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Reportaje:

Cuando Chéjov se pasea por tu salón

Una compañía madrileña monta obras de teatro a domicilio

Claudi Pérez

No hay telón, ni escenario propiamente dicho, ni mucho menos patio de butacas. Y sin embargo, lo que aquí se cocina es teatro. Sin camerinos, sin los característicos carteles luminosos, sin colas en la entrada. Tan sólo un salón con un sofá y unas sillas y, como atrezzo, una botella de vino tinto y otra de JB en un piso espacioso de La Navata, a 30 kilómetros de Madrid.

Los propietarios y una docena de amigos son el público de una comedia negra con suspense, sorprendente, malévola, con un punto divertido. Un actor, una actriz, y hasta tres piezas de Antón Chéjov en el menú. Se trata de un proyecto de teatro a domicilio, emboscado en el salón de cualquier casa. Dos madrileños y un barcelonés están tras esta propuesta, que podría calificarse como alternativa si ese calificativo no estuviera tan devaluado. En realidad es una idea fresca que viene de Latinoamérica, que ha arraigado en Cataluña y que busca despertar un poco más el apetito teatral de Madrid. El nombre de la compañía es explícito: Teatro en el Living.

La idea viene de Latinoamérica y ha arraigado también en Cataluña "Es extraño ver a los actores sentados en el sofá de casa, a un metro"

La leyenda dice que Buenos Aires mantiene más de un millar de teatros en activo. En Madrid hay apenas unas decenas. Estrenar no es fácil. A la propuesta puramente teatral hay que sumarle ciertas dosis de industria: escenografía, decorados, vestuario, producción, promoción, publicidad. Huelga decir etcétera, y transformar todo eso en dinero. Procedente del cine, el director Max Lemcke se dio de bruces con un texto que le gustaba -al que luego ha ido añadiendo más repertorio- y decidió meter la tijera en todo lo demás. "La idea era contar una historia, ir a lo sencillo y despreocuparse de los obstáculos. Ahorrar energías y sacar el proyecto adelante", resume el director. Es su primera incursión en el teatro: tras un largo camino por los cortometrajes y su paso por numerosos festivales en todo el mundo, dirigió su primera película en 2003, Mundo fantástico, y ha estrenado en el Festival de San Sebastián su segundo largometraje, Casual day. "Empezamos a ensayar en junio y fuimos cumpliendo plazos. Estrenamos en octubre en una casa cercana a la puerta de Alcalá, y desde entonces representamos cada vez que nos sale un bolo", resume Lemcke, que tiene planes para ampliar repertorio.

El director y los dos actores, Helena Alonso y Pere Brasó, suelen visitar el piso donde van a representar unos días antes de la función. Se adaptan al espacio. El público se saluda antes del telón (aunque en realidad no hay telón). Para todos es su primera vez con el teatro a domicilio, y eso puede comprobarse a lo largo de la hora escasa de duración de la obra, en las que se rompen las tradicionales barreras público-actor, o platea-escenario. "La experiencia de tener al público cerca es extraña, para empezar. Y puede ser un obstáculo, una dificultad añadida. Pero después es emocionante. Como un híbrido entre el cine y el teatro. No hay que proyectar la voz como en una sala, se puede ir más al detalle, sacar provecho de la proximidad", sostiene Brasó. "El público está poco acostumbrado a tanta cercanía y a participar más que de costumbre, casi en una situación de peligro, sin saber lo que puede pasar", añade Alonso.

Las reacciones del público no son las mismas que en un teatro convencional. Las motivaciones, tampoco. "Primero, es una excusa para convocar a los amigos. Y el formato es original", describe Juanjo Ganuza, el propietario de una de las casas por las que ha pasado ya Teatro en el Living. "Es extraño ver a los actores jugando con los muebles, los vasos, los libros, sentados en el sofá de casa, a un metro de distancia. No tiene nada que ver con lo que toda la vida ha sido ir al teatro. Es otra cosa", añade.

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Actores y director funcionan como una cooperativa. Max Lemcke hace ciertas labores de producción. Cada uno aporta algo al vestuario. Con la web de la compañía (www.teatroeneliving.com) y el boca a boca programan una función "cada dos o tres semanas". La tarifa es de unos 10 euros por persona, pero todo es adaptable. "Incluso el final", explica Helena. "Hay públicos fríos, voyeurs, y otros más cálidos y generosos. Y en función de lo que va pasando, hay cierta libertad para elegir el final: optar por uno más esperanzador o por otro más desastroso". En febrero tienen previsto saltar al escenario en el Festival Alternativas. Hoy actúan en el centro de Madrid, en un piso de Malasaña. "A falta de telón, cortinas", se ríe Pere Brasó. Pero teatro al cabo.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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