor, malmorían, los habitantes de las aisladas alquerías. No había carreteras y apenas caminos que las comunicaran con los municipios. Las familias compartían la vivienda, es un decir -casas de pizarra de una sola planta-, con el ganado, cuando lo tenían. En las aldeas no se cocía pan y llamaban "panaderos" a los que iban a buscarlo a otros pueblos. Las enfermedades de los hurdanos las había resumido Marañón en una sola: "hambre aguda".

En un viaje posterior a la comarca, el médico de Pinofranqueado me contó que en 1956, año del Sputnik, le avisaron de una alquería para asistir a una parturienta. A lomos de su mula se adentró en el monte. Y decía: "El Sputnik había pasado tres veces sobre mi cabeza y yo aún no había llegado a Ovejuela".

Hoy no encontramos en Las Hurdes nada parecido. Las alquerías están comunicadas. Hay escuelas, centros médicos, casas de cultura, residencias de ancianos. Hoy son una comarca extremeña de bellos paisajes y digna de ser visitada. La realidad de otro tiempo pasó ya a la historia. Con el viaje de los Reyes ha pasado también a la historia su leyenda.

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