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Los problemas del tráfico

Colapso de siete a nueve

Un millón de coches entran en Madrid cada día, más de la mitad, en hora punta. EL PAÍS sigue el atasco desde las cámaras de la DGT

Un acelerón. Un frenazo. Un vistazo al reloj. Las siete menos diez. Otro día tarde al trabajo. Otro día de atasco. "Retenciones en la A-2", escupe la radio. A apenas 50 metros de la autovía, en la quinta planta de un edificio de la calle de Josefa Valcárcel, uno de los 60 monitores del Centro de Control y Gestión de la Dirección General de Tráfico (DGT) muestra una hilera de lucecitas que se abre paso entre tinieblas. La desesperación de los conductores no se ve, pero se intuye.

El centro recuerda a la sala de máquinas que simbolizaba el cerebro en Érase una vez la vida, aquellos dibujos animados en que se enviaba a un ejército de glóbulos blancos cuando un virus hacía de las suyas. Los funcionarios de la DGT hacen algo parecido: alertan de los atascos por Internet, radio y teletexto, desvían el tráfico por rutas alternativas o llaman a la Guardia Civil para que acuda al rescate.

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Si Madrid fuese un cuerpo humano, sus arterias reventarían cada mañana. Desde las siete, un gigantesco coro de bocinas resuena hasta pasadas las nueve. Las 260 cámaras distribuidas por toda la región captan en tiempo real cómo entre 900.000 y 1.000.000 de vehículos colapsan las carreteras al ritmo que marca el despertador.

Los hombres y mujeres que contemplan esas cámaras con aparente tranquilidad, pero que teclean órdenes a toda velocidad para aliviar desaguisados, aseguran que es imposible vivir una mañana sin atascos. La ciudad absorbe en menos de tres horas el 57% de las entradas que se producen durante todo el día, y la red viaria no da abasto. En verano, con 500.000 o 600.000 movimientos diarios, apenas hay colas. El director del centro, José Luis Chica, opina que habilitar más carriles no serviría de nada, "porque quienes prescinden del coche ahora para evitar retenciones se lanzarían a la carretera". La solución, dice Chica, es conseguir que esos 400.000 conductores de más se pasen al transporte público.

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El mapa de los atascos se mueve al ritmo que marca el despertador. En Madrid, los problemas comienzan en el sur, más madrugador que el norte. El siguiente relato es el resultado de tres visitas en hora punta (los días 11, 15 y 17 de octubre) al centro de control de Madrid, que vigila también Extremadura, Guadalajara, Cuenca, Toledo y Ciudad Real.

- 6.50 Los coches ya se pisan los talones en las autovías de Toledo, Extremadura y Barcelona. "Espera media hora y verás", advierte con cara de pillo el subdirector adjunto de Circulación, Enrique Belda. En cada puesto, además de cafés y periódicos, hay dos monitores: uno muestra la imagen real de la carretera. El otro, un plano digitalizado. Una funcionaria atiende llamadas que llegan desde los postes de emergencia. El año pasado, el teléfono sonó 20.000 veces.

- 7.20 El mapa se plaga de puntos conflictivos. El peor, entre los kilómetros 13 y 10 de la A-5, donde un coche bloquea el carril de acceso a la M-40. En la A-2, en Torrejón, hay tapón en ambos sentidos, como todas las mañanas. Más al norte, en la carretera de Algete (M-100), los conductores sortean a duras penas una rotonda tras otra. "De siete a diez no paramos", dice Enrique, que lleva 19 años señalizando incidencias. A su lado, un imponente mapa de carreteras luminosas cambia de color según marchen las cosas: blanco, despejado. Verde, tráfico fluido. Amarillo o rojo, retenciones. Y negro, colapso total. La misión consiste en que los amarillos y rojos se tornen verdes lo antes posible.

- 7.30 La congestión de la A-5 se expande como una hidra e invade la M-40. "Mal asunto, porque cualquier cosa en la M-40 afecta al resto de la red", suspira el director. Los coches ya se apelotonan en la mayoría de las arterias principales. "Lo normal a esta hora", explica Chica mientras husmea en los puestos de control. "¿Cómo tenemos la A-3?". El monitor proyecta una vista borrosa de Arganda. El funcionario teclea un mensaje que, en cuestión de segundos, aparece en los paneles luminosos de la autovía. Los conductores ya saben que se aproximan a un banco de niebla.

- 7.45 La cámara capta un atasco en la autovía de Andalucía. "Parece grave", advierte Manuel, que acerca el zoom hacia una furgoneta parada en el carril derecho. La Guardia Civil se encuentra con un motorista tendido en el asfalto. Tres horas después, un familiar llama al centro. No sabe si está vivo o muerto. Manuel traga saliva y responde: "El cuerpo de Javier está en el anatómico forense". El tráfico no recobra la fluidez hasta las once. Tampoco en sentido contrario, porque los conductores reducen la marcha para fisgonear en cuanto ven ambulancias.

- 8.00 Las líneas amarillas y rojas migran al norte. Los trabajadores de Móstoles, Leganés o Getafe ya han llegado a la capital y a las fábricas del Corredor del Henares. Ahora, los problemas se ceban con a la A-6, cerca de Las Rozas, a la autovía de Burgos, y a la carretera de Colmenar. El norte y noroeste, donde proliferan las profesiones liberales, se despereza más tarde.

- 8.30 "Parece que la M-30 no traga bien", advierte Enrique, que contempla un atasco en la autovía de Toledo. Dice que parece, porque no puede ver nada. Desde que comenzaron las obras de la M-30, una vía de titularidad municipal, la DGT no tiene acceso a las cámaras del Ayuntamiento. Todos los técnicos coinciden en que la apertura de los túneles de la M-30 ha aliviado el resto de carreteras. Hay obras que refuerzan la red, y otras que empeoran las cosas. Como Sanchinarro y Las Tablas: 30.000 nuevos vecinos que cada día ponen a prueba la autovía de Burgos y la M-40.

- 8.40 Como las cámaras no llegan a todos los sitios, la DGT dispone de un medio ideal para desplazarse en segundos de una a otra carretera: un helicóptero. Sentados en la cabina, Pedro y María (nombres ficticios) se colocan los auriculares. El ruido acalla el griterío de motores de la A-2. El atasco empequeñece desde las alturas.

- 9.00 Un camión cargado de combustible se ha averiado y bloquea un carril en la carretera de Colmenar. "Si llega algún despistado, tendremos problemas", señala Pedro, que avisa de inmediato al centro. Pero la mayor parte de los atascos son viejos conocidos. En la salida de la A-1 hacia Alcobendas, los vehículos se topan con una rotonda. A veces, la retención se alarga hasta penetrar en la autovía. O lo que es peor, hasta la M-30. "Estamos hartos de decirlo", se queja Pedro. La DGT envía informes a las administraciones titulares de las carreteras señalando deficiencias "que se solventarían con una simple obra".

- 9.30 El mapa ya se ha teñido de verde. "Lo peor ya ha pasado", señala Ángeles Suela, seis años como jefa de sala. "Ha sido una mañana típica de otoño". Con atascos irremediables, porque no hay suficiente autovía para tantos coches, y con retenciones "estúpidas", por culpa de una rotonda colocada donde menos falta hace o de un acceso mal diseñado. En uno y otro caso, el director defiende que el trabajo de la DGT es imprescindible: "Si este centro no existiera, la hora punta se alargaría hasta las once".

- 10.00 Los accesos a la ciudad respiran a pleno pulmón. Hasta mañana.

Vista de un atasco en la A-4, desde un helicóptero de la Dirección General de Tráfico.
Vista de un atasco en la A-4, desde un helicóptero de la Dirección General de Tráfico.cristóbal manuel

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