"La Castellana es una barrera"

La guarda plegadita junto a su enorme mesa de trabajo. Ocupa lo mismo que una maleta de cabina de avión. Y es cómoda, muy cómoda. El ingeniero Juan Rey, de Santiago de Compostela y con 32 años, empezó a moverse en bici por Madrid hace ocho años. Y, para evitar robos y engorros al subir al ascensor -"con la otra casi no quepo, hay que hacer de maniobras..."-, se ha comprado una plegable negra de la marca británica Brompton, una de las más reputadas y caras del sector.
Cada día hace cuatro viajes de Malasaña a la Puerta del Sol. Prefiere los trayectos cortos. "Moverse por el barrio es fácil, pero si el recorrido es más largo hay que planearlo casi como un viaje en barco", asegura. Cree que el planeamiento original de Madrid no permite fácilmente adaptar la ciudad a la bici. "Habría formas de hacerlo, pero no parece que haya voluntad", asegura con la bicimaleta de 10 kilos en la mano. "Basta leer los periódicos para ver que los planes de movilidad no se están cumpliendo". Las peores trampas de la ciudad son las grandes avenidas "como la Castellana, que es una barrera para el ciclista". Otro inconveniente: las calles peatonales. En Navidad, dejó la bicicleta en casa durante varios días porque era imposible maniobrar entre la gente.
"Bajar por las mañanas con la bicicleta, cuando no hay casi nadie por las calles, es una alegría". Tarda menos de 10 minutos. "Más rápido que en moto y comparado con el coche, ni te cuento...". No pertenece a ninguna asociación ciclista, pero a veces participa en la marcha que organiza Bicicrítica cada último jueves de mes. Sólo un consejo para ciclistas novatos que se atrevan con Madrid: "Que ande con cuidado". Se ríe.
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